Aquella mañana, en la sala común de Gryffindor, el espíritu navideño estuvo ausente. Hermione había encerrado a Crookshanks en su dormitorio, pero estaba enfadada con Ron porque había querido darle una patada. Ron seguía enfadado por el nuevo intento de Crookshanks de comerse a Scabbers. Harry desistió de reconciliarlos y se dedicó a examinar la Saeta de Fuego que había bajado con él a la sala común. No se sabía por qué, esto también parecía poner a Hermione de malhumor. No decía nada, pero no dejaba de mirar con malos ojos la escoba, como si ella también hubiera criticado a su gato. Luna, por el contrario a los otros tres, estaba leyendo un cómic muggle sobre una especie de hombre araña mientras comía algunas ranas de chocolate que Remus le dio cuando fue a dejarle la escoba.
A la hora del almuerzo bajaron al Gran Comedor y descubrieron que habían vuelto a arrimar las mesas a los muros, y que ahora sólo había, en mitad del salón, una mesa con doce cubiertos.
Se encontraban allí los profesores Dumbledore, McGonagall, Snape, Sprout y Flitwick, junto con Filch, el conserje, que se había quitado la habitual chaqueta marrón y llevaba puesto un frac viejo y mohoso. Sólo había otros tres alumnos: dos del primer curso, muy nerviosos, y uno de quinto de Slytherin, de rostro huraño. Remus le había insistido en que fuese a almorzar con ellos.
—¡Felices Pascuas! — Dijo Dumbledore cuando Harry, Ron, Hermione y Luna se acercaron a la mesa. — Como somos tan pocos, me pareció absurdo utilizar las mesas de los colegios. ¡Sentaos, sentaos!
Harry, Ron, Hermione y Luna se sentaron juntos al final de la mesa.
—¡Cohetes sorpresa! — Dijo Dumbledore entusiasmado, alargando a Snape el extremo de uno grande de color de plata. Snape lo cogió a regañadientes y tiró.
Por dentro, Luna no paraba de reír ante la escena, aunque por fuera solo dejaba ver una leve sonrisa. Sonó un estampido, el cohete salió disparado y dejó tras de sí un sombrero de bruja grande y puntiagudo, con un buitre disecado en la punta.
Harry miró a Ron y los dos se rieron. Snape apretó los labios y empujó el sombrero hacia Dumbledore, que enseguida cambió el suyo por aquél.
—¡A comer! — Aconsejó a todo el mundo, sonriendo.
Mientras Luna se servía patatas asadas, las puertas del Gran Comedor volvieron a abrirse. Era la profesora Trelawney, que se deslizaba hacia ellos como si fuera sobre ruedas. Dada la ocasión, se había puesto un vestido verde de lentejuelas que acentuaba su aspecto de libélula gigante.
—¡Sybill, qué sorpresa tan agradable! — Dijo Dumbledore, poniéndose en pie.
—He estado consultando la bola de cristal, señor director. — Dijo la profesora Trelawney con su voz más lejana. — Y ante mi sorpresa, me he visto abandonando mi almuerzo solitario y reuniéndome con vosotros. ¿Quién soy yo para negar los designios del destino? Dejé la torre y vine a toda prisa, pero os ruego que me perdonéis por la tardanza.
—Por supuesto. — Dijo Dumbledore, parpadeando.— Permíteme que te acerque una silla...
E hizo, con la varita, que por el aire se acercara una silla que dio unas vueltas antes de caer ruidosamente entre los profesores Snape y McGonagall. La profesora Trelawney, sin embargo, no se sentó. Sus enormes ojos habían vagado por toda la mesa y de pronto dio un leve grito.
—¡No me atrevo, señor director! ¡Si me siento, seremos trece! ¡Nada da peor suerte! ¡No olvidéis nunca que cuando trece comen juntos, el primero en levantarse es el primero en morir!
—Nos arriesgaremos, Sybill.— Dijo impaciente la profesora McGonagall.— Por favor, siéntate. El pavo se enfría.
La profesora Trelawney dudó. Luego se sentó en la silla vacía con los ojos cerrados y la boca muy apretada, como esperando que un rayo cayera en la mesa. La profesora McGonagall introdujo un cucharón en la fuente más próxima.
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Luna Andromeda Black y el Prisionero de Azkaban
FanfictionLuna cursa quinto curso en Hogwarts. La chica, al igual que su padre y su tío está en Gryffindor. Ese verano, algo pasa: su padre huye de azkaban. Su tío acepta el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras en Hogwarts y una nueva aventura comienza...