fourteenth.

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Era ya lunes cuando Stiles volvió del instituto después de haber estado 4 días sin apenas moverse de su cama, tan solo para ir al baño, con el pie hecho polvo, aunque ya el sábado comenzó a sentirse mejor y podía andar sin la ayuda de nadie, tan solo de una muleta.
En un principio tenía pensado haber vuelto el jueves al instituto... pero al final resultó que el tobillo le dolía más de lo normal y se tuvo que tomar el jueves y el viernes también de reposo.

Aunque Stiles siempre se había considerado un chico seguro de si mismo, (de hecho, a veces demasiado), la verdad era es que entrar con muletas en el instituto después de haber desaparecido durante casi una semana y sabiendo que absolutamente todo el mundo se iba al fijar en ti no le resultaría fácil.

Aparcó a Roscoe en su habitual sitio y antes de salir del coche se tomó unos segundos para respirar profundamente y tratar de relajarse, de todas formas, no era para tanto... ¿no?
Stiles salió del coche, cogió la muleta y lo cerró. Cuando abrió la puerta del instituto ya pudo ver las miradas de al menos 4 grupos de chavales que se giraron muy bruscamente, a decir verdad, para mirarle.

Él simplemente, y tratando de no dañar su reputación de seguro y tranquilo, levantó la cabeza y comenzó a andar hacia su taquilla, que estaba al lado de la de Scott, quien, por algunos problemillas como que se le había olvidado poner la alarma, aun no se encontraba en el instituto... aunque había alguien que sí lo hacía: Lydia.

Stiles se encontraba cogiendo unos cuantos libros de su taquilla, tratando de ignorar las miradas y comentarios del resto de la gente, que le miraban como si hubiesen visto al propio Jesucristo resucitado. Lydia se encontraba también cogiendo unos libros, unas cuantas taquillas a la derecha de Stiles.

La verdad es que se sorprendió al verle, aunque realmente no sabía por que, es decir, era obvio que algún día tendría que volver al instituto, no se iba a quedar en su casa para siempre, pero simplemente la forma en la que había entrado, solo, serio y en silencio... le desconcertaba -(teniendo en cuenta que él siempre entraba con su grupo de amigos armando un escándalo impresionante)-.
Lydia se pensó seriamente el hablarle o no, ya que por una parte quería hacerlo (más que nada por pena), pero por otra se negaba a hacerlo (por rechazo hacia su persona y porque sabía que seguramente, no reaccionaría bien).

"Joder... que le follen", fue lo que pensó la rubia fresa antes de decidirse a hablarle al moreno.

-Vaya... Stiles, que... ¿qué tal estás? -Fue lo primero que se le vino a la cabeza, aunque corriendo se arrepintió de haber dicho tal tontería y volvió la vista a su taquilla, apretando los labios.

-¿En serio, Lydia? ¿Acaso no me ves? -Respondió con una cara entre asco y sarcástica.

"Tan agradable como siempre", pensó Lydia.

-Lo sé, pero... solo... trataba de ser simpática... -Se medio disculpó.

-Ya, claro, todo el mundo trata de ser simpático conmigo porque me verán y pensarán "vaya, mirale, que pena de chaval, voy a decirle algo para intentar ser simpático". -Dijo en un tono de voz algo exagerado. -Siempre es igual. A veces me pregunto que si mis amigos son amigos de verdad o simplemente están conmigo por lo que el resto del mundo se acerca a mí... por pena.

Dicho esto terminó de coger sus libros y cerró la taquilla con fuerza, dirigiéndose a su primera clase y dejando a Lydia con la boca abierta y más desconcertada que nunca.

Stiles se maldijo de camino a matemáticas, ¿por qué siempre decía lo que no debía a quien no se lo merecía? En el fondo sabía que Lydia no le había hecho nada malo, -en todo caso, había hecho algo bueno-, pero no podía evitar contestar de esa forma. "La impulsividad es un síntoma de la demencia frontotemporal", se recordó a si mismo.

Day 'n' night 《STYDIA》☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora