2 || Los chicos de tu edad.

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Recuerdo cuando todo esto empezó, apenas tenía diesiciete, huyendo de la inocencia como si fuera un león, dejé crecer mi cabello, aprendí a que todas esas burlas de mis compañeros de clase cuando me llamaban “niña” se convirtieran en mi arma.

Siempre poniendo la mejor sonrisa que podía, y no hacía falta nada más para seducir a los hombres.
Con el tiempo fuí  aprendiendo el rígido protocolo de la alcurnia y para los diecinueve tenía a mi primera presa, un empresario muy bien visto en mosqú.

A veces me parece absurda la forma en la que el mundo funciona, porque solo se necesita tirar un poco de la cuerda, ser el amante de todos, pero el amor de nadie, pronto te encuentras a ti mismo siendo el “Little boy” más codiciado en las fiestas y en un par de años estas durmiendo bajo el amplio edredón de un pentacampeón olímpico en patinaje.

Hoy me ha dejado venir a su departamento de nuevo, la lluvia y el granizo opacan la ciudad, así que cerramos las cortinas y encendemos la calefacción, para preparar una buena comida en casa.

—¿Qué tal Piroski? ¿Sabes cocinar Piroski? — le digo desde el sofá mientras él revisa la cocina

— Jum… no demasiado bien, pero si es lo que quieres, internet no falla nunca ¿verdad?

Le sonrió y él me lo devuelve, avanza hacía mí, se recuesta a mi lado en el sofá, envolviéndome con sus brazos.

Cariño, tú eres morfina.

Despues de mi estrepitosa entrada en el arte de la seducción, estuve un tiempo viviendo con un par de politiquillos y cuando eso termino, con algunos muchachos de familias ricas (No lo que me gusta, pero peor es nada.)
Hasta que conocí a Mila; Me metí con su esposo y esa misma noche la conocí a ella, casados por conveniencia, ambos era homosexuales, iban a las fiestas juntos a buscar nevos amante que les satisfacieran. Aun que la cosa con su marido no me resulto como quería, ella y yo nos hicimos buenos amigos.
Asi fue como con veintiuno ya me encontraba de regreso en las fiestas.

Pensé lo que quería y nunca lo vi venir.

Viktor no era más que otro de esos hombres ricos, aquella noche con su traje negro y sus ojos azules que le hacían lucir interesante, se robó mi corazón.

Pesé a que no soy fanático del terror, ponemos en el televisor una película de ese género, le beso, respiro su aliento, y todo aquello que pudiese hacerle perder la cabeza, pero hoy no, simplemente no es lo mismo.

Anoche, antes de dormir, el me susurró “Eres perfecto” y a mí no se me ocurrió otra cosa que contestar en ese preciso momento más que “Te amo”, quizá no se dio cuenta, pero un temor paralizante me atravesó en cuanto me di cuenta de lo que había hecho.

Seguro hoy esta distante por aquello, me refiero hasta ahora no ha sido el tipo de amante romántico, yo tampoco lo he sido, pero en cualquier otra ocasión, para esta hora ya estaríamos por la tercera ronda, hoy apenas me ha tocado.

Llevamos saliendo ya más de 5 meses y nuestra relación no ha cambiado mucho, todo por debajo de la mesa, como siempre.
Él es amable, me lleva a cenar, me compra ropa y me puedo quedar en su casa cuanto quiera, siempre que él no vaya a recibir visitas.
Y yo le pago en la cama.

Es justo lo que había estado buscando todo este tiempo.

Viktor parece estar bien con ello pero después de tenerlo todo, siento que algo no encaja.

— Salud — susurramos los dos, mientras hacemos un brindis de un tinto al final de la comida.

Pasadas las 6, Viktor se ofrece a llevarme a mi apartamento, si no estuviéramos en esta situación le habría convencido de quedarme, pero hoy no, así que acepto el ofrecimiento y con el alma en la mano me subo al coche.

A cualquier otro le habría pedido que me dejase a tres cuadras de mi edificio, para que no viera el pésimo barrio donde vivo, pero a él no, no tiene sentido mentirle a él.

Durante el camino no podía sacarme la dichosa palabra de la cabeza: Amor.

¿Lo amo?

El ama mis imperfecciones, así que le dije que lo amaba.

Cada vez que lo pienso, no puedo evitar sentir como si cada fibra en mi cuerpo gritara su nombre, pero entonces en momentos como estos, estando en silencio, mirando las ventanas empañadas, no puedo evitar esa sensación como si el tiempo se me escapara de las manos.

Realmente, a veces siento que el mundo no tiene lugar para mi.
Por el simple hecho de que no me ha dado la gana buscarlo.

Quiero conocer más lugares, quiero entrar a la universidad, quiero ganar mi propio dinero y quiero ser yo, quiero sentirme como Yuri Plisetki y no como el amante de Viktor.

Tantas cosas por hacer, tanto mundo por ver, tanto de mí que no entiendo y yo aquí perdiendo el tiempo en el automóvil de un playboy.

Le miró, tragó mis ansias — ¿Viktor?

— ¿Si?

— Te amo.

Él me responde — Los chicos de tu edad nunca dicen lo que piensan de verdad.

No le digo nada más.

Cuando llegamos a mi edificio, me bajo del coche en silencio, me voy al lado del piloto, el baja el vidrio, me inclino para besarle de despedida como siempre lo hacemos, pero me detiene e intercambiamos miradas.

Se lo que sigue ahora, se lo que viene, me destroza, pero a la vez le tenía ganas.

— Vive rápido mientras puedas, cariño. No vayas persiguiendo el amor.

Fue lo ultimo que le escuché decir a Viktor.

Sin beso de despedida, ni tiempo de derramar lágrimas, se fue.

Me dejó con el vacio del amor y la expectación de todo el futuro por delante.

Innocence || FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora