Cap. 25

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Guardo el pacificador cuando ya todas las llamas de Timoteo fueron absorbidas, ahora tendría que buscar un cielo más y todos los pacificadores estarían listos para la segunda fase de su plan.

Timoteo le fue muy útil en todo este tiempo, gracias a que muchos querían hacer alianzas con Vongola logro encontrar más atributos cielos para sus propósitos, incluso por que este había dicho a las demás familias que lo estaba buscando logro conseguir muchos más de los que tenía previsto.

-me pregunto, ¿Qué cara hubiera puesto, si le contaba que por su culpa muchas familias murieron?-le hablo a sus leones quienes solo rugieron.

Estuvo a punto de hacerlo en su momento, pero al final no lo hizo, el viejo merecía irse en paz después de ayúdalo tanto sin saberlo. Además, tendría muchos juguetes más para romper dentro de poco y podría decírselo después cuando volviera a la mansión.

-¿Qué fue lo que hiciste?-escucho que le preguntaron. Solo lo volteó a ver de reojo, después de todo, lo conocía muy bien.

Leonard Claudel, octavo jefe de la familia Claudel, un verdadero dolor de cabeza para él. (Me salió rima sin esfuerzo XD)

Siempre busco que se casara con su hija, pero siempre rechazo la propuesta. No quería nada con esa familia, pues este solo buscaba obtener la fuerza de la suya y eso es algo que él jamás permitiría. No dejaría que ese hombre pusiera una sola mano en uno de sus miembros. Aunque ahora que se daba cuenta.

-oye inútil-lo llamo molestándolo-¿tu hija como se llamaba?-pregunto esperando una respuesta inmediata, estaba demasiado eufórico como para que alguien viniera a bajarle su buen humor.

-eres un maleducado. ¡Te dije en cada llamada que mi hija se llamaba Valery Claudel!-respondió molesto tomando una de las hachas de decoración que tenía el salón.

Como lo pensó, la chica era hija de este idiota. Vongola sí que cayó bajo. Mira que asegurarle a este hombre que él se iba a casar con su hija. Preferiría que lo enterraran en un ataúd muriendo y reviviendo eternamente, antes de casarse con ella.

-deberías buscar a tu hija, de seguro hará algo tonto que terminara matándola-aconsejo levantándose y dejando que viera el cadáver de Timoteo.

-mataste al Vongola-pronuncio viendo el cadáver del noveno-¡jajaja ahora con más razón quiero que te cases con mi hija!-rio alegre ganándose la mirada desconfiada de Tsuna, este hombre... era un demente.

-¿puedo saber la razón?-pregunto manteniendo a sus dos leones cerca, su intuición le decía que los tuviera a mano para lo que ocurriría después.

-fácil, eres el jefe de Ajin y ahora también de Vongola-respondió como si fuera obvio.

-me niego rotundamente a aceptar el último título, en especial el de esposo de tu inútil y ridícula hija-negó sonriente acabando con la paciencia del otro.

-no importa, Iemitsu ya firmó el tratado, hasta que mi hija no muera tú serás su esposo. Pero eso no aplica a ti. Adiós, Tsunayoshi Sawada-se despidió antes de cortar la cabeza de un sonriente Tsuna.

Se extrañó un poco de que este no esquivara el ataque, mucho más que los dos leones no hicieran nada, pero lo resto importancia.

Al fin, tenía en su poder a las dos familias más fuertes del mundo, ya nadie podría decir que él era el mafioso más débil de todos. Nadie podría subestimarlo.

Comenzó a reír a carcajadas al ver todo el poder que tenía ahora.

-no me digas Sawada... jajajaja-escucho su voz. Volteó incrédulo a ver como el chico se volvía a levantar.

El Cielo DestruidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora