18

986 104 12
                                    

— ¡Richard! ¿Qué sucede?— intento soltarme de su agarre.

— Necesito hablarte Amaya.

— ¿Después de lo que pasó ayer quieres hablar? Lo único que te agradezco es que me hayas sacado de esa apestosa fiesta.

— Amaya— dice preocupado—. Hoy amanecí con los chicos, no sé cómo diablos llegué ahí.

— Te fuiste con ellos después de maltratarme.

— ¿Qué yo hice qué?— se sorprende—. No sé, pero están pasando cosas muy raras. Resulta que amanezco ahí, y ahora me dices que te maltraté y no recuerdo haberte hecho eso.

— Richard, si estás buscando que te perdone, así no vas a conseguir nada— le digo molesta.

— Amaya, juro no acordarme de ese supuesto maltrato que te hice— sigue confundido y algo preocupado—. ¡Ah! Y otra cosa rara me pasó ésta mañana, ¿ves este brazo?— me señala su brazo izquierdo.

— ¿Qué pasó?

— Tengo un tremendo hematoma, como si me hubiesen inyectado varias veces en el mismo lugar.

— ¿Estás diciendo que alguien te ha estado inyectando sin que te dieras cuenta?

— Tal cuál... Amaya esto es muy raro, qué te haya maltratado y no me acuerde y que de repente aparezca como inyectado quien sabe el qué y por quién.

— Richard no te preocupes, que voy a averiguar quien está detrás de todo esto.

— Amaya esto me preocupa, al parecer hay alguien que me droga para que te maltrate o actúe de una forma fuera de lo normal y tú termines alejándome de ti.

— Tienes toda la razón— me quedo algo dudosa, estoy rodeada de gente capaz de hacer lo que sea que en estos momentos para mí son todos sospechosos.

— Ya lo descubriremos.

— ¡Amaya!— la chica que estaba entrelazando sus manos con Pedro viene hacia mí—. No sabes las ganas que tenía de conocerte.

— ¿Esposa de Pedro?— me hago la interesada.

— Sí, estoy muy emocionada por estar casada con un hombre tan maravilloso como él.

— Perdona que te lo diga así, pero Pedro no es quien aparentar ser.

— He escuchado cosas así y me han dicho que tu eres la única que me puedes decir toda la verdad por ese año que duraste casada con él.

– Mira...— me quedo un rato pensando.

— Gema— me dice tímida—. Me llamó Gema.

— Mira Gema, Pedro es un perro, cuando todo le salga mal querrá desquitarsela contigo. Y si sales embarazada y quieres tener a ese bebé, escapa. No importa si el bebé se cría sin padre, lo importante es que esté vivo.

— ¡Ay Amaya! Te escucho y no lo puedo creer— se preocupa un montón, siento algo de pena por ella, la pobre es tan indefensa y no sabía que estaba casada con un miserable—. ¿Puedo contar contigo para cualquier cosa?

— Claro, Gema— sonreí.

— Ya me voy adentro para que Pedro no se moleste— se despide.

— Pobre chica— susurré.

— Tu más que nadie deberás entender lo que le pasa. ¿Quieres que salgamos de aquí?— me toma delicadamente las manos.

— Vamos— le sonrío.

— ¡AMAYA!— me volteo al escuchar la voz que aquella persona que odio tanto.

— ¡Cuánto tiempo mi amor!— me sonríe hipócritamente Pedro.

— ¿Qué quieres maldito hipócrita?

— Ver a mi ex mujer— echa a Richard a un lado para acercarse a mí—. Te he extrañado mucho preciosa, lástima que me obligaste a firmar ese divorcio porque extraño cuando te obligaba a estar conmigo, los dos solitos, en nuestra cama.

— ¡Imbécil!— Richard le pega un puñetazo en la cara.

— Vaya, vaya— se empieza a limpiar la sangre que corría de su boca—. A Amaya nadie la tiene que querer, tiene que morir sola, por eso haré que poco a poco se esté desencantando de ti.

— ¿De qué hablas idiota— Richard va a pegarle de nuevo pero lo retengo—. ¿Tu eres quién me ha estado drogando?

— ¿Qué pasa si te digo que sí?— Pedro se burla de él.

— ¡Te voy a matar, imbécil!— Richard va a pegarle pero le detengo de nuevo.

— Aquí no, Richard— le freno—. Si quieres después de aquí le pegas todo lo que quieras.

— ¡Amaya era él!— Richard se altera—. Ese imbécil fue el que hizo todo eso, me la tengo que vengar.

— Tranquilo mi amor. Ahí está la pista, Pedro es un idiota, y si el tiene algo que ver, hay otra persona detrás de esto y no dudo de que sea Matt.

— Richard...— Cristian aparece detrás de él—. ¿Me puedes dejar a solas con mi hija?

— Si señor— Richard se va furioso, tenía gana de pegarle pero se contuvo.

— Hija, ¿hasta cuándo vas a seguir detrás de Richard?— me dice mi padre.

— No te metas en mí vida Cristian.

— Hay un dicho por ahí que dice que la vida de dos narcos es una bendición— le sonríe.

— Yo no estoy muy segura de eso— le contesto.

— Yo sí, y hasta he llegado ha pensar que tiene sentido.

— ¿Qué quieres Cristian? Me dijiste éste dicho la vez que me obligaste a casarme con Pedro.

— Algo parecido te traje— se ríe—. Tienes que casarte con Jhon Taborda.

— ¿Estás demente? ¿No te queda claro que estoy con Richard?

— Me vale una mierda Richard— me grita—. Con Richard yo no gano nada, con Taborda, sí.

— Yo no me voy a casar con Taborda, no.

— Hija— se acerca a mí—. Richard es muy vulnerable, y sé que lo estás cuidando; pero te tienes que casar con Jhon si o sí.

Mi Objetivo |Richard Camacho|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora