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–¿Qué cenaremos hoy?– Preguntó el rubio ojiverde que miraba despectivamente a ese chico castaño, que al igual que él se reposaba en un cómodo sofá de piel a color blanco, lleno de cojines azules y un pequeño peluche en forma de rata adornando uno de los pulcros laterales.
–¿Pollo?– Respondió sin ganas, ladeando apenas su cabeza, pues una gata bicolor se dedicaba a lavarle la cara con su áspera lengua.
Pollo. Era la segunda vez en en la semana que esa brillante idea se le venía a la cabeza al kazajo. Otabek no era muy creativo, cocinar se le daba mal y su novio era igual, solo que más flojo. Así que no había de otra. Cenarían pollo.
– Iré a prepararlo entonces. No tardo, supongo....–
–Vale...–
Yuri se puso de pie y se encaminó a la cocina, aún llevaba la pijama desde ayer después de haberse dado una ducha caliente, había hecho tan pocas productivas que seguía conservando el fuerte aroma del shampoo con gusto a miel.
Así es. Yuri y Otabek eran pareja. Una que al principio parecía envidiable. Eran el uno para el otro, el roto y el descosido se amaban y el mundo entero lo sabía. Con escasos 17 y 20 años los dos eran el modelo a seguir de cuanta persona les conociera.
El caballero Otabek era de lo más atento con su amado y delicado novio, se lo demostraba todo el tiempo, el respeto y la buena conexión eran algo que les distinguía desde que se hicieron amigos en épocas de la preparatoria. La única pareja homosexual de todo la escuela, esos eran ellos.
Hace algunas semanas estos susodichos cumplían dos años de noviazgo. Lo celebraron con una bonita cena a la orilla de la playa, las velas con el tenue fuego iluminando la mesa donde ambos comían con toda la calma del mundo y la musica de fondo junto con la luna llena adornaron de maravilla el ambiente para un par de enamorados. Yuri pasó la cena con la cara en un enorme sonrojo por todas las bellas palabras que salían de la boca de su novio, cada vez que le tocaba la mano por encima o acariciaba sus nudillos el rubio sonreía de la manera más tonta y melosa posible, podía verse reflejada la felicidad que sentía de amar y ser amado en esos momentos.
La velada concluyó como cualquiera esperaría. Otabek se esmeró en conseguir el mejor lugar para pasar esa noche especial y darle a entender a su amado cada uno de los sentimientos que le hacía sentir.
Sin duda un acontecimiento que alguien quisiera recordar toda la vida que les quedara juntos.
Que por desgracia, ya era cosa de nada...
Otabek se encogió de hombros, y soltó un suspiro pesado al ver al ruso irse en otra dirección contraria a la suya, con cierto toque de alivio también. Tomo a Puma Tiger Scorpion por la barriguita y la quitó de encima suyo, no sin antes dejarle un casto beso en el centro de su diminuta frente y ser correspondido con un agudo maullido proviniente de la misma.
Se puso de pie y se dejó guiar por el delicioso aroma que la iluminada cocina desprendía, mientras que Yuri se dedicaba a servir en dos vasos algo de té negro con limón acompañado hielo y un toque de miel, posandolos luego sobre la mesa, donde ya yacían los platos, los cubiertos y la cena servida. Pollo a la plancha, pasta y ensalada.
– Lamento lo de hoy...– Pronunció el ruso alejando un mechón de cabello colgado en medio de su cara, llevándolo luego detrás de su oreja con cuidado.
– No te preocupes. Podría haber ido cualquier otra ocasión.– Otabek se sentó en su lugar correspondiente y con su tenue y ronca voz contestó a su disculpa.
El día de hoy el dúo de amigos del kazajo fangirlearían como nunca en una fila platinum de lo que vendrían esperando desde hacía un mes. Un concierto de Muse.
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°Gold on the ceiling° -JJBek-
HumorA mis 22 años estaba totalmente seguro de algo, me había sacado la lotería si amor nos referíamos, tenía al mejor hombre a mi lado, tan puro, tan bueno, tan atractivo, tan amable y tan... idiota, eso no lo podía negar, no, no. Pero sin duda todas es...