"El amor consiste en dos soledades que se protegen, limitan y procuran hacerse mutuamente felices." -Rainer María Rilke (1875-1926, poeta).
El amor se presenta de diferentes maneras, y puedes amar a alguien sin necesidad de querer ser su pareja; de eso se trata esta historia, de uno de los amores más puros que puedan existir, la amistad.
Tenía yo 12 años y citas regulares con el psicólogo; un miércoles por la tarde llegué antes al establecimiento, habían varios consultorios ya que ahí tenían citas muchas personas más.
En fin, me siento yo en un sillón y pasados 15 minutos imaginarios salió un niño de un consultorio, si tan solo hubiese sabido todo lo que pasaría ente él y yo.
Se sentó junto a mí y comenzamos a hablar como si nos conociéramos desde siempre, esa es la cuestión cuando somos niños, no necesitamos presentaciones formales ni saber a qué te dedicas, es tan simple como debería serlo siempre.
Resulta que tenía citas en ese mismo lugar, y nuestros horarios coincidían una vez a la semana; todos los miércoles pedía a mi mamá llevarme más temprano a aquel lugar para poder ejercer interacción social con otro ser humano. A medida que hablábamos nos íbamos acercando más, supongo que en parte porque nos encontrábamos tan solos que nuestra compañía resultaba ser la única, y no necesitábamos de más.
Como es costumbre, les hablaré de quién se trata esta historia, Juan físicamente tenía cabello negro y más o menos largo, de contextura promedio, más bajo que yo y tenía un lunar en el tobillo, amaba el helado y los boleros románticos, no le gustaban las películas, creía en los horóscopos, era de esas personas que siempre sonríen a pesar de todo, era malo dibujando y excelente en matemáticas y creía que las mariposas monarca representaban las almas perdidas del cosmos, aquellas se perdían en su viaje y no alcanzaban a reencarnar en un cuerpo humano; en líneas generales, era un chico bastante profundo.
Compartíamos muchas cosas, entre esas nuestra edad, animal favorito, comida favorita y nuestra opinión sobre las piedras, son cool.
En cuestión de semanas nuestra amistad pasó de vernos en el centro de consultorios a yo ir a su casa siempre que tenía tiempo, y hablábamos por internet diariamente, ¿saben de qué me acabo de dar cuenta? Éramos fantasmas en la vida del otro, o como me gusta denominarlo, "amigos imaginarios reales"; pasábamos tiempo juntos, nos confiábamos secretos y nos ayudábamos el uno al otro; sin embargo, ni mis amigos o familia sabían de él y viceversa.
Con él aprendí que el amor es más que besos y tomarse de la mano (cosa que nunca pasó entre nosotros), es apoyarse mutuamente, es hacer cosas que detestas sólo porque la otra persona ama hacerlas, es compartir tus felicidades y superar tus tristezas, es cuando una sonrisa de la otra persona hace que veas el día en otro tono de azul.
Me hubiera gustado que nuestra amistad siguiese hasta el día de hoy, pero por razones más allá de mi alcance eso es imposible ahora.
Todo se comenzó a complicar en marzo del 2014, cuando Juan decidió confesarle a su mamá que era homosexual, a lo que ella reaccionó de manera escandalosa y se rehusaba a aceptarlo tal y como era; él tenía serios problemas de autoestima y la actitud de su progenitora no era favorable para su salud mental. Ella tomó la decisión de enviar a Juan con su papá (sus padres eran divorciados y vivían en diferentes ciudades) con la vaga excusa de que no quería lidiar con un hijo "así".
Juan se mudó con su papá, e incluso desde la distancia quería (y sentía la responsabilidad de) ser un apoyo para él incondicionalmente, pasara lo que pasara y estuviese quien estuviese. Trataba de animarlo casi todas las noches antes de ir a dormir, me confesaba que nuestras llamadas eran la razón para vivir su día todos los días y era el momento que más esperaba (después de la hora de comer).
Su padre no tenía ningún problema con su orientación sexual, la cosa es que él no estaba enterado de que su hijo estaba recibiendo ayuda psicológica y pasaba todos los días trabajando y los fines de semana con su novia; a Juan le estaba costando mucho hacer amigos en su nuevo colegio; gracias a las fuerzas invisibles que mueven el mundo, tenía la compañía de su prima casi todo el tiempo, ella es una niña demasiado extraordinaria, y estoy feliz de que ella haya estado para él cuando para mí no era posible.
Hubo un tiempo en el que nos dejamos de hablar, lo que era común entre nosotros de vez en cuando, yo comenzaba a estar algo más ocupado que de costumbre y teníamos la curiosa costumbre de "desaparecer" por un tiempo corto y luego volver a hablar, ya saben, para tener material de conversación medianamente decente. Pero esa vez fue diferente, ya había pasado más de un mes desde la última vez que hablamos, me desesperé con el pasar de los días y mis intentos de localizarlo eran nulos; a su WhatsApp no llegaban los mensajes y había dado de baja el resto de sus redes sociales, esta vez había desaparecido en serio.
Junio de 2014, recibo una llamada de Lucía, la prima de Juan diciéndome que se había suicidado dos semanas atrás, no podía creer que yo no lo sabía.
Empecé a tener un ataque de pánico al instante en que la escuché diciéndome eso.
Nunca en mi vida había sentido un dolor así de intenso, sentía ardor y quemazón en mi pecho, mi cabeza dolía todo el tiempo, mis ojos rojos y boca seca de tanto llorar, habían veces en que no podía respirar. Obviamente no quería alertar a mi familia, así que pasé el luto en silencio, y decía a mi familia que estaba teniendo alergias, nada de qué preocuparse.
Hasta el día de hoy sigo sin poder hablar de Juan sin que me invada la tristeza.
Él era una persona única, y teníamos muchos planes, como vivir juntos en la universidad, viajar a Nepal, crecer juntos y tener familias, que nuestros hijos vayan a estudiar juntos.
Me entristece saber que ya no podré abrazarlo, no podré habar con él, qué sería de mi si él aún estuviera vivo, qué pensaría de mis gustos, de mi ropa, etc. Es el hecho de saber que no tendré más recuerdos con él lo que me hace llorar cada vez que se acerca Junio.
Aún no sé cómo se suicidó, y para ser honesto no me siento preparado para saberlo. Aún no me recupero de toda esa situación, me cuesta hablar de esto sin hundirme en la culpa, debe haber algo que pude hacer y no hice.
Algo de lo que sí estoy seguro, es que nunca amaré a nadie de la manera en que amé a Juan; nos conocimos en un momento muy oscuro de cada uno y aún así estuvimos para el otro.
Tengo la esperanza de volver a encontrarme con él, nuestros átomos han existido durante millones de años, y se han encontrado y separado infinidad de veces, nos veremos en otra vida, y sin importar cuantas sean lo voy a amar con la misma intensidad una y otra vez.
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Grandes Amores de Un Chico Promedio
Подростковая литератураSólo contaré historias de mi vida, según el título es bastante obvio sobre qué serán. No existe un orden cronológico y pueden haber saltos en el tiempo.