☆ veintitrés ☆

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Sí buscábamos la normalidad de Isaac y la colocábamos en una escala del uno al diez para ver que tan normal era, seguramente la escala marcaría cero y se estaría excediendo un poco.

La feria para una persona normal significaría subirte a juegos mecánicos y gritar con fuerza o simplemente jugar juegos de destreza. Pero, para Isaac era mucho más que eso. Era disfrutar la feria, sentir la feria, ver la feria, oler la feria, y en conclusión, según él me había dicho, ser la feria.

Me arrastró entre la multitud de gente hacia la montaña rusa, por inercia me jalé hacía atrás y negué con la cabeza.

-¿Qué sucede?- me preguntó mientras me veía ladeando la cabeza.

-Le temo a las montañas rusas- confesé estática en mi lugar.

-Oh, vamos, no pasará nada, yo estaré ahí contigo- sonrió dulcemente apretando suavemente mi mano. Lo miré dubitativa por unos segundos.

-Está bien, vamos- accedí sin muchos ánimos, pero el hecho de verlo sonreír tan emocionado cuando acepté, hizo que se esfumaran todas mis inseguridades.

El hombre del juego ajustó nuestro asiento revisando que estuviera asegurado. Y lo único que yo aseguraba, era que vomitaría todo el algodón de azúcar que Isaac me había comprado en la entrada.

El juego comenzó a andar y sentí como mi corazón latía desenfrenado y mis manos comenzaban a temblar. Me sujeté fuerte y sentí una mano cálida sobre la mía. Volteé anonadada hacia Isaac quién me miraba tiernamente.

-Tranquila, yo siempre estaré cuidándote.

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