juntos por siempre.

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Llego a casa y el aire gélido me recibe, incluso si afuera está haciendo calor, mi casa se siente siempre fría, y no es cosa del termostato. Antes de ese día, eran sus brazos fuertes los que me daban la bienvenida, me encerraba en ellos hasta que me exprimian la última gota de mal humor.

Lanzo los zapatos sin mirar a donde van a parar,   mis jeans siguen el mismo camino cuando llego a mi habitación, igual la camisa, no me molesto en buscar ropa cómoda por qué a fin de cuentas, aunque no estoy solo, a nadie podría incomodarle mi semi-desnudez.

El microondas suena, mi comida está lista, abandono la comodidad del sofá para ir por mi plato, entonces el timbre suena y me saca un grito de susto, hacia tanto que no recibo visitas, aunque tal vez sólo se trate de un vendedor ambulante así que lo ignoro y me dirijo a la cocina como en un principio, pero el timbre vuelve a sonar, ésta vez el sonido es más largo, como si la persona afuera mantuviera su dedo sobre el botón. Abro la puerta con mi mejor cara y lo que me encuentro fuera me hace poner una mueca de disgusto.

-Hola Sungyeol

Pasa sin que lo haya invitado y se recarga contra la puerta cerrada.

-Oh gracias por honrarme al abrirme las puertas de tu hogar, estoy muy bien gracias por preguntar, no, no ha habido novedad sobre la salud de la tía Seojung por si tenías el pendiente, mamá y papá para nada están preocupados por ti, nadie lo está, así que tú tranquilo, sigue así, evadiendonos e ignorandonos cuando nos ves por la calle.

Mi expresión no podría ser más hostil, ni queriendo. Lo dejo hablar mientras engullo mis alimentos, que no me saben a nada, no le ofrezco, con la esperanza de que mi grosería lo haga desistir y se largue. Pero mis esperanzas de volver a estar sólo se van por el caño cuando lo veo que comienza a acomodar los zapatos regados y luego saca la aspiradora del armario.

Tomo una ducha mientras él sigue limpiando. El agua tibia me relaja hasta el punto que olvido que el huracán Sungyeol está fuera, succionando todo el polvo acumulado, lavando la ropa y organizando una lista de compra para abastecer mi nevera y alacena.

Salgo usando sólo mis boxers, y él me da una mirada reprobatoria, Sungyeol también lo hace.

-Vístete, iremos al super.



Lo dejo que me conduzca por todos los pasillos, echando en el carro de compra todo lo que el considera bueno, se me olvidaba que Sungyeol es como un niño, por lo que la mitad de las cosas que ha tomado son todo menos buenas para un adulto. Saco todo lo inncesario y me quedo con unos cuantos paquetes de verduras congeladas, pollo, bolsas de arroz y echo por mi cuenta un montón de frascos de café.

Es algo tarde así que no hay mucha fila. Puedo notar al cajero lanzarme miradas de soslayo, lo ignoro olímpicamente y de manera disimulada acomodo mi cabello y mi ropa, de modo que se aprecie mi anillo de boda.

Cuando llega nuestro turno de pagar, Sungyeol se me adelanta.

-No hermanito, yo pago.

El cajero vuelve al acecho al notar que Sungyeol no es mi pareja y me guiña un ojo cuando me entrega el ticket de compra.


Mi hermano finalmente se va, luego de cerciorarse que todo está en su lugar y que yo no he muerto, al menos físicamente.

-No me gusta cuando el viene. Me ignoras.

Aquí vamos de nuevo, Myungsoo el de rostro pálido me acaricia el brazo y me hace reclamos. Desvío mi vista hacia el buro, donde descansa una fotografía nuestra, ahí se ve mucho mejor, se ve vivo.

-Myung, necesito dormir.

-Ya te lo he dicho, podríamos dormir juntos, si me hicieras caso.

Creí que ya no volvería a insistir.

fiction 15 dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora