10. Tuya.

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A mí me gustaría conocerte más allá del personaje, como eres tú de verdad.

Y si lo fuera? Si fuera tuya??
-Qué dices, Alex?
La respuesta quedó sin responder cuando la chica, un poco más baja que ella, bajó la cremallera de su vestido y le robó un beso posesivo que duró más de lo esperado y le hizo olvidar de que estaban hablando.

-Nena.....
Eli intentó hablar pero las manos de Alex bajo su vestido eran muy distrayentes.
-Tengo... tenemos...
-Eres preciosa -la interrumpió la rubia siguiendo la marca de su clavícula mientras le masajeaba la zona baja de la espalda.
Eli echó la cabeza atrás para disfrutar de la sensación y que Alex llegara mejor a todas aquellas zonas de su piel.
El teléfono las interrumpió.
Ambas cruzaron una mirada resignada con la respiración excitada hasta que la morena se acercó y descolgó.

-Ha pedido un reparto a domicilio?? -se oyó una voz sería y mecánica.
-Sí, lo he pedido -Elettra puso los ojos en blanco molesta.
-Quiere que suba a la habitación o baja usted??
-Que suba mejor. Grazie.

-El repartidor... métete en el baño o ponte algo o... lo que sea... vaffanculo!! Sabía que esto iba a pasar -nerviosa rebuscaba en su bolso la cartera, estaba excitada y cabreada por la interrupción. Alex mientras se sonreía detrás de ella, estaba adorable cuando se enfadaba- Y súbeme la cremallera -pidió dándose la vuelta y dándose cuenta en ese instante de cómo la miraba Alex.
El deseo acumulado en sus ojos les auguraba una buena noche.

El repartidor aguantó estoicamente la mirada matadora de la italiana sin entender nada y se marchó un poco confuso por la belleza y frialdad de aquella niña no mucho mayor que él.

El ambiente estaba cálido y ellas decidieron comer de nuevo en la terraza, empezaba a ser una costumbre.
La noche estrellada se veía más oscura debido a la contaminación lumínica pero aún se veían algunas estrellas.

-Estás bien?? Apenas has comido de tu plato.
-Echo de menos tus lentejas.
Eso arrancó una carcajada de la morena.
-Dai, dime la verdad, Alex -buscó su mano en la silla de al lado, habían decidido comer cerca y no enfrente la una de la otra- Algo te pasa.
-Estaba pensando...
Era cierto que no había hecho más que remover parte de su ensalada.
Habían pedido varias especialidades italianas que Elettra se había encargado en elegir y una ensalada cada una.
-En qué??
Los ojos fijos de la italiana en ella le daban ansiedad y calor.

Con lo fácil que era dejar hablar a la piel, y ahora con la lengua se enredaba. Siempre había considerado que no se le daban mal las palabras y siempre era muy directa con lo que quería y sentía, pero si tenía que pensar en lo que necesitaba Elettra no era precisamente que le dijera lo que sentía.
Por muy bonita que estuviera la noche, por más que la cena estuviera siendo muy agradable y tuviera un anillo en el dedo, un regalo suyo muy especial, no podía decirle que la quería.
Ya le dijo una vez que le gustaba y todo había salido mal, era cierto que mucho había llovido desde entonces y que no estaban para nada en la misma situación.
Sobre todo habían pasado la etapa de las cobras, cosa que agradecía con todo su alma.

Pero ahora estaban en la de negar sus sentimientos y no era mejor.
Porque ella lo sabía, algo sentía Elettra por ella pero si la presionaba temía que huyera y sí ella no expresaba lo que sentía moriría.
Así que su decisión era ser neutra, aceptar todo lo que la italiana le diera y corresponder a ello en la misma medida.
Fluir, como le dijo su prima.

-No he leído lo que ponía tu nota -se levantó de pronto escapando de su atención- Estaba tan absorta con el anillo que se me olvidó.
Dejó en la terraza a la morena un poco confusa y fue a buscar el papel enrollado que había quedado al lado de la botella esta vez medio abierto.
Lo tomó y empezó a leer, cuando se dio cuenta de lo que era volvió sobre sus pasos y recitó en voz alta emocionada.

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