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Miró por todos lados en busca de la dueña de esa voz y la encontró cuando subió la mirada a la terraza de enfrente.
Provenía de una chica de cabello negro, largo y lacio atado en una coleta desordenada. Vestía una camisa holgada blanca que decía algo en lo que parecía ser Japonés y unos pantalones negros con las rodillas rasgadas. Su maquillaje, más precisamente, sus labios rojos, daban a entender que iba a salir o había llegado de la calle.
Esta dejó caer una caja color rosado rojizo. Al abrirla, encontró un cigarrillo y un encendedor. El único detalle es que desprendía un olor a cerezas extraño.
Por su parte ella observó cómo él encendía el cigarrillo. Él era un chico bastante alto y guapo, de cabello castaño claro y ojos obscuros. Llevaba puestos unos pantalones iguales a los suyos, unas botas y una camisa holgada gris la cual no tenía ningún tipo de diseño.
– Gracias — agradeció el de camisa gris. Permanecieron en silencio un rato.
— ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó la chica.
— ¿Que tu madre no te ha dicho que es peligroso hablar con desconocidos?
— ¿Que tu madre note ha dicho que es malo fumar?
— Mi madre me ha dicho que no debo decir mi nombre a desconocidos — Respondió con inocencia sarcástica y diversión – A menos que me digan su nombre primero.
— Bien — se acomodó para mirarlo mejor — Te diré mi nombre si mañana vuelves aquí a la misma hora.
— ¿Cómo sabré si en verdad te aparecerás? — preguntó curioso
— Tienes el encendedor.
— Podrías simplemente comprar otro.
— Es de mi hermana — Sonrió — Ella quemaría media casa si no se lo devuelvo.
— Esta bien — Sonrió — Nos vemos mañana, entonces.
— Adiós chico lindo — Se despidió ella levantándose de la terraza y entrando a su casa.
Jungkook simplemente la observó desaparecer en la puerta. Su nombre fue gritado desde dentro de su Casa, haciendo que voltease. Pudo deducir que se trataba del idiota llamándolo, simplemente por el tono ebrio que su voz desprendía.
Dió un último vistazo al ventanal de aquella chica misteriosa antes de entrar a su casa.
