Paso el resto de las horas de clase ignorándole. No es nada del otro mundo, es lo que hago con todos, pero él no deja de hablarme, a diferencia de los demás.
A la hora del almuerzo, voy a la cafetería y, como ayer, me siento en la mesa más alejada que veo. No se acerca nadie, así que puedo leer tranquila.
-Ey- Oigo que se sienta a mi lado. Echo mi pelo multicolor a un lado para que se interponga entre los dos- ¿Todavía estás enfadada? Venga, no seas rencorosa.
-Déjame leer.
-No mientras estés así- Comienza a pincharme en el costado con su dedo índice, intentando hacerme cosquillas o molestarme. Consigue las dos cosas.
-Vale, ¡Para ya! Te perdono ¿Contento? Ahora lárgate y déjame leer.
-¿Cómo que "me perdonas"? Si no hay nada que perdonar. No hice nada malo.
Suspiro exasperada.
-Está bien, sí, como tu digas. Fuera- Le doy la razón como a los locos mientras le empujo para que se levante. Entonces suena el timbre.
-¿Sabes que clase toca?- Me pregunta Lucas, ya de pie. Miro mi horario.
-Educación física, dos horas- Contesto. Una sonrisa se extiende por su cara.
-Venga, vamos juntos. Prometo que esta vez me portaré bien- Le miro con sospecha, pero recojo mis cosas y caminamos juntos hacia el gimnasio.
Entramos en los vestuarios, y nos encontramos fuera de nuevo.
-¿Qué estáis dando ahora?- Pregunto, curiosa.
-Eh...
-¡Venga, chicos, por parejas!- La profesora ha llegado. Lucas se acerca a mí. Bien, más vale malo conocido que bueno por conocer- Haremos escalada, ya sabeis cómo va la cosa. Aseguráos de que vuestro compañero soporte vuestro peso, porque es quien va a evitar que caigáis. ¡Vamos a la pared!
-Esto... ¿Qué? ¿Escalar dónde?- Pregunto a Lucas, mientras toda la clase sigue a la profesora por una puerta, que da a lo que parece ser otro gimnasio, pero con más cosas: potros, colchonetas, pelotas, cuerdas con anillas, la cuerda con nudos para subir hasta el techo, y cosas así.
La pared del fondo está completamente cubierta por piedras de colores, situadas a distintas distancias unas de otras. Observo que, por orden de mayor cantidad y menor distancia, van así: verdes, amarillas, azules, rojas y negras. Es una pared de las que se usan para practicar escalada. Es el primer instituto al que voy en que lo hay.
La profesora aprieta un boton y se abre un trozo de techo. "Oh, hay más" No puedo evitar dar dos pasos hacia delante y mirar hasta dónde llega.
Las piedras siguen por la pared exterior, hasta la azotea del instituto. Un instituto que tiene cuatro pisos. Trago saliva.
-Bueno chicos, llevamos practicando desde principio de curso, así que creo que ya sois capaces de llegar hasta la azotea- Anuncia la profesora, asegurando unas 15 cuerdas que caen desde la pared.
-¿Del gimnasio?- Pregunto, casi temblando.
-No, señorita, del edificio- Mis ojos se agrandan, y trago saliva, asustada. Veo de reojo la sonrisa de Lucas. "Cabrón"- Como acabas de llegar, no te pediré que llegues tan alto, pero si lo haces, te subiré la nota. ¡Venga, poneos los arneses y comenzad!- Dice dirigiendose a todos, que se ponen en movimiento. Lucas me coje del brazo y me lleva hasta donde están los arneses, metidos en una caja.
-Pásatelo por las piernas, yo te lo pondré bien- Me da uno.
-¿Qué? No, tú vas a hacerlo antes- Niega con la cabeza.
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Hasta el final del Arco Iris
Fiksi RemajaEva es una chica de 17 años. El trabajo de su padre les obliga a ella y a su familia a mudarse constantemente, sin estar más de 4 o 5 meses en un mismo sitio, y eso, con suerte. Harta de hacer amigos para luego no volver a verlos, hace tiempo que ha...