Capítulo 20

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- ¿Me vas a contar qué te pasa? - preguntó abriéndome la puerta del auto.
- No Lionel. - rodé los ojos y subí al auto - Sólo vámonos ya por favor.
- Como tú digas. - sonrió y rápidamente rodeo el auto para subir del lado del piloto.

- ¿Y Pasquarelli? - preguntó rompiendo el silencio.

Una lágrima se deslizó pero rápidamente la limpié.

- Te agradecería que dejaras de hacerme preguntas. - dije sin siquiera voltear a verlo.

Seguía con mi mirada hacia la ventana.

- Lo siento, solo que no te ves bien y el auto de él estaba afuera. ¿Se enojaron? - rodé los ojos, estaba por decirle que me bajara ahí cuando mi celular vibró.

La pantalla indicaba que era Ruggero quien llamaba. Incliné la cabeza haciendo que mi cabello cubriera mi rostro ya que no podía resistir más y las lágrimas tomaban sus propias decisiones. Me debatía en desviar la llamada o solo no responder. Me decidí. Solo no respondería. Guardé de nuevo el celular en mi bolso y disimuladamente limpié las lágrimas de mi rostro.

- ¿Qué ha sido tan malo para que derrames lágrimas por él? - volteé a verlo sorprendida. No esperaba que se diera cuenta - Te conozco muy bien, ¿Recuerdas? - tomó mi mano y la soltó dándome mi espacio, acción que agradecí inmensamente.
- No tiene importancia. - susurré y una vez más regresé mi mirada hacia la ventana.

Afortunadamente no preguntó más y tampoco el celular vibró más.

- Aquí - le dije señalando.
- ¿Qué? - dijo más que sorprendido.
- Que aquí está bien, aquí déjame. - aclaré, ya que podía ser malinterpretada.
- No te dejaré en este hotel de cuarta. - dijo con repulsión.

De hecho yo no estaba muy contenta pero digamos que no traía el efectivo suficiente para uno mejor y no traía mi cartera.

- No te estoy preguntando si me dejas quedarme o no...
- No sé qué mierda te hizo Pasquarelli, pero yo no te dejo aquí. - me interrumpió y continuó conduciendo - Tu casa o la de Pasquarelli. - pero qué magnificas opciones me dio.
- Regresa al hotel. - dije cruzándome de brazos - No iré a ninguno de esos dos lugares.
- ¿Entonces? - exhaló con fastidio - Ni pienses que te dejaré en uno de esos lugares. - se refería al hotel, no respondí - Bien, ¿No elegirás alguno? - negué con la cabeza - Perfecto. - rodó los ojos y volvió a mirar el camino.

- Gracias por nada Lionel. - dije cerrando con fuerza la puerta del auto, odiaba que hiciera eso.
- Aún sigo detestando que hagas eso - dijo como si leyera mentes.
- Da lo mismo. - acomodé mi vestido antes de comenzar a caminar por la calle.
- ¿Adónde crees que vas? - pregunto retóricamente.
- No voy a quedarme en tu casa, iré a buscar un hotel. - seguí caminando y un fuerte viento me hizo temblar y enmarañó mi cabello.

Maldije con ganas de tirarme al piso y llorar hasta quedar seca.

- No seas ridícula y entra ya. - me giré y lo vi caminando hacia la puerta. ¿Qué más haría? No tenía adonde ir... Una vez más. Tal vez no había sido del todo bueno vivir con Ruggero.

Tenía ya mucho tiempo de no entrar a la casa de Lionel, muchos recuerdos llegaron a mi mente haciéndome estremecer aún más que el frío viento de afuera.

- Dormirás en mi habitación. - dijo mientras subíamos las escaleras - Toma de mi armario la ropa que necesites, yo estaré en la sala. - abrió la puerta y se hizo a un lado para que entrara.
- ¿No saldrás? - pregunté ya que apenas llegó a la fiesta y lo hice regresar.
- No. - negó con la cabeza - Cámbiate y si tienes hambre baja.
- Quisiera ducharme...
- Pues hazlo. - dijo obvio, me sonrió y salió de la habitación.

Apenas se cerró la puerta y me desplomé en la cama, en automático las lágrimas brotaban como si no tuvieran fin. ¿Cómo podía haberme hecho eso? ¡Y con Candelaria! Tal vez yo me había equivocado en el pasado pero eso no le daba el derecho de acostarse con cualquiera... Y mucho menos con mi peor enemiga. Me dolía el pecho. Era el mismo dolor que me había atormentado cuando Ruggero había dicho que no quería volver a verme. La herida que se había cerrado ahora se había abierto y peor que la última vez. ¿Por qué Ruggero?... Era lo único que podía susurrar entre llanto. ¿Por qué siempre había algo? Siempre había algo o alguien impidiendo lo nuestro. ¿Por qué? ¡Joder!

Haciendo un gran esfuerzo me puse de pie y caminé hacia el closet, tomé una playera y un short. Lo dejé en la cama antes de entrar al baño.

Después de una larga ducha salí y coloqué cada prenda en su lugar, solo batallé un poco con el short ya que lo ponía en su lugar pero parecía que éste prefería estar en mis tobillos. Me los quité y busqué otros que trajeran cintilla para poder ajustármelos.

Terminé de cepillar mi cabello, miré el reloj que estaba en la cómoda de al lado de la cama. Una de la madrugada. Dos golpes en la puerta me hicieron sobresaltarme.

- Pasa - dije suponiendo que era Lionel.
- Traje pizza - dijo entrando con la caja - Pero tardaste mucho y ahora está fría - rió haciendo una mueca graciosa.
- Es mejor fría. - me senté en la cama.
- ¿Me invitas a cenar? - mordió su labio inferior con nerviosismo.
- ¿De qué es la pizza? - lo miré con ojos finitos.
- Pepperoni y queso extra. - sonrió confiado - Tu favorita.
- Entonces si puedes quedarte. - ambos reímos.

Comenzamos a platicar, en momentos lograba distraerme lo suficiente haciéndome olvidar todo. Pero de un momento a otro la imagen del baño nublaba mis pensamientos, atiborrándome de unas inmensas ganas de llorar y llorar. ¿Lionel lo sabría? ¿Lionel sabría que su novia estaba desnuda sobre mi semidesnudo novio?
- Lionel...
- ¿Si?
- Tú sigues con Candelaria, ¿cierto? - me atreví a preguntar.
- No.
- ¿No?
- No. - respondió como si nada dando una mordida al trozo de pizza
- Y... ¿Se puede saber por qué? - pregunté disimuladamente.
- Karol - suspiró - Me di cuenta de que ella solo me quiso por alejarme de ti. - negó con la cabeza mirando hacia abajo - Y para ser sincero... - se acercó un poco a mi - ...Jamás pude olvidarte. - sentí mis mejillas arder, en estos momentos no tenía ni la menor idea de cómo reaccionar - Te sonrojaste - dijo sorprendido y rió mientras acariciaba mi mejilla.
- Déjame. - me cubrí riendo.
- No sabes cuánto envidio a Pasquarelli - tomó mi barbilla para mirarme a los ojos - ...saber que esos labios fueron míos - los delineó con suma delicadeza y mis ojos en automático se cerraron -  ...Y que dejé que ahora otro se adueñara de ellos - sus caricias bajaron por mi mejilla hasta mi cuello y de un momento a otro sus labios estaban sobre los míos.

Lo hacía con inseguridad, con temor a mi reacción. Y por más que mi conciencia gritaba "Detente, detenlo" mis brazos la ignoraron y pasaron por su cuello formando con mis manos un nudo en su nuca.
Sólo escuché el sonido de la caja de la pizza al caer en el suelo y sin separarme de sus labios me hinqué en la cama para hacerlo recostarse y acomodarme sobre él.





























CAPÍTULO DE REGALO. YO TAMBIÉN LXS QUIERO BAI ❤️

Instagram: ruggarolsevirelli

Me, Myself & Him (2DA TEMPORADA) - RuggarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora