Cap. 21

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-gracias por acompañarlos-le agradeció Enma a Mukuro una vez que llegaron cerca de la limosina que los trajo.

-Kufufufu~ no hay de que, después de todo no puedo dejar que el amigo de Tsunayoshi-kun muera devorado-le restó importancia señalando a los dos osos que miraban a la dirección de los Shimon.

Enma los miro nervioso, sin duda estos lo miraban casi analizándolo si tendría buen sabor, pero el león negro de Tsuna lo aterro más, a este no parecía importarle el sabor mientras fuera carne.

-por cierto, les daré unos consejos ya que serán aliados de Ajin-llamo su atención nuevamente.

Enma y Adelheid le prestaron toda su atención, no importaba de que fueran esos consejos, de seguro serian importantes.

-primero, nunca le saquen un dulce a Tsunayoshi-kun sin su permiso-comenzó desconcertándolos-no se les ocurra insultar a los menores que él en su presencia. Tu-señalo a Adelheid confundiéndola-cuida a tu jefe si no quieres que una nube lo viole-le aconsejo a la guardiana.

Adelheid se lo tomo muy seriamente, había notado la mirada de la nube de Ajin en su amigo, sabía que algo se traía ese chico. Por su parte Enma solo se sonrojo, entendió perfectamente lo que quiso decir la niebla y además recordaba lo que la nube le había dicho.

-por último, esta va más para ti, Kozato Enma-el nombrado se tensó al ver la fría mirada en esos ojos heterocromáticos-Tsunayoshi-kun me pertenece a mí, no se te ocurra quitármelo-advirtió serio esperando que captara el mensaje.

-no te preocupes, solo veo a Tsuna como amigo-aclaro nervioso, ahora le daba más miedo que los osos.

-Kufufufu~ más te vale, Shimon-rio antes de desaparecer en su niebla.

Suspiro, el guardián de la niebla de Tsunayoshi seguía tan aterrador como recordaba.

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Bajaba hacia uno de los pisos subterráneos.

Jugaba con el anillo del cielo sin dejarlo caer en ningún momento, había dejado el resto en las habitaciones de cada uno de sus guardianes, a uno no le gustaría encontrárselo, pero no le quedaba otra.

Una vez que llego al piso correcto, guardo el anillo en su bolsillo y se encamino a una habitación en particular, cuando la encontró se adentró a esta sin menor cuidado.

Dentro todo estaba bien decorado, una habitación normal con todas las comodidades que una persona pudiera necesitar. Lo único que rompía esa normalidad eran la larga cadena que sujetaba uno de los tobillos de la persona que se encontraba hay.

Era una castaña de cabellos cortos y ojos chocolates, quien se encontraba sentada en uno de los sofás que estaban dispuestos, mientras intentaba tirar de la cadena para ver si podía soltarla, cosa que obviamente jamás ocurriría.

No pudo evitar soltar una carcajada ante la ocurrencia de la chica, alertándola. No importaba cuanto tiempo pasara, Haru no cambiaba.

-¿Tsuna-san?-hablo confundida, ¿Qué hacia el aquí? ¿Acaso vino a salvarla?, aunque lo descarto, llego demasiado casual para ser un rescate.

-Haru, ¿te gusta la habitación?-pregunto tomando asiento a su lado y mirándola de reojo.

-me gustaría más estar con Kyoko-chan y Bianchi-san-refuto mirándolo desconfiada.

-jajajaja-comenzó a reír para su desconcierto-créeme Haru, no te gustaría estar donde ellas, mucho menos con Kyoko-dijo con un tono que le causo miedo, no le gustaba el brillo perverso de sus ojos, ¿Qué había hecho Tsuna con ellas?

El Cielo DestruidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora