La cena

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Phil nunca pensó que llegaría tan lejos, sin embargo, no podía quejarse en lo absoluto; tenía poder y dinero con lo que más amaba y eso era complacerse a sí mismo y sus más bajos instintos ¿Y a quien debía eso? Nada más que a su querido y preciado hijo Bill. Sin duda, haber tenido a ese pequeño no fue un error tan grave como lo consideró en su adolescencia.

Él se encargó de ponerlo en el comedor; en esa ocasión no hubo una intención oculta en el nombre del lugar, era un comedor grande y ostentoso como era de esperarse de un lugar como ese. Se dirigió a la amplia mesa de caoba tallada a mano -suponía que su valor fácilmente duplicaba el valor de su miserable casa- depositando al chico en esta, notando como no reaccionaba al más mínimo estímulo, eso era una buena señal.

Dejando a su primogénito en segundo plano vagó por el lugar, sintiéndose inquieto, como un niño pequeño que espera ansioso su fiesta de cumpleaños; sonrió de forma retorcida al encontrar semejanza en esa extraña analogía. Era una fiesta de todos modos, aunque a diferencia de las fiestas de cumpleaños que era una ceremonia anual sin ningún mérito más que el de seguir respirando, esa fiesta la tenía bien merecida por su esfuerzo.

Las orgías eran un evento exclusivo en el FFM -Fun For Men, un sitio exclusivo para la más depravada pornografía en la deep web- pues eran organizadas en el hogar del mismo fundador. Los miembros que llegaban a asistir eran la crema y nata de la sociedad; empresarios, figuras importantes de la política y el espectáculo que tras la fachada de estar a los estándares de hombres "buenos" desquitan sus más horribles deseos en niños anónimos que aquella ilícita organización brindaba tras cobrar una cifra razonable a sus servicios.

Phil sabía a conciencia que no era importante, simplemente no encajaba en el perfil; era un hombre simple y con deseos difíciles de complacer. Por eso mismo había trabajado para ellos, prácticamente les había entregado a su propio hijo desde el primer momento en que había vendido los filmes. Se merecía ese lugar en esa orgía, en especial si el plato principal era Bill.

— ¿Está todo listo? —La voz de Phil le puso alerta ¿cuándo había llegado? ese hombre era un maldito misterio —. No tardaran en llegar los demás ¿Crees que está bien como está vestido?

—Es lo que usted especificó —gruñó como respuesta. Si hay algo que le había quedado claro es que no se iba a humillar por ese hombre —, además, no creo que lo que llevé puesto tenga mucha importancia. No lo usará por mucho tiempo.

—Sé que no has estado en estos eventos, Philip —su voz era demasiado condescendiente, algo que para el pelirrojo le causaba arcadas —. Estar cenas se permite cierto nivel status, por eso no permitimos la entrada a cualquier degenerado.

Juró que le rompería la cara a ese engreído de un solo puñetazo de ser necesario y realmente el hecho de que fuera su jefe carecía de importancia ¿Por qué siempre tenía que ser así? Los psicópatas disfrutaba de eso ¿no? Si tuviera el mismo poder, lo más seguro es que haría lo mismo, por lo que se limitó a quedarse callado y mantenerse en su lugar cuando el hombre de extraños ojos se acercó a su lado,

—Te comportarás esta noche ¿entendido? —La voz de Jack, por lo general impasible y tranquila cambió a una más fría y si Phil fuera una persona normal lo más seguro es que se hubiera intimidado casi al instante.

—Tú eres el jefe ¿no? —comentó con ironía a lo que el hombre negó la cabeza resignado —. No la cagare, se perfectamente que no me conviene meterme contigo.

—Me parece perfecto que conozcas TU lugar, Philip —señaló con fingida admiración, tan falsa que se notaba a simple vista —. Los invitados no tardarán mucho en llegar, vigila que todo esté en orden y tu pequeña zorrita no arruine la cena —ordenó, revisando de forma superficial su traje, viendo que estaba tan impecable como siempre.

I'm sorryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora