Manino, el linyera.

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Quiero dejar que mi cabeza cuelgue. Cómo los brazos de un laburante sin  haber cumplida su labor.
Quiero exhalar vino tinto por mis poros, lubricarme en líquido néctar, para olvidarme echado en algún zanjón.
Quiero y amo, el techo que no tengo, buscando el lamento de alguien, que me mate por compasión.
Soy expatriado de mis sentimientos, un pobre hombre, sin sueños que zurce la débil hebra, que nutre el filo, de está melancólica canción.
Un remedio que no tiene cura, para este paranoico enfermo sin solución.
Cristian Abel Davio.

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