El final viene entre dos dientes

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El megalodonte era gigantesco. Alrededor del pecho tenía una larga ancla enredada, tenía fierros enterrados y un gigantesco apetito.

Karina y Santiago lo veían nadar hacia ellos a toda velocidad, hambriento.
-Sabes que hacer-
Y en cuanto el Megalodonte llegó, Santiago se agarro de un fierro y Karina se aferró al ancla, el tiburón aceleró y se sumergió, tratando de liberarse de ellos, pero no podía. Intentó otra cosa, y se hundió hasta lo más profundo que los dos nunca antes habían visto, los ojos les sangraban al igual que las orejas, el líquido no era rojo, era verde debido a la presión, Santiago sintió como si una aguja con un filo terriblemente agudo lo atravesara por la cabeza, de oreja a oreja, y sin embargo, Karina sentía el dolor en los brazos. El tiburón iba directo a una gran roca gigante, acelerando, acelerando, acelerando, y de pronto se detuvo. La cadena se soltó de el animal y arrojó a Karina y a Santiago hacia aquella colosal roca, pero la potencia no alcanzó, se detuvieron a mitad del camino, y el Tiburón los tenía en la mira, era difícil sobrevivir. La presión estaba a punto de explotarles la cabeza, si por eso no fuera, sería por oxígeno, o quizás por el mismísimo tiburón. Karina apenas tenía fuerza para cargar la cadena. El ancla estaba inundándose, pero Santiago apoyó a levantarla. El tiburón se lanzó a mucha velocidad abriendo la mandíbula por completo, esta medía más de dos metros, y allí, a punto de desmayarse para pronto morir, Karina uso sus últimas fuerzas para hacerse a un lado y clavar el ancla. Apuntó directo a la cabeza del animal y la luego tomó la cadena. El ancla le destrozó el cráneo al tiburón, partiéndolo en dos, hasta que murió. Karina y Santiago nadaron a toda velocidad a la superficie. Al salir, de dieron cuenta que nunca habían extrañado tanto el oxígeno como en ese momento, los ojos los traían rojos, sangrando, al igual que la nariz y las orejas.
-baidvajirb jaidvai- karina no escuchaba bien
-que?!- gritó lo más fuerte que pudo
Santiago la tomó del brazo y la jaló hasta besarla.
-sabes a sangre- dijo Karina
-tv sbes a zl d mar-
-que?!-
-que tú sabes a sal de mar!
Allí el bote regresó por ellos, los rescataron y al subirse se tumbaron en la madera mojada. Seguían sangrando pero ya no tanto como antes. Entonces Santiago se sentó repentinamente y vomitó una bola de sangre, ésta corrió afuera del bote, y al fijarse, a lo más fondo de lo que se podía ver, había regresado la pesadilla. Siete tiburones nadando a toda velocidad hacia el bote, siguiendo el rastro rojo vivo que se esparcía por el mar.
-Todos refúgiense!- grito Yarit espantada.
Un gran blanco pescó entre sus mandíbulas el bote y lo inclinó, la gente se resbalaba y caía a donde sería una muerte inmediata asegurada. Seis Pequeños tiburones hambrientos esperaban el banquete alrededor de todo el bote, una a una, todas las personas terminaban atrapadas entre las fauces de los tiburones.
-Emilio intenta escapar!-
-esta cosa no me deja avanzar más!-
Karina y Santiago se sujetaron de donde pudieron, Emilio sostenía el volante con su única mano. Las cosas empezaron a caer, la hielera, la radio, documentos... en ese entonces una pistola golpeó el suelo. Karina se aventó a atraparla, pero no tuvo suerte. Acabó en el mar. Entonces empezó a mirar al tiburón. Diente, diente, diente, hueco, diente... espera. Ese era el tiburón que la atacó al principio de toda esa pesadilla. Pensó, pensó... idea!
-Santiago! Traes tu molotov?
-si! Espera!- el, sin soltarse, saco la botella de una caja y se la aventó a Karina, después le lanzó un encendedor también.
Quedaban 4 personas en el bote. Karina, Santiago, Emilio y una chica desconocida.
Karina encendió rápidamente la botella y se concentró "un tiro" "uno solo" y soltó la botella entre los dientes de el tiburón. Acto seguido, está explotó dentro de sus entrañas, provocando muerte instantánea, y a la vez, el bote al liberarse, arrancó a toda velocidad.
El bote rebotaba por la velocidad. Karina se sujetaba muy fuerte para no caer al mar.
-SUJÉTENSE!- exclamó Emilio a todo pulmón, y entonces el bote chocó, dio volteretas y tras cinco golpes, nuestra historia termina con un bote vacío entre la arena.

Festín en la playaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora