A la Antigua Grecia

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Atenas, la capital, estaba colmada de gente. Puestos y gritos se escuchaban en cada rincón. Unos vigilantes supervisaban a todo el mundo mientras realizaban sus compras.

Llegar de una colonia pequeña a este lugar no era una mala idea, era una pésima. Todos te miraban con suficiencia como si fueras poca cosa, típicos muchachos creídos. Siempre terminabas cruzándote con alguno por mala suerte.

El mercado llamado "Ágora de Atenas" era un lugar inmenso. Millones de personas, incluso extranjeros llegaban de todos los rincones del mundo. Este era un amplio espacio abierto en el que se desarrollaban todo tipo de actividades. Es lindo recorrerlo de punta a punta.

Daila había llegado antes del amanecer para vender y comprar algunos productos. Una señora muy amable, siempre la traía cada vez que necesitaba ir a Atenas. Era una antigua amiga de la familia, se llamaba Anthea. Se trataba de una mujer mayor que vivía cerca de su casa, a unos cien kilómetros para ser exactos. Siempre había sido amable y atenta con ella y su padre.

Pasó caminando toda la mañana. Observó con desprecio algunos templos, sabía que no está bien hacer eso. Los rituales y los castigos eran más frecuentes, todos en honor a los dioses del Olimpo.

Odiaba sentir miedo y tener que ocultarse solo porque no quería ser una chica delicada y frágil. Si alguien de Atenas descubría que era la afamada cazadora de la región, seguro que la castigarían de la peor forma posible.

Se detiene junto a un puesto de frutas, seguro que a su amiga Hesper le gustaría una. Intenta buscar una manzana roja para su amiga cuando alguien se tropieza con ella. Era un chico de 17 años poseía el cabello de color castaño y los ojos parecidos a la miel, brillantes, sin duda.

—Lo siento señorita. ¿Se encuentra bien?—dice tendiéndole la mano amablemente—.

—Sí. Fue solo una caída estoy bien.

— ¿Daila eres tú?—pregunta amable—.

Genial, sabía quién era. Lo mejor del mundo. Seguro de que ahora empezaría a burlarse de ella como los demás chicos del pueblo.

—Sí. Ahora tengo que irme. Voy a llegar tarde a otra parte—.

Sale corriendo antes de poder decirle una palabra. Nunca había sido buena para hablar con los muchachos.

La noche comienza a caer en la ciudad griega. Una extraña niebla cubre la ciudad, ocultando la mayoría de las calles. Otra noche sin Luna, perfecta para tramar planes y cometer crímenes sin que nadie se enterara.

— ¡No!—le grita una chica a un guardia—.

Los castigos a las mujeres eran frecuentes en la sociedad antigua. La falta de esta chica había sido contestarle a un hombre en una reunión. El castigo serían los azotes.

Extrañas brumas blancas empiezan a rodearlos y una brisa espectral los envuelve. Se escucha la tormenta. en la noche, fuertes sinfonías que sirven de espectáculo.

Una flecha casi le da en la cabeza al guardia. No, de nuevo. Todo empieza a tornarse siniestro.

— ¡Déjala en paz!—dijo una muchacha firmemente—.

Era una mujer con un velo azul oscuro que le cubría el rostro. Llevaba puesto un vestido del color de la noche y la niebla se arremolinaba a su alrededor. Su arco de plata relucía entre la oscuridad de la noche.

—Este no es uno de tus asuntos, mujer. Retírate en este mismo instante o tendré que llamar a los demás—expresa inseguro—.

La otra estalla en carcajadas y le sonríe desde lejos, aunque no puede notarse por su velo.

—Creo que deberías aprender a respetar.

Comienza a lanzarle flechas y el otro corre asustado por su presencia.

La chica que estaba siendo azotada le agradece. Tenía catorce años de edad y un aura valiente. No era más que una muchacha de cabello pelinegro y ojos negros.

—Gracias señora Artemisa—agradece haciendo una reverencia—.

—No soy Artemisa pero ella seguramente te hubiera ayudado. —Se quita el velo de la cara—.

La otra la abraza y sale corriendo, perdiéndose en la noche.

Daila observaba como su nueva amiga se alejaba. Esconderse antes de que llegara la gente iba a ser una buena idea. La noche era su aliada y su eterna compañía.

"Mujer osada es aquella que he conocido. Se pierde entre la noche y defiende a las valientes. Sus seguidoras son las más fuertes. Noche oscura las cobijará y les brindará apoyo. Ellas son las mujeres valientes de antaño."

El Dilema de una Cazadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora