Cuando Bill sintió las manos de Dipper sobre sus hombros para que separara de aquel abrazo que definitivamente no deseaba que se detuviera una sensación de pánico le invadió ¿le daba asco tenerlo cerca? ¿Por qué no le hablaba? Ahora solo estaban en silencio mirándose creando un ambiente de más tenso.
—Lo siento— el rubio retrocedió unos pasos ante la incrédula mirada de su amigo ¿Por qué le miraba de esa manera? ¿Qué estaba pasando por su cabeza? Quería saber, pero en el fondo de sí mismo sabía que no lo soportaría — no sé qué estaba pensando, creo que me he vuelto un poco loco— empezó a reír como método de defensa, distrayéndose en la ropa que había dejado regada en el piso, la limpiaría después — no hablemos de esto ¿vale? Aquí no pasó nada, así que...
—No, espera— Dipper detuvo aquel monologo para tomar un respiro profundo, buscando algún lugar de su mente que le dictara las palabras correcta para esa situación.
No había palabras adecuadas para eso, tenía que ser sincero y nada más; no era normal que aquel amigo tan problemático que tienes se encierre contigo en el baño del colegio solo para desnudarse y mostrarte aquellas cicatrices y moretones que señalaban claramente no era productos de sus cotidianas peleas sino de algo peor y desconocido.
—Eso no importa, Dipper— negó poniéndose los pantalones— yo tengo la culpa de todos modos.
— ¿Cómo que no importa?— pregunto— demonios, mírate como estas ¿en qué lio te has metido, Bill?
—Mi padre— logro articular — mi padre hace esto conmigo, pero está bien, hago el trabajo de mi madre cuando murió así que es mi deber, lo siento, yo ni siquiera sé porque lo hice— hablo cada vez más rápido — quiero salir de aquí, todo se siente tan mal— ni siquiera se dio cuenta que el suéter lo tenía al revés, la ansiedad ocupaba toda su concentración en ese momento.
—Bill, no— le agarró del brazo, paralizándole— no está bien, lo que tu padre te hace es horrible — en esos momentos se sentía un completo idiota. Se suponía que era su mejor amigo ¿Cómo pudo ser tan ciego para no darse cuenta del calvario que estaba pasando? — necesitamos decirle alguien que te ayude.
— ¿Qué?— su rostro ya pálido solo empeoro de estado tras escuchar eso. Lo que menos quería era ayuda, nadie podía hacerlo, en todo caso, solo empeorarían las cosas — no Dipper, así todo está bien, no hagas nada.
—Entonces ¿Qué? ¿Dejaras que te siga haciendo daño?— la frustración al ver como su amigo asintió le hizo tensarse, apretando su muñeca lográndole asustar. No tardo en soltarlo, eso no era la manera y se relajó — estoy preocupado por ti y quiero ayudarte, pero no puedo si tú no te dejar.
—No necesito ayuda, solo quería que supieras que era la puta de mi padre — realmente uno pensaría que estaba hablando en sarcasmo, pero sintió un escalofrió cuando se dio cuenta que estaba hablando totalmente en serio — pero quería ser sincero con esto y seguir siendo amigos, tal vez, hacer lo que hace mi padre conmigo si quieres.
Dipper se quedó helado, su amigo realmente necesitaba ayuda, alejarse de ese monstruo que tenía como padre y ver a un maldito psiquiatra. Cuando quiso insistir, el sonido de la campana que anunciaba el final de descanso le interrumpió de forma imprudencial. Bill le dio la espalda, ignorándolo para abrir la puerta donde varios chicos furiosos esperarían entrar; una furia que desapareció cuando vieron al rubio dentro de ahí, no eran tan idiota para reclamarles nada y solo le dejaron irse, cuando le perdieron de vista, los chicos entraron apresurados sin importarles el otro muchacho que seguía ahí.
Superando los empujones fue al salón, esta vez no importaba, no le dejaría huir y le convencería en hacer algo al respecto al abuso que sufría a manos de su padre; para su sorpresa lo único que encontró en su lugar eran sus cosas ¿Dónde estaba ahora? A pesar de conocerlo de años, tenía que admitir que no tenía idea de donde se había metido, Bill llegaba a ser bastante impredecible.