07 La chica

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Tras haberlo pensado por varios días, me decidí a intentar ubicar a cualquier mujer que pareciera valer la pena. Empecé conociendo a las féminas de mi salón, todas parecían lacónicas, sin ánimos, completamente aburridas e incompetentes. Luego empecé a hablarle a chicas de otras clases, a chicas de otros cursos y finalmente de otras escuelas. Una que otra atrapaba mi atención, buenas para una noche, una semana pero no más de un mes. Todas caían en aquel vicio de las mujeres que tanto yo odiaba. Tras empezar las vacaciones de verano conocí a una chica llamada Samantha. Ella era una santa, tal vez mejor puesto un ángel en el infierno, inocente y pura pero a la vez muy astuta e inteligente, no deseaba controlar a nadie, tampoco manipular a nadie, era divertido aveces gastarle una broma boba y podía seguir conversaciones complejas y dar su opinión con el mayor respeto posible. Aún así, algo en su forma de ser me incomodaba pero no le presté atención alguna, pasé el verano completo saliendo con ella, conociéndola, resulta que iba al décimo grado de mi escuela, rápidamente nos hicimos algo, aún así no me podía ablandar por completo, varias veces en medio de actos intensos me encantaba tanto asustarla, apretar su frágil cuerpo contra el mío hasta el punto de romperla, pero eso que me impulsaba a hacer lo impensable lo mantenía tan contenido como fuera posible. Después de meses de intentar ablandar mi corazón, de considerar mostrarle mi yo de verdad y de exponerme, descubrí algo que me impactó, tal vez más de lo que hubiera querido. El día que ella quizo formalizar un poco más nuestra relación me invitó a su casa para conocer a su familia, que mala suerte la mía al conseguirme con la inhumana de Sandra en esa casa, era de esperarse ¿Verdad? Sandra, Samantha, se parecen, pero algo no encajaba, sus apellidos no eran los mismos y al mantener silencio y conocer su familia, descubrí que son medias hermanas. Aquella mujer ya no me interesaba para nada, si tenía los genes de Sandra no me llamaba la atención en lo más mínimo, a Sandra yo la odiaba tanto como a Emilio, después de haberse expresado así de doña Clara, de haberse burlado y mofado de un verdadero ángel, de ignorarme luego de intentar preguntarle qué tanto sabía de la vida de doña Clara, después de incluso llevarme a la oficina por haberle cortado mechones de pelos cuando no tenía pruebas y de incluso haber intentado hacerme quedar mal con el resto culpandome de matar a la mascota de la clase (tal vez fue verdad pero sin pruebas solo eran acusaciones), esa mujer lo que merecía era que la ataran a una silla y la degollaran poco a poco y claro que el foco se me prendió con ese tipo de pensamientos, tal vez y al final si había encontrado a la chica ideal.

The death of a tiny me -Joker- #GYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora