Capítulo 12

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La respuesta de Dylan a mi pregunta me había dejado muchas dudas.

MI SUEÑO Y MI MALDITA PESADILLA.

-A.. a...que te refieres Dylan?-dije mirando sus ojos grises llenos de dolor por los golpes que traía y mezclados con la melancolía que tenía en el corazón. Deseaba poder ayudarlo no sólo con el dolor físico si no con el que tenía adentro también.

-Será mejor que no lo sepas, estarás a salvo....-dijo eso y simplemente cayó profundamente dormido o medio desmayado en realidad, no me preocupaba que fueran los golpes ya que me aseguré de que fueran sólo superficiales y se podía notar la alta ingesta de alcohol que tenía encima.

Seguí limpiando su rostro con cuidado al tiempo que  desinfectaba las heridas, no me podía imaginar el tipo de lugares que el frecuentaba pero dudo que sea un lugar decente el que le haya causado tanto daño.

Al terminar de limpiar y vendar sus heridas, caminé hasta su armario, hallé una de las remeras grandes que suele usar, me giré y al verlo allí acostado en la cama me di cuenta de que con el tamaño que tiene no podría moverlo yo sola y cambiarle la ropa, si se preguntan cómo es que subí con el a la segunda plata es porque él no estaba inconsciente y me ayudaba. Desistí de la idea de cambiar su ropa y me dirigí a la cocina a buscar una pastilla para resacas, me pareció haber visto una de esas en los cajones.

En la cocina me senté en frente a la isla de cuarzo negro que teníamos y me puse a analizar sus palabras y las de Emy, no puedo creer que piensen que si la supuesta chica supiera de mi existencia yo estaría en peligro, también tengo un lado oscuro como todos, y también sé como defenderme, nunca me gustaron los secretos, y me aterra estar rodeada de ellos ahora.

Debería averiguar que pasa con Dylan, pero para eso necesitaba ser su amiga, si bien sabía que yo no era de su agrado, no tiene de otra, no sólo vivimos juntos, sino que  estamos casados. Me gusta pensar que soy una buena persona asi que caminé con las pastillas en mis manos y se las dí a Dylan por la fuerza, me costó, pero sé que me agradecerá mañana.

Me acosté a un lado de su cama lo más lejos de él que pude y cerré los ojos, mañana domingo sería un largo día y me pondría a buscar respuestas a mis preguntas, ya que si nadie era capaz de responderlas, las obtendría por mi cuenta.

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Desperté, intenté voltearme pero... unos grandes brazos rodeaban mi cintura, me removí incómoda, tomé su brazo y lo aparte bruscamente, no me gustaba dormir de esa manera era incómodo para mi. Dylan sólo gruñó, y comenzó a balbucear, aunque estaba molesta por tener que dormir con él y también por el hecho de que apestaba igual que él ahora mismo, no pude evitar soltar una carcajada se veía tan vulnerable y perdido que sé que las resacas no le sientan tan bien (es más a nadie le sienta bien).

Bajé las escaleras cuidadosamente y se sentía un aroma exquisito en la casa proveniente de la cocina, supuse que las primas estaban preparando el desayuno, pero cuando entré en la cocina no eran ellas quienes estaban allí, sino la Señora Henderson.

-Buenos días Cariño.-dijo con una amplia sonrisa en los labios.-espero no te moleste que haya entrado así, solo que mis sobrinas iban de salida cuando llegué, por cierto estás hermosa... ellas lo hicieron muy bien.

-Gracias... supongo, pero no entiendo que hace aquí tan temprano tenía entendido que David y usted llegarían para almorzar.-dije recordando haber hablando con el Señor Henderson el viernes por la noche.-Pero esta bien de todas formas.-dije y noté que se había relajado con mi último comentario.-No me gusta cocinar y Tom estará fuera de la ciudad unos días.

Gracias a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora