the end

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Habían pasado cinco años desde la última vez desde que Beth se había ido. No tenía idea de cómo lo había podido llevar en mi mente como cualquier otra cosa. La extrañaba demasiado, pero no podía hacer otra cosa.

Hoy decidí mandarle una nueva y última carta. Decía:

“Querida Beth:

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te mandé una carta. Me preguntaba si te gustaría ir a alguna parte conmigo para saber qué ha pasado en los últimos años. Espero que aceptes. Te quiero y te extraño un montón.

Con amor, Shawn.”

Estaba a punto de salir de mi casa para poder ir a dejarla a los correos y que se la envíen. Pero sentí un ruido proveniente de afuera. Miré por la ventana y vi que el cartero dejó mi correspondencia en mi buzón. Iba a salir a buscarla, hasta que ví a Alma-la madre de Beth-ir hacia ella mirando a todas partes, nerviosa. Sacó mis cuentas y cartas y se fue corriendo. Fruncí el ceño en el momento en que la ví preocupada. Decidí seguirla desde mi coche.

Caminó varias cuadras, hasta detenerse en un basurero y botó todo. Estacioné mi coche en una esquina y corrí a ver de qué se trataba. Había un sobre blanco.

“Señor Shawn Peter Raul Mendes.
Presente.
Vecindario Kingville. Casa #239”

Fruncí el ceño. Le di la vuelta para ver quién la había mandado, y la respiración casi se me cortó.

“Srita. Bethany Amelia Williams Smith.
Baker Street #242”

Eso quedaba a tres horas de aquí. Tenía que ir, tenía que hacerlo.

Así que volví a mi coche y conduje hasta allá. Llegué con el trasero adolorido y al rededor de las tres de la tarde, pero llegué bien.

Había una niña pequeña jugando en el césped de la entrada. Fruncí nuevamente el ceño, se supone que esta es la casa doscientos cuarenta y dos. ¿O puede que...? No lo creo, Beth no podía tener más hijos luego del que perdimos.

Debe ser su sobrina.

Me acerqué lentamente a ella.

—Hola, pequeña.—la saludé con algo de temor. Ella me miró con sus grandes ojos grises. Su cabello era castaño, como el mío, pero un poco más claro.—¿Por casualidad Bethany Williams vive aquí?

Ella asintió frenéticamente.

—Ella es mi...

—Shawn.

Alcé la mirada y allí estaba ella. Beth. Tantos años sin verla.

Corrí hacia ella y la abracé fuertemente. Todavía tenía su olor característico, se veía hermosa.

Pero todos mis sueños se fueron por la borda cuando ella me empujó.

—¿Ahora vienes? ¿Luego de tantos años?

Carraspeé.

—Beth, te mandé cartas todos los días los primeros tres años.

Ella frunció el ceño, me miraba confundida.

—Nunca recibí nada de ti. Yo te mandé miles. Incluso, te mandé la primera ecografía de Ella y...

Me detuve en seco.

—¿Quién es Ella?

La pequeña que anteriormente estaba jugando, se levantó y me abrazó las piernas.

—Soy yo, y tú eres mi Papi. Mi mami me ha enseñado algunas de tus fotos.

La miro atento, no puedo creer que sea mi hija.

Al fin de cuentas, Beth y yo logramos lo que hace años no podíamos.

FIN

Never Forget You; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora