"Es al separarse cuando se siente y se comprende la fuerza con que se ama." -Fiodor Dostoievski (1821-1881, escritor).
Les dije que esta historia seguía, y así es.
No había dolor más grande (en ese entonces) que la aparente indiferencia de Margaret luego de que yo había vuelto a mi ciudad, y no lograba comprenderlo del todo, así que sencillamente me resigné. Ahora que lo pienso, ¿por qué esperar a que ella me contactara pudiendo hacerlo yo? No lo sé amigos, tenía 14 años y me estaba adentrando a mi primera relación amorosa, entre mi confusión y mis hormonas a tope no tenía muy en claro lo que debía o no hacer.
Marzo del 2014, "Margaret te ha enviado una solicitud de amistad".
No les miento cuando digo que grité y salté y de todo, nunca había estado tan emocionado; lógicamente hice lo que cualquiera de ustedes haría, así es, esperar un día para aceptar la solicitud, porque: 1. No hay que parecer desesperados, y 2. Hay que hacer creer que somos interesantes y no pasamos todos los días en internet, *guiño, guiño*.
Hablamos de muchas cosas, las cuales no comentaré porque se haría muy largo todo esto, y seamos honestos, ustedes sólo quieres saber a dónde llega todo esto sin tanta parafernalia. En fin, seguimos con nuestra "relación a distancia" implícita por un tiempo. Un par de meses después, para ser exacto inicios de junio, la querida Margaret tenía algo que decirme, amigos, el amor de mi vida adicta a los pringles se mudaría a mi ciudad; y efectivamente así fue. Siguió el resto de año escolar en otra escuela y vivía en la casa de su tía, relativamente lejos de donde yo vivía, pero eso era lo menos que importaba.
No podía creer todo lo que estaba pasando, ese era el momento perfecto para comenzar con los preparativos de la boda, ¿qué comida íbamos a dar? ¿En qué sitio sería? ¿Quién va a tocar? Ojalá no sea Maroon 5 con "Sugar".
Obviamente eso era lo que mi acelerado y hormonal cerebro pensaba en ese momento.
Estar con Margaret era lo mejor que podía hacer con mis días, me gusta pensar que no éramos una pareja común, nuestras citas se basaban en ver películas (y ver las películas), ella me compartía su música, hablábamos de las cuestiones sin aparente importancia en el mundo, íbamos siempre a McDonald's, y por qué no, también nos ayudábamos en nuestras tareas del colegio, éramos niños (ella de 15 y yo de 14 años), ¿qué esperaban?
Con ella me sentía acompañado hasta cuando no estábamos juntos, me desnudé completamente con ella, cuerpo y alma, así es amigos, mi testosterona y sus estrógenos no pudieron controlarse mucho tiempo. Era la segunda vez que tenía relaciones sexuales en mi vida y estaba aterrado, no era nada experto en ese asunto, y la inseguridad me invadía por completo, resultaba que Margaret era una chica que disfrutaba de su sexualidad al máximo, a su corta edad había tenido cosas adentro muchas veces, si saben a lo que me refiero *guiño, guiño*. Obviamente yo ya sabía todo eso de ella, muchas personas trataron de convencerme de que ella era una mala influencia para mí, y lógicamente todo eso me valió culo, yo quería estar con ella ahora, quien fue antes y lo que hizo no era mi prioridad, y hasta el día de hoy sigue sin serlo.
Algo de lo que siempre estaré agradecido con Magaret, es que estuvo conmigo cuando en aquellas vacaciones de mitad de año Juan, mi mejor amigo se suicidó. Ella no llevaba más de 15 días en la ciudad y ya tendría que lidiar con mi turbulenta vida, traté de alejarla para consumirme solo en mi tristeza pero ella siempre, siempre, siempre me acompañó, y de no ser por ella estaría mucho peor de lo que estoy ahora.
Estando ella acá decidí oficializar nuestro noviazgo, con todo el estilo de Jey, ya saben, lo nuestro era McDonald's, nos encontrábamos una tarde en su casa, pedí comida y una cosa llevó a la otra, y una BigMac, patatas fritas, un helado y un disco de Joy Division después éramos novio y novia.
Como todas las historias de la vida real, esta también tiene un final, nostálgico lo designaría yo.
Nuestra relación era cada vez más intensa y yo con mi escasa madurez emocional, no sabía como manejar la situación, me estaba enamorando perdidamente de Margaret, todos los días pensaba en sus ojos café, sus mejillas rojizas, su cabello rubio que caía al final de su espalda, ese baile con las manos que siempre hacía, entre muchas cosas que no quiero decir ahora. Ahora tengo claro de que no me estaba enamorando, ese tren ya había pasado hace tiempo, yo ya estaba enamorado de la pequeña señorita.
Cuando llegué a esa conclusión no pude con la idea de que estaba empezando a ser dependiente de ella, seamos honestos, el amor te deja sediento y siempre con ganas de más, y mis necesidades pasaban a segundo plano cuando aquella espécimen d la familia de los homínidos se cruzaba en mi mente, en resumen, tenía miedo.
El miedo te hace hacer cosas estúpidas, en mi caso, me hizo cometer uno de los pocos errores de los que en serio me arrepentía en ese entonces, decidí terminar con Margaret.
Nunca le di explicaciones claras, divagué mucho, le dije que entre el colegio, mis citas regulares al psicólogo, y unas excusas inventadas no tendría el tiempo suficiente para hacer de esta relación algo funcional. Nunca olvidaré la expresión en su cara, no era tristeza ni rabia, era alg mucho peor que eso, era un semblante de decepción.
Traté de ser amigos, pero la puse a ella en una posición tan incómoda, que prefirió ignorarme todo el tiempo, y no la culpo.
Diciembre de 2014, Margaret se había mudado devuelta a Bogotá.
Cada vez que lo pienso estoy más seguro de que Margaret se sentía de la misma forma que yo, pero ella decidió enfrentar el miedo en vez de correr despavorido como lo hice yo, ¿cómo estoy tan seguro de eso? Ella me lo dijo; tiempo después, obviamente.
Era agosto del año siguiente y yo decidí hablarle, y disculparme sobre todo, por ser un idiota. Después de un tiempo, ella entendió que yo era un niño inexperto e inmaduro, no sabía lo que quería y todo me asustaba.
Nos seguimos hablando igual que siempre, siendo honesto yo quería volver con ella, pero simplemente ya no era posible, ¿qué es lo que haces cuando no puedes ser novio del amor de tu vida? Exacto, te vuelves su mejor amigo.
Nos contábamos todo, y hablábamos siempre que teníamos oportunidad de hacerlo, claro que con el tiempo fuimos creciendo, y nuestras agendas eran cada vez más ajustadas.
Aún recuerdo la última vez que hablamos, hace un año yo estaba haciendo un trabajo de biología y ella me llamó por teléfono, charlamos unos 10 minutos.
-Puedes confiar en mi, y contar conmigo para lo que sea Jey, nunca lo olvides.- Dijo Margaret con un tono de calma, hasta el momento desconocido para mí.
-Y tú en mi, eres el amor de mi vida, aunque la haya cagado y lo siento.
-Te amo, Jey.
-Te amo, Margaret.
Es lo último que pasó entre nosotros, desde esa última llamada nuestra comunicación ha sido nula.
Si por alguna casualidad de la vida, Margaret (quien en vida real no se llama así) está leyendo esto, sólo quiero agradecerle por todo, por abrir mi mente y hacerme crecer y madurar, sin ella no sería la persona que está contándoles todo esto.
Eres el amor de mi vida Margaret, lo sabes.
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Grandes Amores de Un Chico Promedio
Teen FictionSólo contaré historias de mi vida, según el título es bastante obvio sobre qué serán. No existe un orden cronológico y pueden haber saltos en el tiempo.