𝟏𝟑

633 30 9
                                    

Luna pudo ver como Sirius, en su forma perruna, arrastraba a Ron hasta el colchón donde ella estaba durmiendo. Lo traía por la pierna. La chica no terminaba de entender que estaba pasando.

Ron, que tenía la pierna sobresaliendo en un ángulo anormal, dio otro pequeño grito cuando vio a Luna a su lado. Mientras, Sirius volvía a su forma humana detrás de la puerta. Luna se levantó y le encaró.

—¿Estás loco? ¿Porqué traías a Ron sangrando? ¿Qué ha pasado?

Justo en ese momento, la puerta se abrió de una patada. Harry y Hermione entraron. Crookshanks, que estaba acostado en la cama de la que Luna se acababa de levantar, ronroneó al verlos. Harry y Hermione se acercaron rápidamente a Ron.

—¡Ron!, ¿te encuentras bien?

—¿Dónde está el perro?

—No hay perro.— Gimió Ron. El dolor le hacía apretar los dientes.— Harry, esto es una trampa...

—¿Qué...?

—Él es el perro. Es un animago...

Ron miraba por encima del hombro de Harry. Harry se dio la vuelta. Sirius, envuelto en las sombras cerró la puerta tras ellos.

—¡Expeliarmus!— Exclamó Sirius, dirigiendo hacia ellos la varita de Ron.

Las varitas que empuñaban Harry y Hermione saltaron de sus manos, y Black las recogió. Dio un paso hacia ellos, con los ojos fijos en Harry. Luna no reconocía muy bien como actuaba su padre, no entendía que estaba pasando, se había quedado parada, junto a la puerta, observando todo como una espectadora.

—Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo.— Dijo con voz ronca.— Tu padre habría hecho lo mismo por mí. Habéis sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...

Sin saber lo que hacía, Harry se adelantó, pero algo se movió a sus costados, y dos pares de manos lo sujetaron y lo hicieron retroceder.

—¡No, Harry!— Exclamó Hermione, petrificada.

Ron, sin embargo, se dirigió a Sirius:

—Si quiere matar a Harry, tendrá que matarnos también a nosotros.— Dijo con fiereza, aunque el esfuerzo que había hecho para levantarse lo había dejado aún más pálido, y oscilaba al hablar.

Algo titiló en los ojos sombríos de Black.

—Échate,— Le dijo a Ron en voz baja.— o será peor para tu pierna.

A Luna, la situación le empezaba a parecer incluso un poco cómica.

—¿Me ha oído?— Dijo Ron débilmente, apoyándose en Harry para mantenerse en pie.— Tendrá que matarnos a los tres.

—Sólo habrá un asesinato esta noche.— Respondió papá, acentuando la mueca.

—¿Por qué?— Preguntó Harry, tratando de soltarse de Ron y de Hermione.— No le importó la última vez, ¿a que no? No le importó matar a todos aquellos muggles al mismo tiempo que a Pettigrew... ¿Qué ocurre, se ha ablandado usted en Azkaban?

Y haciendo un último esfuerzo se liberó de Ron y de Hermione, y se lanzó.

Había olvidado la magia. Había olvidado que era bajito y poca cosa y que tenía trece años, mientras que Sirius era un hombre adulto, y más alto que él. Lo único que sabía Harry era que quería hacerle a Black todo el daño posible, y que no le importaba el que recibiera a cambio. Y eso se veía reflejado en su rostro

Tal vez fuera por la impresión que le produjo ver a Harry cometiendo aquella necedad, pero no levantó a tiempo las varitas. Harry sujetó por la muñeca la mano libre de Sirius, desviando la orientación de las varitas. Tras propinarle un puñetazo en el pómulo, los dos cayeron hacia atrás, contra la pared.

Luna Andromeda Black y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora