Por tanto tiempo he visto a gente luchar por reprimir su propia verdad, que incluso yo lo comencé a hacer.
A pesar de que la sociedad se haga llamar a si misma avanzada y revolucionaria, hay muchos pensamientos que no han logrado seguir el paso a ese tan proclamado avance revolucionario.
En el mundo sigue existiendo la supremacía racial, la de géneros, de orientación sexual y religiosa.
Las mujeres siguen siendo vistas en menos, con salarios más bajos aún cumpliendo el mismo trabajo que un hombre, que quizás sin hacer mucho más esfuerzo, gana la más de la mitad que ella.
Hombres y mujeres siguen siendo menospreciados y mal mirados en la calle, simplemente por el color de su piel, por su acento o su lengua extranjera.
Los niños siguen siendo ignorados simplemente por ser niños, sin pensar en lo que quieren para sí mismos, para sus futuros.
Es necesario que como nuevas generaciones luchemos por lograr un cambio. Es hora de abrir los ojos y la mente de todos aquellos que siguen menospreciando al resto por sus diferencias, cuando la realidad es que todos somos seres humanos, con los mismos derechos en este mundo.
