Origen.

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La vi por primera vez en ese frondoso árbol que por mucho tiempo fue mi soporte; la vi ahí mirando la inmensidad que creí solo yo podía ver, no sabia como llamar a esta sensación en mi interior ni siquiera sabia que tenia permitido sentir algo...
Quizás se pregunten el porque mi historia comienza en esa colina, pero...fue en esa colina donde aprendí a vivir y también donde morí.
No recuerdo del todo el año en el cual nací pero mi madre solía decirme que era primavera, el clima era cálido y el cielo estaba totalmente despejado, justo como sus días favoritos. Mi nombre es Osiel y soy hijo del rey Alejandro segundo y la Reyna Elizabeth cuarta yo fui el fruto de su inmenso amor del uno por el otro pero...mi nacimiento fue oculto debido a una rara enfermedad, una cualidad que mis padres solían llamar increíble pero que otros llamaban abominación.
Mis ojos eran diferentes, mi ojo izquierdo era azul como los ojos de mi madre pero mi ojo derecho era adornado por un color amarillo. Los sabios que aconsejaban a mi padre inmediatamente le dijeron a mi padre que tenia deshacerse de mi dado que mi nacimiento era un mal augurio, mi padre enfureció ante aquellos comentarios diciendo que ahorcaría a cualquiera que hablara de aquella forma de su hijo pero lejos de acabarse solo incrementaron haciendo que mi padre expulsara a todos aquellos que ignoraron sus ordenes. Esperando que todo mejorara con el tiempo pasaron 7 años los cuales fueron los mas felices que recuerdo, mi padre me enseñaba a leer y escribir debido a que nadie se atrevía a acercarse a mi por temor diciendo que podrían resultar malditos por interactuar conmigo. Todo el tiempo en ese castillo la pase solo pero realmente feliz y amado por mis padres aunque no todo fue paz, un día una de las damas de mi madre intento matarme mientras dormía pero fue descubierta por mi madre, inmediatamente fue asesinada por orden de mi madre. Ese día llovía demasiado,mi madre odiaba la lluvia pero ese día permaneció de pie en medio del patio observando como cumplían su orden no le importo mojarse o arruinar sus ropas lo único que quería era ver morir a aquella persona que se atrevió a atacar a su hijo. Pese a mi edad fui capas de comprender...entendí que era diferente y que por eso era odiado; llore mucho por mi existencia, me odiaba a mi mismo por ser diferente no lograba entender el porque a mi. Mis padres preocupados ante mis actitudes decidieron que lo mejor era darme mas amor para sacar los pensamientos desagradables, suena absurdo pero funciono, mirarlos era lo que necesitaba solo eso bastaba para saber que no importaba nada mas.
-hijo tu eres un regalo de Dios-decia mi madre- un regalo que se nos fue otorgado.
-en este mundo no hay quien te ame como nosotros- aseguraba mi padre - pero...un día encontraras a alguien que te ame incluso mas que tu madre y yo.
-si, esa persona vera tu gran cualidad y se enamorara de ella como nosotros-mi madre sonreía mientras hablaba - amado hijo mio, hasta que esa persona llegue nosotros permaneceremos a tu lado...
Esa conversación la tengo presente cada día de mi existir.
Lamentablemente esa promesa se vio rota 4 meses después; mis padres fueron invitados a un gran evento en el reino vecino y aunque no querían ir se vieron obligados dado que la alianza de los reínos era de suma importancia.
Un beso en la frente y una cálida sonrisa fue lo último que vi de mis padres.

 una memoria perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora