Capítulo 7. Tal Vez no es un mal dia.

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Te lastimaras Deku...

Me recosté en el escritorio escondiendo mi cabeza entre mis brazos. Al estar en esa posición mi aire se acumulaba, y el uniforme que traía encima desprendía un dulce olor al que no le había puesto atención hasta ahora.

Me deje llevar por el aroma que desprendía, era curioso, no era dulce del todo, tenía olor a limpio y al mismo tiempo un ligero olor a sudor. No era del todo un olor dulce, también daba una sensación de un toque masculino. Era un aroma simplemente armonioso que aceleraba un poco mi corazón, era un aroma que conocía, el aroma de Deku.

Me deje embriagar por esa esencia y deje de pensar el resto del mundo por un momento. La falta de sueño me provocaba que sintiera pesadez en mis ojos y así fue perdiendo la conciencia mientras inhalaba aquel dulce aroma hasta que terminara la hora de estudio.

Los idiotas siguieron hablando todo el tiempo y yo estaba en sueño muy superficial, oía todos los ruidos a mi alrededor, pero no estaba del todo consciente, hasta que el timbre indicó que era hora del almuerzo. Ya había olvidado que no había comido nada en todo día. Nos dirigimos a la cafetería, al llegar el olor de la comida fresca me empezó a gruñir el estómago. Pedí carne principalmente y algunas verduras que no eran mucho de mi agrado, pero mi dieta de héroe me lo exigía, además salsa picante y la pimienta, y casi se podría decir que enterré la comida con ellas.

Nos sentamos en una mesa que se encontraba vacía en el medio del comedor. Al principio no se me apetecía probar el primer bocado, pero pronto me empezó a dar más ganas de comer, después de tantos días en el hospital no había comido casi nada, me mantenían con suero intravenoso y ayer con tanta confusión tampoco comí nada. Era una de las razones por la que mi cuerpo se sentía muy débil y que la simple comida de la cafetería me pareciera deliciosa por primera vez.

Como sea, Deku seguía con sus amigos, aun si no podían verlo, él se mantenía fiel pegado a ellos, solo observándoles con deseo de poder decir algo, solo deseando poder estar allí, solo queriendo despertar.

Tampoco podría esperar que estuviera junto a mi todo el día, de hecho, antes del accidente nunca nos hablábamos, y siempre terminaba en una pelea, debido a la irritación que me causaba su actitud.

Deku siempre era brillante, como una pequeña luciérnaga, puedes intentar apagarla encerrándola con tus manos, pero una ligera luz, siempre se escapa en medio de tus dedos, y si abres tus manos, te das cuenta de que sigue brillando, y si la liberas se marchará dejando nada más un fugaz recuerdo luminoso.

Eso siempre me molesto, quería apagar su luz, una luz que era capaz de brillar sobre mí, algo que nunca aceptaría, yo quería ser lo más brillante, la luz que desplazara a todas, quería que esa pequeña libélula de verdoso brillar me siguiera solo a mí, que siguiera una luz mayor, justo como cuando éramos niños. Pero era una luz insubordinada, no importa que tan grande sea la sombra, esa luz gana, así era él siempre.

Aun así, yo trate de parar esa luz, disfrutaba arrancando sus alas, viendo como el temor que tenía hacia mi hacia que no brillará tanto, que tuviera miedo de seguir. Pero un día sin previo aviso, se volvió a levantar, iluminando todo a su alrededor con más intensidad que nunca, haciendo que más insectos se sintieran atraídos hacia él, dejando atrás la luz que lo guio al principio e inclusive derrotándola.

Hasta que por mi culpa esa luciérnaga fue aplastada totalmente, dejando solo un pequeño despecho que se aferraba a mí, por un motivo que no conocía. Era lo único que me quedaba de la luciérnaga con la jugué por años, el único que lograba desesperarme y darme rabia hasta el punto de que las lágrimas bajarán. No podía dejar que lo único que me quedaba sufriera más daño.

Siempre a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora