Piloto

194 8 0
                                    

"Hay dos grandes días en la vida de una persona: el día que nace, y el día en que descubre para qué."

Temprano, seis de la mañana.

Estoy de vacaciones, la facultad me da un respiro de los exámenes y las clases. Llevo dos semanas sin hacer nada. Me despierto tarde, desayuno tarde y no hago nada hasta la hora de la comida. Mis padres me convencieron de pedirle a un amigo de la familia, que es médico, que me deje acompañarlo en su día a día por el hospital.  Hoy es mi primer día como su aprendiz. Dicho Doctor es considerado como el mejor de la pequeña ciudad en donde yo vivo. El Doctor Santiago Sevilla, especialista en medicina intensiva.
El Dr. Sevilla trabaja junto al Dr. Sánchez, quien es un joven médico recién egresado de la facultad, y junto al Doctor Juan Carlos González, un anestesiólogo.

Pero, ¿cómo es que pueden dejar a un chico de 19 años ingresar a un hospital y trabajar como si ya fuese un médico?
Sencillo, el favor que pidieron mis papás fue entre familia, pues el socio que inició el hospital como una clínica, es mi tío. El Dr. Pellegrín.

Tras ducharme y beber un licuado, me visto lo más formal posible con una camisa azul cielo y una corbata a juego, tomo mi bata junto a mi mochila y me subo a mi auto. Un pequeño volkswagen tipo bocho que mis padres consiguieron de segunda mano.

Al llegar al hospital, tengo problemas para aparcar pues todos los lugares están ocupados, y yo no tengo derecho a entrar al estacionamiento de los médicos. Salí del estacionamiento público y aparqué a dos cuadras.

No voy a mentir, sentía emoción por ver cómo es la de un médico.
Las vivencias en la preparatoria sólo te muestran lo que se hace en la facultad. Esto es la vida real.

Entro por la puerta principal con mi bata puesta y mí pequeña mochila al hombro, en ese momento, el policía de la entrada me detiene.

— Disculpe, ¿quién es usted?.— "Vaya forma de iniciar el día" pensé.

—Ehhhhhh.. Vengo con el Dr. Sevilla. Él me citó aquí.

— No me comunicaron nada. ¿Puede proporcionarme su nombre?— dice el oficial listo para apuntar en una libreta.

—Claro. Diego Pellegrín.

El policía levanta la vista de inmediato al reconocer mi apellido poco común que me emparienta con su jefe.

— Ahh, pase por favor. El Dr. Sevilla no ha de tardar en llegar.

Por fin, entro al área de hospitalizacion. Pero no sé qué hacer. No conozco a nadie así que que solo me siento en una banca a esperar al doctor.
Mientras estoy sentado, las enfermeras y otros me dan los buenos días acompañados del título "doctor" al final. Todo esto, debido a que llevo la bata puesta y llevo mi estetoscopio colgando en el cuello.

Estoy ensimismado en mis pensamientos sobre si el Dr Sevilla recordará que hoy iba a venir, cuando una enfermera se me acerca.
Es una chica de aproximadamente veinticinco años, muy bonita de tez morena, con unas pestañas largas que resaltan sus ojos grandes y bellos ojos verdes. Su sonrisa es muy bonita, su cabello está recogido y encima lleva su cofia blanca al igual que su uniforme.

— Hola, buenos días.— me dice.

—Bu... buenos días.

— ¿Espera a alguien, doctor?

—Ehhh, sí. Vengo con el Dr. Sevilla. Pero creo que aún no ha llegado.

— Así es, el Doctor aún no ha llegado.—en ese momento, el timbre de su estación comienza a sonar.— Bueno, no me presenté, mi nombre es Sofía. —me extiende la mano y yo contesto a su saludo.

Notas de un aprendiz de médicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora