7.

2 0 0
                                    

Me levanté del sofá y caminé lentamente hacia la mesa. Me senté con una rodilla doblada y de espaldas a él. Abrí el tarro de helado y empecé a comer lentamente mientras sentía su mirada cargada de deseo siguiendo cada movimiento. Cogí una cucharada grande y me giré un poquito para que pudiera ver como me deleitaba con el sabor de la vainilla. Parecía una bestia enjaulada a punto de atacar. Le sonreí de forma provocadora y vi como el deseo aumentaba en sus ojos. Cambié mi posición y volví la vista al frente en vez de a él. Sentí como se levantaba del sofá y caminaba hacia mi. De repente sentí su mano recorrer mi espalda y cerré los ojos involuntariamente, sus dedos dejaban fuego por donde pasaban y su cercanía me cortaba la respiración. Abrí los ojos para encontrarme con su mirada que parecía estar en llamas.

-Disculpa- el toque de mi compañero de asiento en el tren me trajo de vuelta a la realidad. Tenía unos ojos azules como el cielo y una hermosa sonrisa.
Sonreí.
-Ah perdona- me levanté del asiento y lo dejé pasar.

Debo estar enferma o algo, no puede ser que en unos meses me haya trastornado. La bestia había calado en mis huesos de mala manera.

Cogí el asiento que había dejado el chico y me puse a observar el paisaje, desvié la vista porque me mareé y empecé a emocionarme con mi llegada a Barcelona. A ver si por fin me lo podía sacar de debajo de la piel.

Nuestras conversaciones seguían por supuesto, el me deseaba los buenos días, me preguntaba cómo estaba y se olvidaba de mi existencia hasta que me deseaba las buenas noches o hasta el día siguiente. No era posible mantener una conversación fluida y normal en la que nos contáramos cosas que nos habían sucedido durante el día. Y mi desesperación iba en aumento, era patético.

Quería cortar las cosas, dejar de hablarle, dejar de esperar sus respuestas pero, ¿Cómo?. Y además estaba mi ex, bueno, mi ex más reciente, que seguía ahí, me apoyaba, me escuchaba, era mi amigo. Pero no lo quería de vuelta. No había química, no había nada. Solo amistad. Con la bestia me bastaba vivir de los recuerdos para babear por él. Rebobinaba una y otra vez los recuerdos y cada vez me lastimaban más.
Me consolaba a mi misma con historias de como iba a ser nuestro reencuentro, de que se pondría celoso, de que me volvería a prometer su amor eterno. Y luego venía la voz de la conciencia y me decía que cuál era exactamente el plan porque basados en mi experiencia anterior, tener una relación, pocos meses después de terminar otra de 5 años con el ex anterior que dejé por el ex actual no era precisamente lo mejor que podía hacer viviendo en un pueblo como el mío. Eso sin contar su familia y la mía. Y por supuesto mi ex actual y su papel en mi vida. Podría vender la historia, hacerme millonaria, famosa, montar mi empresa y mandarlos a todos a la mierda.

Pero en vez de eso me ahogaba en helado, chocolates y Gossip Girl, definitivamente necesito un Chuck Bass, sin las drogas y las putas, pero Chuck Bass.

-No entiendo qué es lo que quieres de mi, ¿para qué me hablas? ¿Por qué sigues dándome los buenos días? Yo no te importo, solo acéptalo y déjame en paz- otra vez trataba de sacar alguna maldita reacción de su parte, que me respondiera que sí le importaba, que me dijera que me hablaba porque me extrañaba. O que me mandara a la mierda de una vez por todas y así pudiera empezar a olvidarlo.
-Hablamos cuando se te quite la regla.- era tan desesperante, maldito imbécil, ¿cómo sabía que tenía el período?
- ¡No tengo el período! ¡Tú no sabes nada! Solo deja de hablarme y olvídame- definitivamente esa no era yo, eran las hormonas hablando, pero no lo iba a admitir.
-Te conozco, cuándo se te pase, volvemos a hablar- y así sin más dejaba de responderme hasta el día siguiente, cuando en efecto estaba más calmada, lo odiaba.

Más o menos esa era nuestra conversación desde hacía un par de meses, el resto del tiempo yo me comportaba de forma normal, había aprendido a manejar sus formas y me consolaba que él tenía un horario bastante marcado. Se levantaba me daba los buenos días, si tenía tiempo me hablaba y cuando llegaba a casa que para mi era de madrugada, de vez en cuando intercambiábamos un par de frases.
Para consolarme buscaba cosas en las que perder el tiempo, veía películas, leía libros, practicaba idiomas, buscaba trabajo, pronto encontraía un trabajo que me absorbiera y no tendría tiempo de pensar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 30, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora