FleurMione II

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Capítulo 2: La Mañana Después

No puedes romper una promesa. Eso era lo que Hermione Granger pensaba frente a la puerta de su compañera de departamento después de que la rubia se retirara de ella hostilmente. Ella quería hablar sobre lo que paso. Discutir el beso que ella sabía que ambas habían disfrutado.

Un beso borracho no significa nada.

Las palabras requemaban a la joven morena mientras que sus nudillos estaban envenenados, listo para tocar la puerta, pero ella se quedó quieta. Su corazón estaba herido por las palabras de Fleur. ¿Realmente ella había querido decir eso?

Seguro, ella le hizo saber a Fleur que estaba un poquito más intoxicada de lo que en realidad estaba, ¿Pero ella hubiera tenido la atención de Fleur sino lo hubiera estado? Hermione cedió ante la noche con un pesado suspiro y se dio vuelta hacia su propia habitación, recogiendo sus zapatos en el camino. Ella realmente odia el desorden.

Hermione siempre ha sentido algo por Fleur, incluso desde la primera vez que vio a la mujer francesa en su cuarto año en Hogwarts. Por supuesto, en aquel entonces era aversión y celos, pero después se tornó en admiración y respeto. No hasta recientemente que había notado la manera en que Fleur ocasionalmente (y descaradamente) deja posar sus ojos en la morena con una preocupada, aun así, anhelante mirada. Un pesado suspiro escapo de los pulmones de la morena cuando cerró la puerta de su habitación y le recargo sobre esta.

Cerro sus ojos recordando el beso que ellas acababan de compartir y no puedo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios, o que la otra mano tocara sus labios. No era un misterio que la morena amaba a Ronald Weasley, pero Ron nunca la ha besado así. Como si el mundo fuera a terminar y que ese sería el último beso que compartirían, con pasión que encendía su cuerpo y que dejaba anhelo por más de uno. Lentamente, Hermione abrió sus ojos y miro al techo. ¿Quería ella algo más que un beso?

—Estos no son pensamientos que debería estar teniendo el día de mi boda.—ella se reprendió sacudiendo la cabeza y pasando sus dedos por su melena. Ella ama a Ronald, ellos nacieron para estar juntos.

No puedes romper tus promesas. Sus ojos cayeron hacia el anillo que se sentaba pesadamente en su dedo anular, más pesado de lo que ella recordaba. Sus pies la llevaron en la oscuridad hasta la cama antes de darse vuelta se dejó caer en la cama. La luz de la luna era lo único que iluminaba la habitación mientras que la joven bruja trataba de olvidar el beso. Ella se sacudió y se dio vuelta en la cama, queriendo dormir antes de soltar un quejido y sobar su frente.

—Estos nos son pensamientos que debería de estar teniendo el día de mi boda.—

Sus ojos se movieron hacia la puerta cercana, deseando poder ver por las paredes para ver a Fleur. Hermione no sabía exactamente cuando su admiración y respeto cambiaron a curiosidad y adoración, pero paso en cierto punto sin su conocimiento. Su basta, gigantesca cantidad de saber e intelectualización no le daba asistencia en cosas del corazón. ¿Era posible que ella estaba más que curiosa del saber que se sentiría el tener un beso de su compañera de departamento?

Otra vez, presiono sus dedos en sus labios y suspiro. Fue ahí cuando noto el hilo rojo brillar al lado de su anillo de compromiso. Hermione movió su cabeza a un lado, mirando el hilo rojo otra vez. Era débil, apenas estaba ahí, aun así, quemando en los ojos cafés de Hermione mientras atrajo su mano más cerca y frunció el ceño en confusión. La joven bruja finalmente cayo y se puso un hechizo para dormir y más importante, para escapar de los pensamientos que estaba teniendo el día de su boda.

x—x

La mañana siguiente fue más que frenética. Hermione no supo el tiempo exacto que se quedó dormida, pero antes de saberlo, ella escucho un toque en la puerta de su departamento y se levantó lentamente de la cama, arrepintiéndose el haberse quedado despierta tanto tiempo y el ser obligada a levantarse tan temprano. Aun con la ropa de la noche anterior, camino por la sala y vio que la puerta de Fleur estaba abierta y la rubia, ya no estaba. Una fuerte punzada en pecho inhalo profundamente y respondió a la puerta.

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