Rutina

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Hola...Adiós



En la noche hacía frío y el viento caprichoso del otoño seguía un paso acelerado provocando que las personas que todavía tenían la osadía de salir a su encuentro se encogieron con sus abrigadas y cálidas ropas escuchando nerviosos el silbido de los árboles a un tono tétrico.

El canto de los árboles se pueden escuchar de forma más claro en aquel porque anónimo que, para esas horas no se encontraba tan concurrido como lo había considerado en otros momentos del día y que por lo tanto, no podía ser más inseguro por sí mismo que eso. Si tan sólo aquello le importara no estaría ahí, sentado en las bancas vacías, mirando de forma superficial alguna pareja acurrucada que llegaba a pasar enfrente de él. Ni siquiera le importaba pasar frío ¿Por qué le preocuparían su seguridad?

Dipper Pines, con sus 16 años, seguía sin entender porque seguía haciendo esa estúpida rutina de ir al parque y quedarse el máximo de tiempo posible hasta que alguien fuera por él o él mismo terminaría cediendo a romper con su enfermiza obsesión. por que el más que nadie sabía que estaba mal y exponerse de ese modo no era ni siquiera responsable.

Sus ojos apenas se mueve cuando logra ver a su hermana que, al contrario de él, iba bien abrigado y sostenía dos vasos de café, una en cada mano. Si la culpabilidad que lo abrumaba ahora no era ya suficiente ahora no podía soportarlo.

—No tienes que hacer esto por mi, Mabel —comenzó hablar y nota que su propia voz suena apenas en un feo susurro ronco. Una prueba auditiva que era un desastre andante.

—No lo puedo ver de esa manera, todos estamos preocupado por tí —negó la castaña antes de pasarle su correspondiente café —No puedes negarte de esto, Mason.

Dipper soltó un suspiro hastiado al escuchar su propio nombre; eso significantes que Mabel iba en serio y no estaba en condiciones como para entablar una pelea con ella. Eso sería prácticamente un suicidio y la depresión, aunque fuera todavía no le había guiado a terrenos tan oscuros y autodestructivos.

Sin decir nada tomó el café que lo ofrecían para llevárselo a la boca sin contemplación alguna. Como había imaginado, aquella bebida estaba tan caliente como el infierno lo que provocó que se quemara como un idiota.

Aguantando el instinto de escupirlo, trago el caliente y amargo café logrando que su garganta se viera afectado también por su incompetencia. No estuvo mal de todas formas, el dolor a pesar de ser desagradable en todo ámbito, le había regresando al mundo cruel.

—Lo siento, no deberías estar aquí —dijo llamando la atención de su hermana que, a diferencia de él, estaba tomando su café con más prudencia. La ironía podía llegar a ser una perra —, Sólo es que lo extraño tanto, Mabel.

La joven Pines decidió no hablar por el momento, más motivada por la costumbre que por alguna otra variable. Ella lo sabía bien, lo había intentado, fracasando de manera miserable.

—En serio lo lamento, Mabel, no debería estar aqui, no esta bien, no estoy bien —logró pronunciar entre los sollozos que se le antojaban demasiado patéticos.

—No tienes que disculparte, Dipper, está bien —negó Mabel aunque ella estaba más seguro que lo que había dicho su hermano era más acertado —Oye ¿No has pensado que tal vez lo mejor es seguir el tratamiento?

Los sollozos parecían detenerse en automático al escuchar eso; desde el descubrimiento de la red de la prostitución de Jack Unterweger donde su amigo estaba involucrado como uno de los afectados él había caído en una profunda depresión; el sentimiento de culpa e impotencia no le dejaban dormir y el psicólogo fue algo necesario para llevar su vida lo más normal que se podía llevar.

Y, por supuesto, aquello había funcionado; durante la terapia las cosas habían funcionado, había mantenido su corta vida bajo control y aunque la ausencia de Bill era algo latente y doloroso sentía que podía superarlo.

Pero eso había sido antes y, aunque la habían asegurado que estaría bien, ahora estaba con una costumbre de congelarse cada noche en un parque que le traía recuerdos que jamás volvería y que no sabían si querían que lo hicieran o no.

Tal vez estaría bien volver, sentía una falsa sensación de control mientras hablaba con alguien sobre sus problemas no sólo lo viera como una persona disfuncional que necesitaba ser guiado a la dirección correcta.

No, él no necesitaba eso, él necesitaba a Bill, quería disculparse por dejarlo solo y abrazarlo. Pero sabía que no regresaría más, no importaba cuanto lo desearía ni las veces en las que insistía en su rutina enferma, no cambiaría absolutamente nada.

—¿Podemos regresar a casa? —preguntó luego de un par de incómodos minutos. Suponía que eso ya no era un avance y una distracción para no volver hablar del tema—. Hace demasiado frío —agregó por si lo anteriormente dicho no había sido suficiente.

—Por supuesto que sí, creo que nos congelaremos en este lugar —asintió para levantarse con gracia—, Vamos.

—Claro —concordó el castaño imitando los movimientos de su gemela sólo que sin tanta gracia.

Eso no importaba y mientras tomaba su café que en esos momentos ya era consumible, abandonó el parque jurando no volver de la misma manera que un alcohólico prometía no volver a beber. Sabía que no tardaría en volver en sucumbir en regresar a ese lugar en buscar de una poca porción de esperanza de volver a ver a ese loco rubio dibujando todo aquello que le deleitará la vista.

El parque se tornó en su soledad de nuevo o eso al menos era lo que parecía cuando una delgada silueta se desprendía de los árboles como si anteriormente hubieran sido sólo una identidad. Avanzó a paso lento a la banca donde antes estaban los Pines, tomando asiento.

Bill Cipher sintió la paz cuando se recargo en ese asiento frío de metal. Haber escapado del hospital psiquiátrico había sido un gran logro -algo imposible-, pero, volver ver a Dipper de nuevo en ese parque le hizo ver que todo su esfuerzo había valido toda la pena. Era una lástima que Mabel hubiera llegado, no confiaba en ella como para mostrarse como había pensado hacerlo con él, pero no importaba, tenía tiempo para que se encontrara con él y nadie lo haría retroceder esta vez.


Continuara.


Hola, se que no tengo excusas para tardar, pero aqui estoy, con vida (¿?) Pero en fin, espero que les haya gustado y avisarles que el final ya esta casi listo, por lo que esta semana espero ya publicarlo.

Nos vemos

I'm sorryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora