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Los días eran tan bonitos que pasaron rápido a partir de entonces. Jongdae iba a la cafetería casi a diario antes o después de la universidad, con algún instrumento colgando de su hombro y esa sonrisa que le encantaba, se reía escandalosamente por cualquier cosa y a veces hablaba demasiado alto mientras seguía a Minseok por todos lados llenando de ruido el lugar y provocando pequeñas reacciones en los otros clientes, pero a él no le molestaba, no, porque así era su chico y lo quería de esa manera; en ciertas ocasiones, cuando Minseok tenía un día difícil, se daba cuenta enseguida y respetaba su silencio sentándose de manera sigilosa en la mesa más cercana a la barra del mostrador, pidiendo un café con leche cualquiera y sacando algún cuaderno para hacer tarea o avanzar en cualquier trabajo mientras esperaba, al finalizar el día, cuando todos los clientes se habían ido y el letrero de la puerta estaba volteado a "cerrado" apartaba los libros y dejaba cualquier cosa que estuviese haciendo para atravesar la puertita de la barra y abrazarlo apretadamente, preguntando de manera silenciosa qué había pasado y susurrando en su oído que lo quería, entonces Minseok le contaba todo y se sentía bien, porque había alguien que estaba ahí para él, dispuesto a apoyarlo en todo.

Jongdae era de escuchar mucho, de acariciar con delicadeza y de besar con dulzura, olía como a chocolate y le gustaba que Minseok le acariciara el cabello y abrazarlo por la cintura, prefería que caminasen por las calles pasando un brazo por el torso del otro que tomados de las manos, le encantaba susurrarle cosas al oído porque se azoraba y según él, era una visión encantadora, amaba sentarse en la barra de la cafetería justo frente a él los lunes y observarlo fijamente mientras practicaba figuras en la espuma del café, le encantaba sentarse en parques cualquiera, con su guitarra en mano y dedicarle canciones preciosas, le gustaba sentirse como en una película así que lo besó incontables veces bajo la lluvia ese invierno, en esos días fríos lo abrazaba fuerte, envolvía bufandas alrededor de su cuello o soplaba aliento cálido en sus manos. Jongdae era pasional a veces, demasiado tierno en otras, y tan sencillo al mismo tiempo. Habían días en los que Minseok se sentía abrumado, como en una nube de la que no quería bajar porque ahí era feliz.

Habían otros días en los que era Jogdae quién lo había pasado mal y prefería no ir a visitarlo para no arruinar las cosas con su humor, era entonces cuando Minseok cerraba más temprano y caminaba rápidamente hacia el edificio donde su novio vivía, el mismo en el que se había confesado, tocaba el timbre con insistencia y al ser la puerta abierta se lanzaba a sus brazos, ambos terminaban acurrucados en el sofá con alguna película que ninguno veía puesta en el pequeño televisor mientras el pelinegro le relataba lo que sea que le preocupara mientras recibía caricias dulces por parte de su hyung, cuando la película terminaba se dirigían a la habitación y dormían abrazados hasta que el sol apareciera por la ventana.

- Eres tú – le dijo Jongdae uno de esos días luego de su séptimo mes juntos, mientras lo miraba a los ojos, ambos acostados, uno frente a otro, luego de hablar por horas enteras. – Tienes que serlo, Min; lo más precioso que tengo. Eres a quien más quiero en esta vida.

Minseok sonrió.

- Tú igual – respondió pegándose un poco más a él. – debes ser lo mejor que me ha pasado.

Se dio cuenta en ese momento. Estaba enamorado. Amaba a Jongdae con cada pedazo de su ser de una manera tan intensa que no sabía cómo expresarlo, no existían palabras suficientes en el mundo para decir lo mucho que lo amaba. Y estaba bien de esa manera, porque sabía, sentía en su corazón que Jongdae lo amaba de la misma manera.

- Te amo. – le dijo por primera vez entre sus brazos, con la luz de la luna creciente apenas colándose entre las cortinas. – te amo tanto.

- Hyung. – fue lo único que pudo susurrar Jongdae en ese momento, mirándolo con los ojos brillándole de esa manera tan especial, antes de besarlo con intensidad.

Esa noche hicieron el amor. No era la primera vez de ninguno, pero fue especial, porque fue su primera vez juntos. Sin velas aromáticas ni rosas, no fue planeado con detalles ni con precisión, y así estaba bien porque fue algo que nació de sus corazones, en el momento ideal y con las palabras adecuadas. Fue un poco torpe y un poco raro ya que ambos eran un tanto inexpertos. Y aun así, fue precioso; cada pequeño instante. Jongdae le susurraba cosas dulces al oído mientras se hundía en él tan cuidadosamente que le daban ganas de llorar, acariciaba con delicadeza cada parte de su cuerpo, besaba con devoción cada pedazo de él, sus gemidos le llenaron el alma. "También te amo" fue lo último que murmuró antes de terminar. Luego, enredados entre las sábanas, pequeñas caricias y besos ligeros, se prometieron cosas que no sabían que no podrían cumplir luego.

Días pasados » ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora