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Uno me ve de lejos y piensa que soy un chico como cualquier otro, bastante alto pero eso no cambia nada...
Yo también pensaba así, hasta hace unos días.

Estaba saliendo de la escuela un viernes, ya era de noche ya que salía tarde, pero ya estaba acostumbrado a esta cantidad de luz. Estaba buscando la bicicleta con un amigo, hablando de la tarea para la semana siguiente. Todo normal, ¿no? Nos saludamos y prendí la luz delantera, pero cuando traté de prender la trasera ví que no estaba. -O me la olvidé en casa o me la robaron- pensé.

Agarré el camino de siempre ya que era el más rápido y directo, a pesar de la cantidad de subida que tenía que hacer. Por alguna razón sentía la mochila más pesada de lo normal, así que frené a dos o tres kilómetros de la escuela para revisarla.

Parecía tener todo, las carpetas, la cartuchera, la netbook y el libro de la biblioteca. Pero en el fondo había algo más, un buzo blanco con una capucha con ojos y orejas de panda que decía Bamboozled. Cuando lo saqué de la mochila ví desde el límite de mi visión que algo se caía de adentro, era una nota. La nota parecía ser de un papel viejo, ya que era grueso y áspero, como si fuera papiro. Era del tamaño de la tarjeta que usaba para el colectivo, y tenía escrito en una tinta violeta oscuro unos símbolos que nunca antes había visto.

No sabía leerlo, así que guardé todo y retomé mi camino a casa. Unos quince a veinte minutos después llegué a mi casa, un edificio mediano de dos pisos con cuatro habitaciones, dos baños la cocina, el garage y el living/comedor. No es una casa que resalte ya que todas en el barrio eran casi iguales, de ladrillo y con las mismas persianas de madera.

Saludé a mi familia sin prestar atención, y subí rápido a mi habitación, la cual comparto con mi hermano.

Prendí la computadora, me puse a escuchar música y miré los mensajes en el celular. Tenía algunos que no me interesaban, y después ví que tenía unos de un grupo nuevo. Miré el grupo y ví que estábamos la cufa del curso y un número que yo no conocía.

Pregunté para que era el grupo, porque para ser honesto, estoy en mi mundo la mayor parte del tiempo. La cufa, se llama Celeste, me contestó al instante:
-¿Te puedo pedir algo?- me preguntó
-Supongo que sí, pero decime quién es el número este así lo agendo- Respondí.
-Es una chica nueva que va a empezar las clases este lunes- dijo. -Sin ofender, pero ¿porqué creaste este grupo?- Pregunté. Sabía que era feo preguntar todo así pero como se darán cuenta, no sirvo para hablar.
-A esto viene lo que te quería pedir, la directora me pidió que le enseñe la ciudad y la escuela mañana, pero voy a estar muy ocupada y quería saber si podías llevarla vos-
Para para para... -¿Yo?- Le pregunté -¿No te habrás equivocado de persona?- No soy bueno socializando, y menos con gente que no conozco, ella sabía esto perfectamente.
-Sí- Me dice. -Me lo debés por el trabajo de historia que te ayudé-
-Uy si tenés razón- Dije, ¿qué más podía decir? -No tengo problema con mostrarle la ciudad, pero mañana es sábado, la escuela está cerrada- Me quedé perplejo, ya que Celeste no se confunde normalmente.

Como veía que no me contestaba, saqué la nota para ver si encontraba algo sobre el idioma, sin resultados. Saqué el abrigo también, para preguntar a mis compañeros si estaban haciendo una joda o algo por el estilo, hasta que me dió sueño y me fui a dormir.

Auburn TouchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora