Capítulo II

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Inuyasha.

Mi cabeza insistía en que no podía ser cierto, pero la calidez y suavidad de su mano se sentía tan real... el descontrolado palpitar de mi corazón era real.

Giró su rostro hacia mi y nuestros ojos volvieron a encontrarse. El azul mas hermoso que he visto me daba la bienvenida...

En realidad, la respuesta a mi pregunta era muy obvia. Ella estaba ahí, a mi lado, en ese avión rumbo a mi hogar... y no casada con otro. Supe en ese momento que Miroku había metido la nariz donde no debía.

El movimiento del avión al despegar y el consiguiente apretón de su mano, terminaron por liberar la sonrisa que desde mi pecho bullía. Aparte la mirada no queriendo ofenderle, pero su quejido enfurruñado y el que intentase de soltar mi mano... mi sonrisa murió un poco al centrarme en su rostro, en esas mejillas tintadas con rojo, en sus labios... ¡¿Enloqueciste?!

No, no, no. No estaba bien, por donde lo viera. Desear tanto de ella...

Solté su mano mientras intentaba sobreponerme a las intensas emociones. A los nudos que se formaban en mi estómago, al hormigueo en mis dedos, al desbocado palpitar de mi corazón.

Esto tiene que ser un sueño... o una pesadilla. No lo sé, pero es completamente irreal.

—¿So-soy una... molestia? —balbuceó.

Tome su obvio nerviosismo como una señal, como la única prueba que necesitaba para seguir adelante.

—No, Kagome —dije, saboreando su nombre en mis labios—. Solo... me sorprendiste.

Podría jurar que en sus ojos se reflejaban los mismos deseos, que esa sonrisa tirando de sus labios provenía del mismo lugar, que el pulso que pude notar al deslizar mis dedos por su muñeca... se hallaba tan acelerado como el mio.

—¿Es una locura? —murmuró.

Una azafata atravesó el pasillo a su lado, recordándome el hecho de que nos hallábamos en un avión, rodeados de gente. Cuando se hallaba lejos, y comprobé con una nerviosa mirada que nadie nos prestaba atención, volví a entrelazar mis dedos con los suyos. Solo n palmas unidas confirmándome que, de alguna forma milagrosa... no es tarde...

—No lo creo.






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El ritmo ideal (Inuyasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora