Un grito de terror se extendió por el sombrío bosque, atormentando su calma, provocando como consecuencia, que los pájaros posados en un árbol salieron volando despavoridos. MinSeok despertó agitado debido a una horrible pesadilla, en la que un lobo lo perseguía por horas y horas entre los árboles grandes, para luego atraparlo y devorar su carne fresca, sintiéndose tan real. Abrió los ojos lentamente acostumbrándose a la luz, dándose cuenta de que no estaba en su habitación, que tenía una herida en la cabeza envuelta en hojas y ungüentos medicinales, y que su sueño no había sido del todo irreal como había pensado.
Su respiración se aceleró y el pánico creciente en su pecho hizo que se levantara del suelo con desespero, provocando que su cabeza diera vueltas, y casi cayera de bruces contra este, pero unos fuertes brazos en su cintura impidieron que eso pasara.
Un cuerpo alto y delgado se plantó ante él, sintió su corazón detenerse; no sabía si por el miedo de encontrarse con un extraño, o por la belleza que este irradiaba. Su piel era blanca y brillante como la escarcha de invierno, con facciones afiladas que parecían esculpidas por los ángeles del Hacedor, cabello negro como las alas de los cuervos y labios carnosos del color de la sangre. MinSeok salió de su ensueño cuando escuchó la voz del hombre.
—¿Está usted bien? —Preguntó el desconocido aún sin dejar de sostener al más pequeño, rodeando los brazos alrededor de su cintura.
—Sí... e-estoy bien. —Respondió el contrario, tratando de mantener su voz firme, pero fracasando en el intento.
La voz de MinSeok se quedó atascada dentro de su garganta, sin poder pronunciar palabra alguna. Resultaba imposible decir algo más, preguntar por qué se encontraba él allí, por qué era cautivo de el par de perlas negras bajo los párpados del joven, que le miraban fijamente como si pudiera ver a través de sus vestiduras.
Ambos estaban perdidos dentro de la mirada del otro, sus respiraciones eran agitadas y sus cuerpos estaban tan cerca... Hasta que el rubio salió de su trance y se soltó abruptamente del agarre del más alto, alejándose lo más posible de su tacto, como si fuera ácido quemando su piel.
—¿Quién es usted? —Susurró, su cuerpo temblando. —¿Me ha estado siguiendo? —Preguntó amenazante, pero su voz flaqueó, provocando que el hombre desconocido soltara una leve risita.
Una sonrisa felina se extendió por el bello rostro de aquel joven. Y MinSeok agradeció estar aferrado a un árbol en ese momento, porque estaba seguro de que sus piernas le fallarían y caería contra el duro suelo.
—Mi nombre no es de importancia. —Respondió con simpleza, con un toque de arrogancia en la voz. —Y no, no le he estado siguiendo como usted piensa. —Se acercó lentamente, con movimientos gráciles y elegantes, observando al más pequeño como si de su presa se tratase y estuviera a punto de darle un bocado.
—¡Aléjate! —Exclamó el más pequeño firmemente.
Tomó una vara del suelo y la alzó ante el desconocido, intentando poner distancia entre ellos, e implicando que le golpearía de ser necesario. MinSeok podía ser dulce, ingenuo y tal vez un poco despistado, pero él no era tonto, y siempre había sabido cuidarse de los extraños. Y ahora, estando en un bosque, rodeado de maleza, árboles y soledad, no permitiría que ese joven, por más hermoso que este fuera, le hiciera daño.
—Oh, por favor, baja esa rama. —El joven se acercó despacio, con ambas manos levantadas. —No voy a hacerte daño alguno, cariño. —El menor frunció el ceño ante ese mote.
—No lo voy a hacer. —Espetó con seguridad, agarrando la rama firmemente. —No hasta que me responda, ¿cómo se llama y por qué está aquí conmigo?
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Red Boy «ChenMin» [EDITADA]
RomanceLa madre de MinSeok le advirtió de los peligros que podía encontrarse en el viejo y denso bosque. Toda su vida escuchó los macabros relatos sobre las criaturas que allí habitaban. Estás eran grandes, peludas y sus dientes desgarraban la carne sin pi...