9. ¿YO..., PASTOR?

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«El pastor cristiano, es una persona designada por Dios para cuidar, alimentar y guiar a los feligreses de una iglesia local, para que aporten a la construcción de un presente y mejor futuro de la sociedad».

Fue en marzo del año 1999 en una pequeña iglesia de Santiago de Chile cuando por primera vez un feligrés me dijo «pastor». Lo recuerdo como si fuera ayer, el nombre de esa bendita alma es Verónica Miranda, tía de mi amigo Israel Miranda, ¡qué linda familia de mujeres fieles! Verónica viajaba largas distancias desde su casa junto con sus hijas para apoyar la obra que mi esposa y yo intentábamos liderar, lo hacían no importando el calor, el frío o la lluvia. Fueron misericordiosas con nosotros pues sabían que era nuestra primera experiencia como pastores, y ellas por tanto nuestras primeras «ovejas». Errores y aciertos son los que tuve con esa primera iglesia. Felices recuerdos de aquella escuela de aprendizaje. Todos los miembros adultos de esa congregación me sobrepasan en años, era a su parecer un niño y es que tenía apenas veinticuatro años de edad.

«Pastor» —me dijeron—, que lindo sonaba ese nombre en boca de mis ovejas pero, ¿comprendía yo realmente lo que significaba? Lo dudo. En el seminario donde me habían entrenado hicieron un trabajo fantástico académicamente hablando, pero saltar del aula a la práxis es algo muy distinto. Había estudiado con los mejores profesores de teología, Biblia, liderazgo, homilética, historia eclesial, liturgia, etcétera; todos expertos en sus distintas áreas y, de lo cual, estaré eternamente agradecido, fueron mentores que guiaron mi vida; pero la escuela de la vida se encarga de darte aquellos conocimientos que serían imposibles de adquirir en otro lugar que no sea el ejercicio práctico.

En 1998 me gradué como licenciado en teología pero no como pastor. El título de pastor es algo que no consigues en un centro de entrenamiento teológico o misionero, es un don divino que sólo puede ser aprobado o rechazado por la iglesia, por los propios feligreses que ven en ti a un pastor de verdad o a uno que cree ser pastor, pero en verdad no lo es. ¡Cuántas personas andan por ahí dirigiendo iglesias, ministerios o liderazgos sin ser en verdad pastores! Son buenas personas, cristianos que aman el servicio pero están sinceramente equi- vocados. Creo que algunos erraron su profesión. No digo esto en sentido de crítica irresponsable, mi opinión no es mía sola, pertenece a varios expertos en pastoral que ven con asombro como cada vez hay más personas que se auto-reclutan como pastores sin tener en cuenta lo que éste término implica. Nos haría bien leer a Rogelio Nonini en su magnífica obra «Tarea Pastoral». Ahora bien, también es cierto que muchos pastores son pastores de verdad, hombres y mujeres genuinamente llamados al ministerio —no «silbados»—, que ejercen bien su llamado, su don, su vocación. Pastores y pastoras que atienden el rebaño con responsabilidad, pasión y seriedad. En mis pocos años de ejercicio pastoral (y digo pocos porque hay quienes me duplican) he visto excelentes pastores de la grey de Dios, y a otros que les hubiera ido mejor como futbolistas, médicos, abogados o cualquiera otra profesión.

PASTORAL

La palabra «pastoral» se refiere al ejercicio del trabajo del pastor, por lo tanto, definiremos los términos Pastor, Ministro y añadiremos uno que no puede desligarse de ninguna manera de los dos anteriores, siervo.

PASTOR 

El término proviene del vocablo hebreo ra'ah, que significa: «Uno que cuida, alimenta y guía». Se refiere a los pastores de ovejas que en Israel cuidaban los rebaños de ovejas. En griego la palabra pastor proviene de poimen, y significa: «Un apacentador, guiador de ovejas; uno que cuida, dirige, guía, atiende, alimenta y protege un rebaño». En castellano la palabra pastor significa, según la Real Academia de la Lengua Española: «Persona que guarda, guía y apacienta el ganado, especialmente el de las ovejas».

Así entonces ra ́ha, poimen y pastor, involucran tres palabras que describen la función del pastor: Cuidar, alimentar, guiar. Si tuviésemos que utilizar estas palabras para construir una definición que aclare el concepto de «pastor evangélico, o pastor cristiano», ¿Cómo sería dicha definición?

Una buena definición del oficio «pastor cristiano» o «pastor evangélico» sería: «Pastor cristiano, es una persona designada por Dios para cuidar, alimentar y guiar a los feligreses de una iglesia local, procurando hacer de sus seguidores y de él mismo discípulos de Cristo, personas que aporten a la construcción de un presente y futuro mejor de la sociedad».

Ahora bien, el Nuevo Testamento usa el término para identificar al ministro o pastor de la iglesia, a cuyo cuidado y liderazgo se someten los creyentes voluntariamente (leer Efesios 4:11). El término se aplica metafóricamente a Cristo (Juan 10:11; Juan 10:14; Juan 10:16; Hebreos 13:20; 1 Pedro 2:25).

El término ra ́ah en el Antiguo Testamento poco a poco se comenzó a utilizar para referirse a Jehová como el «Pastor de Israel». Son muchos los versículos que respaldan esto pero el más emblemático lo hallamos en Salmos 23:1, «Jehová es mi pastor, nada me faltará...».

Ahora bien, nuestro Señor Jesucristo se definió a sí mismo como «el buen pastor» (Juan 10:11; 14), ¿por qué eligió ponerse un título —en apariencia—, tan sencillo? Evidentemente el oficio de pastor conlleva la idea de servicio y liderazgo; es decir, el pastor de ovejas es uno que lidera, guía, conduce a sus ovejas por medio de los valles, pero también las cuida, las alimenta, las sirve. De ahí que el pastor cristiano es, o debería ser «un líder siervo», al menos ese fue el ideal del Maestro. Para completar esta idea debemos estudiar —brevemente—, dos términos más, ambos conectados con la palabra pastor.

MINISTRO

La palabra proviene del vocablo griego leitourgos. Éste se compone de dos términos.

— Laos: Gente, pueblo.
— Ergon: Trabajo, servicio.

De aquí que leitourgos significa «trabajando para la gente». Con el tiempo la palabra significó «un servidor público», «un ministro». De hecho en latín la palabra ministro viene de minus, que significa «menos, menor», da la idea de «uno que sirve».

SIERVO

La palabra viene primeramente del hebreo ebed y del griego doulos. En hebreo significa «esclavo», mientras que en griego habla de «uno que sirve a los demás».

Los esclavos de la antigüedad, los ebed, eran personas sin derecho alguno, su único propósito en la vida era servir a sus amos. Cada cierto tiempo los ebed podían ser liberados por sus amos judíos (fiesta del jubileo), pero si éstos se negaban a quedar en libertad podían pedir a sus amos que los dejaran como «esclavos voluntarios», para esto los amos perforaban, con una lezna, el lóbulo derecho de la oreja de sus ebed. Esto quedaba como señal de que el ebed se había hecho esclavo por voluntad propia, rechazando la libertad que el amo le había ofrecido. «Pero si tu esclavo, porque te ama a ti y a tu familia, y le va bien contigo, te dice: No quiero dejarte, entonces tomarás un punzón y apoyándole la oreja contra una puerta, le perforarás el lóbulo. Así se convertirá en tu esclavo de por vida» (Deuteronomio 15:16-17).

En el Nuevo Testamento existía el término doulos, el cual se podía explicar con dos metáforas:


— Doulos, «el que camina a través del polvo». 

— Doulos, «el que rema hasta morir».

Tanto ebed como doulos se pueden resumir perfectamente en la exhortación de Cristo a sus apóstoles respecto al liderazgo de servicio en Marcos 10:35-45. 

Libro: REFLEXIONES DE UN PEREGRINAJEWhere stories live. Discover now