IV

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Estoy agradecida de... Agradecida de... Ay, no sé de qué estoy agradecida. Hay tantas cosas que decir pero no sé por donde empezar. Quizás debería agradecer por estar viva. Sí, por estar viva, porque por ahí parte todo, ¿no? Porque la vida no es perfecta, pero al menos estoy viva, respiro, siento, recuerdo, río, lloro, amo, odio. Aunque últimamente sentir se ha vuelto un problema. Ojalá existiera una forma de desconectar los pensamientos y quedar tirada en la cama, sin pensar en nada ni en nadie. Aunque igual hay cosas que valen la pena. Pero ahora que lo pienso bien, me doy cuenta de que todos siempre nos quejamos por todo, porque no queremos esto, porque queremos otra cosa, porque nos falta ese teléfono de última generación, ese vestido que vimos en la tienda, por eso que queremos comer pero que no podemos porque empezamos la dieta el lunes pasado. Pero nunca nos paramos a pensar en todo lo que tenemos, en esa familia que te quiere sin importar nada, en ese perro que te ladra cuando llegas a tu casa y te mueve la cola apenas te ve, por la comida que comemos todos los días, la ropa que usamos, el techo que tenemos. Damos todo tan por sentado que no pensamos en que hay gente que no tiene ni una cama para dormir por las noches, que no tiene un plato caliente de sopa de esos que te da tu mamá cuando te enfermas, que no tiene esa fuerza para poder decir "aquí estoy, y estoy bien". Pero la gracia no es sólo agradecer por lo bueno, sino también por lo malo, aunque nunca nadie agradece por lo malo, pero ¿Qué es la felicidad si no hay tristeza? Es imposible levantarse sin antes estar abajo. Porque la felicidad se logra sólo cuando logramos superar todos los obstáculos que se nos interponen, cuando trabajamos duro por eso que queremos alcanzar, cuando pasamos noches sin dormir y terminamos con ojeras que no se borran ni con todo el maquillaje del mundo. Pero esas cosas que en su momento nos hacen sentir miserables, nos sacan una sonrisa cuando las recordamos luego de varios años porque nos damos cuenta de que lo pintábamos como si fuera el fin del mundo cuando en realidad sólo era un hoyo en el camino. Y cuando ese momento llega nos sentimos como un niño en Navidad cuando ve el regalo que quería bajo todo ese papel en el que está envuelto, porque por fin nos damos cuenta de que antes de un arco iris tiene que llover un poco, porque por fin logramos eso por lo que tanto nos hemos esforzado, por lo que tanto hemos luchado. Así que, sí, en la vida hay que agradecer por todo, por lo bueno, por lo malo, por las risas y los llantos, por esos pantalones que después de fiestas patrias ya no te entran porque subiste 4 kilos en una sola semana, por las ojeras que tienes después de una noche estudiando hasta las tres de la mañana, por la alarma que todos odiamos cuando suena a las seis porque tenemos clases en dos horas más, por ese despelote que hay en tu pieza cuando te da flojera ordenar la ropa limpia que se suponía que tenías que colgar en el closet, por los ojos cristalizados, los nudos en la garganta, los dolores de cabeza, las heridas que nos hacemos. Hay que agradecer por las canciones que nos dan ganas de gritar la letra desde lo profundo de nuestro ser, por las películas que nos hacen llorar como bebés un sábado por la noche, por esas series que nos hacen quedarnos despiertos toda la noche porque queremos saber que le pasó a nuestro personaje favorito o si el malo termina muerto, por los libros que nos hacen reflexionar y pensar en que los mundos literarios son mucho mejores que el real, por esa sensación de satisfacción que te da cuando te aprendes una nueva canción en un instrumento o cuando recuerdas a la perfección las frases de una poesía.  Por esos amigos que te soportan durante horas hablando de algo que amas pero a ellos no les interesa, por esas locuras que te aguantan y en las que te acompañan también, por todos esos recuerdos que luego atesoras como si fueran tú más valiosa fortuna. Hay que agradecer por esas personas con las que nos topamos en mitad de la vida y no nos damos cuenta de lo valiosas que son hasta que las conocemos bien y terminan convirtiéndose en las más importantes para ti, y por aquellos que nos enseñan grandes lecciones, por esa mamá que siempre va a estar ahí para ti, tratando de que superes todos los obstáculos con una sonrisa en el rostro, por ese papá que siempre te va a consentir en lo que quieres, por esos abuelos para los que siempre vas a ser su princesita sin importar cuan vieja estés, por esa hermana menor que te dan ganas de matar de vez en cuando, pero que te saca una sonrisa con sus estupideces cada vez que lo necesitas, y por esa complicidad que tienen cuando meten la pata juntas, por esas mascotas para las cuales tú significas su mundo, por esos profesores que aunque consideres que te hacen la vida imposible te hacen crecer como personas sin que lo notes, pero lo más importante, es agradecerte a ti mismo. Porque al fin y al cabo, tú estas viviendo tú vida, y nadie te puede quitar eso. Así que, ¿de qué estoy agradecida? Estoy agradecida de estar viva, sí, de estar viva, porque por ahí parte todo, ¿no?

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Hola gente, sé que ya publiqué esto en Broken Thoughts, pero creo que también encaja aquí y pues quería volver a compartirlos con ustedes. Si ya lo leyeron antes pues sabrán que este fue un trabajo que tuve que hacer en mi último año de colegio (el año pasado) en el que tuve que escribir un monólogo que se titulaba "Agradecida de..."

Anyways, si no lo han leído espero que les guste y si ya lo leyeron pues espero que les guste releerlo porque yo de hecho lo disfruto cada vez que lo vuelvo a leer.

Otra cosa es que, como ya mencioné en el capítulo anterior, deberían ir a leer la historia de ALPullman titulada "El Futuro Maravilloso de un Pasado Horrible" porque es simplemente hermoso. Así que si les gustó esto vayan a darle amor a la escritora porque su historia es parecido a esto y vale la pena leerla.

Love y'all & stay alive.
—G.

Life Lessons.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora