Parte 1.3

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Continúen leyendo sus novelas de amor extorsionador,

sacúdanse en vano el polvo de la explosión.

Sus manos seguirán sin estar limpias.

Las moscas eléctricas los rodearán

para  ver que opinan

de ese asunto del  que no tienen nada que decir.


Le dijeron hasta en qué debía creer, y él lo hizo,

hasta que observó:

a sus héroes  escondiendo oro en sus capas

a quienes admiraba , emborrachándose  con petróleo

a luchadores  en junglas de terciopelo

a iglesias enterrando dinero

a enamorados impregnados de exhibicionismo

y gladiadores  idealistas estrechan sus patas, incentivandolo a una lucha,

en la que estará solo, sosteniéndoles su cartel.


Lo real le parece binario,

lo público y lo privado,

el dejarse pisar o pagar para que lo pisen.


Confiando en esta farsa, intenta sobrevivir.

Rara vez oye una balada  genuina,

la molécula de serotonina

susurrándole que todo va a estar bien.

Pero el pantano está hambriento.

Cuando sonríe el público está desmotivado.

Y todos pagan por una cicatriz que escarbar.


Por caer

por pupilas dilatadas

por el sonido del alcohol cayendo en copas

por manipular el azar

suplir la carencia para la foto

la voz de las sirenas

eternidades fugaces

la canción con lencería

la tempestad de tabaco


Y algunos caen.

Los que siguen en pie

miran con morbo

estáticos

del ipad al espejo

estéticos

del frenesí racional al rito dionisíaco


se trata de personalizar necesidades artificiales

(el perfume ya les deja manchas negras).

De legalizar el flagelo para olvidar la manipulación

(que solo pueden tapar untando la mente con resplandor)


Cada vez que dicen

que pintar realismo los hace artistas verdaderos,

el se apura a esconder los dibujos de su realidad

porque en ellos, lo bello muere.

Cuando le insinúan

que pintando hermosos paisajes tendrá,

la aceptación de los críticos, el aplauso del salón

gustoso estaría de mojar

sus pinceles en el orinal de Duchamp.


Mozo, hay brillantina  en mi sopa

acerquen las copas

el mundo se derrumba

vivamos el hoy.


Por eso el chiste es fácil

y el público,  lisonjero

no deja de aplaudir.

Es la edad de la broma,

lo inesperado se hace viral.

Por eso caricaturizan tragedias,

y ciegan sus conciencias

amparándose  bajo la libertad de expresión.

De venta libre es la inyección,

el preparado es de sátira mezclada con dolor

ajeno

(el propio no hace gracia).

El grito del venado.Where stories live. Discover now