Capítulo tres

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Narra Adriana:
Tomé mi celular y llame a Abi.

—Hola, ¿Cómo estás Adri?

—Bien.

—No me mientas, ya me entere que se pelearon con Sebastián.

—¿Cómo te enteraste?

—Sebas llamo a Marcos muy enojado y lo invitó a tomar algo.

—¿Y deducís que esta enojado y es conmigo?

—Siempre que esta enojado es por que se pelea contigo— comentó como si fuera obvia la respuesta.

—Eso no es verdad.

—Claro, y ahora llamas para decirme si quiero salir a merendar y ahí me enfermas toda la tarde hablando se él.

—Que mala amiga que eres— suspire —¿Quieres salir o no?

—Obvio que si, me encanta ver tu miseria.

—A veces no se si buscar una nueva mejor amiga o quedarme contigo.

—Se que nunca me cambiarías. No quiero ir a merendar, compremos un helado y caminemos.

—Si, mejor. En diez minutos ando por tu casa.

—Besos.

Fin de la llamada.

Me levanté rápido de mi cama y pero puse un Jean con una blusa negra pegada al cuerpo que tiene una calavera blanca impresa y mis zapatillas. Tome mi mochila, la que siempre uso para todo y tome una campera normal, había poco viento. Baje las escaleras, agarre mis llaves y salí.

La calle estaba tranquila, eran las siete y media de la tarde y el vientre corría sólo un poco.
Hoy después de ducharme me acosté un rato y cuando me levanté eran las dos de la tarde y me prepare unos fideos con salsa. Estaban deliciosos, mientras comía me puse a repensar lo que empezó a ser mi amistad con Sebastián  desde que nos empezamos a acostar. Nos hemos peleado muchas veces y nunca fueron peleas que durarán más de una semana pero si que  eran fuertes.

—Al fin— comentó mi amiga que estaba sentada afuera de su casa —¿No querías tardar más?

—¡No tarde nada!— me defendí mientras me acercaba a ella. Saque mi celular que lo tenía en el bolsillo trasero de mi pantalón.  —Son las diecisiete y veinte recién.

—¡Yo soy un buena niña y no salgo a esta hora!— comentó mientras depositaba un beso en su cachete. No me aguante la risa y escupí su cara —¡Adriana!

—No puedes decir eso— comenté mientras me llevaba las dos manos a mi estomago.

—Es verdad— dijo mientras comenzó a caminar y pasaba sus manos por su cara.

—No, no lo es. Siempre sales a la hora que sea y tu novio te sigue.

—Por eso lo amo.— suspiró —Igual si no me siguiera lo haría yo sola. Siempre salí sola y no por tener novio voy a dejar de hacerlo.

—Lo se, lo se— asentí.

—A ver, explícame ¿Por qué se pelearon esta vez?

—Es por lo de siempre. Él se puede meter en mi vida pero yo no en la suya.

—Está vez fue peor ¿No?

—Sí, le pedí las llaves de mi casa y le di las suyas. Estoy harta.

—Siempre fue así él y se lo permitiste.

—El problema es que yo también soy celosa pero trato de no meterme. Se que sólo somos amigos que se acuestan y tengo que respetar eso.

—Él no quiere que hagas lo que él hace.— comentó y se escuchó una música que provenía de su celular. Lo saco de su bolso, lo atendió y lo puso el alta voz.

Problemas con derechos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora