No quiero palabras bonitas, quiero verdades que duelan, que hieran, quiero que pares de decirme que me quieres, que me echas de menos o que me necesitas.
Más daño hace la mentira que la verdad, y ese sentimiento engrandece cuando es una mentira descubierta, la cual yo sé, pero tú no quieres admitir.
Mi corazón se siente machacado con el sonido de la nieve al ser aplastada por las ruedas de un coche como banda sonora, la esperanza que me diste con tus palabras bonitas solo formaban parte de otro juego de sentimientos; uno más para la lista inagotable de decepciones y fracasos que me pesan, que me paran y me matan.
Tú que decías querer lo mejor para mi, no me hables de la luna si solo conoces la luz del día, no me hables de sucesos que nunca ocurrirán, de futuros inciertos que pensábamos posibles.
Por qué hablar sobre el mañana si el hoy no existe, por qué poner una luz al final del túnel, si esa luz será linterna... Soy insoportable, soy impedimento, soy el fruto de la vida insana, que te abrasa y te ahoga, soy profundidad y palabras enrevesadas, soy eso que no necesitas.
Te dije mil veces que no, que estar conmigo no era bueno, que soy estrella fugaz; bonita a la distancia, portadora de fuego de cerca, fuego que abarca consigo sus penas, sus inseguridades, sus circunstancias. ¿Mi palabrería barata servirá para concienciarte de que por mucho que te quiera debes irte? Que soy gatillo y tú bala, yo salto tú marchas.