Capitulo 5

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Así duraron días, semanas y meses. Su padre estaba feliz de que Frank por fin fuera un adolescentes como otros, que mantenían citas con sus parejas, que no se estresara tanto por trabajos que no merecía hacer, sí, ese Frank feliz y enamorado le gustaba más que cuando estaba triste y angustiado por su situación.  Así que le dijo algo como: "Deseo conocer a ese novio tuyo que te tiene así".

Gerard Way no era ni de lejos el novio de Frank, era solo ese hombre que le hacia suspirar, tal vez se habían besado en muchas—demasiadas a decir verdad—ocasiones; y sí, habían llegado a situaciones subidas de tonos, pero no llegaban al final. Hacían eso y más, pero no, claro que no eran novios, aun no mantenían ese título en su relación, al menos no todavía.

Ni Gerard ni Frank se habían declarado, y eso que se la pasaban juntos todo el tiempo, pero eso no hacía que supieran más el uno del otro. Al contrario, no sabían nada de la vida del otro. Frank se sentía avergonzado de tener que contar su vida a una persona, cualquiera. Se ha pasado la vida estudiando, trabajando y cuidando a su padre enfermo; la idea de contarle a una persona tus noches llorando, tu vida sin pareja y que tu primer beso fuera robado no le gusta mucho.

Gerard no quería hablar de su vida, tantos errores había cometido que se sentía devastado y triste. Aunque eso no lo debe saber nadie. Quizás por eso se la pasaba con mujeres que no conocía, o peleaba con quien le rozara con la mirada por la calle, tal vez por eso nunca sonreía; a menos que fuera con Frank, era esa actitud inocente la que lo traía loco, saber como se sonrojaba por sus descaros era adorable, o como contaba chistes malos para hacerle reír cuando Framk estaba realmente triste.

Se complementaban el uno al otro de cierta forma, aun no amorosa o físicamente, tampoco sexual. Era de una manera única.

Se querían, no había duda en ello, pero siempre queda un espacio vacío en tu pecho que te obliga a llenarlo. Y cuando tu vida no se llenó de expectativas ni tampoco de cuentos, te duele porque siempre estás metiendo el dedo en la herida sin dejarla cicatrizar. Eran pequeñas dosis de realidad que lo mantenían vivo sin debilidad de por medio, pero nunca fue feliz.

Pero al no conocer la felicidad nunca la echó en falta, y ahora tenía miedo de perder esa felicidad. Había sentido con sus manos la más pura suavidad, había escuchado esos sonidos armoniosos que eran música para él. ¿Cómo podría dejarlo ir si era su fuente de vida ahora mismo? Supo que era amar a alguien sin necesidad de decirlo con palabras. Solo bastaban actos como acariciarlo, mirarle a los ojos, besarle. Para Gerard con Frank no existían palabras. Y Frank solo se quedaba sin palabras.

Cuando uno estaba triste ninguno se hostigaba para que el otro soltara sus penas, ni que llorara para aliviarse, solo se quedaban allí, mirándose, sanando en silencio esas heridas que siempre estaban abiertas. Sonreían para hacerle saber que estaban allí el uno con el otro y no faltaba más.

Se sentían bien juntos, y si tal vez Gerard pudiera cambiar algo a lo largo de su vida sería haber roto antes su floristería, haberle besado contra el escritorio, tal vez haber acabado sus noches de pasión que siempre eran interrumpidas. Pero realmente le gustaba como estaban ahora, unidos, abrazados, siendo un par de melosos.

Sí, también discutían por muchas cosas, Frank se sentía tan celoso, e impotente de no poder estarlo a causa de que ellos dos no eran nada. Gerard Way y Frank Iero no eran absolutamente nada. Ni siquiera amigos. Y eso le ponía enfermo.

Gerard era jodida-mente testarudo. Decía que era un hombre, y él también necesita cosas que ahora Frank no podía darle o le daba miedo entregar. Pero solo acababa de forma drástica la burbuja de amor, paz e ilusiones que se hacía Frank. Agradeciendo de que sus expectativas no crecieran en lo más mínimo hacia él porque, aunque lo quisiera, lo amara, lo necesitara de verdad, no podía ver su relación ir muy lejos si seguía así. Y los dos lo sabían.

Por eso Gerard Way hizo lo que nadie jamás pensó; la cita más romántica, melosa, cursi y bonita que nadie haya visto.

Era pasada las diez y media de la noche, le dijo a Frank que se vistiera elegante esa noche que iban a hacer algo en un lugar importante. Al salir esperó ver a Gerard con su Honda roja, su media sonrisa y tal vez un traje algo desarreglado, sin embargo, encontró todo lo contrario.

Había un deportivo negro esperándole, con su pelinegro vestido de un traje azul bien planchado y su pelo corto, ya no rozaba sus hombros, y tampoco le tapaba los ojos verdes. Se asombró de recibir su flor favorita, una orquídea blanca. Cuyo significado era la pureza del amor.

Se sonrojó de forma inimaginable. No era por vergüenza sino de recibir todo aquello cuando no lo merecía.

—Quiero que recuerdes esta noche como la más importante de todas, porque para mí lo es, y sé lo mucho que te la mereces, Frank— le dijo mientras le besaba con suavidad y le ayudaba a subir al coche.

Al entrar en el restaurante vio la mejor mesa del lugar, todo decorado con flores y velas que hacían el ambiente intimo. Se quedó sorprendido de que Gerard pudiera hacer algo así.

Hablaron durante toda la cena y Gerard halagaba todo lo que podía de Frank, viendo como era lo suficientemente adorable como para agachar la cabeza y sonreír apenado.

Siendo la hora exacta de las doce en punto, Gerard se puso de rodillas con las dos piernas y sacó una caja negra aterciopelada.

—Frank ¿me harías el honor de ser mi pequeño, lindo, precioso, celoso y hermoso novio hasta que te canses de mí y ya no me quieras a tu lado? — Gerard tragó saliva y abrió la caja con dos anillos de oro y sus nombres grabados en ellos.

—Nunca podría cansarme de ti. Ni siquiera me lo preguntes estúpido. Claro que quiero ser tu novio— Frank lo abrazó con tanta fuerza que aun dudaba de la respiración de Way.

—Te quiero— era la primera vez que se lo decía, no pudo evitar emocionarse y acabar llorando contra su traje azul demasiado limpio y pulcro. 

—Yo también te quiero, te quiero mucho— no sabía si lo había entendido por las lágrimas y sollozos y por su voz apocado en su pecho.

Levantó su mano, en el dedo anular puso en anillo de oro con las iniciales GW grabadas junto con una flor que parecía ser una rosa y Gerard se puso el anillo con las iniciales FI y una orquídea. 

—Gracias por hacerme tan feliz, Frank. Te mereces mucho más que esto. De verdad. Gracias por ser mi novio, lo siento por haber sido tan testarudo, por haberte hecho daño, y sobretodo gracias por quererme.

Fue la mejor noche de todas, sin duda. Y durmió junto a Way esa noche, abrazados, felices, sonriendo aunque tenía los ojos y labios un poco hinchados pero poco le importó, solo estaba Gerard en su mente, solo él.

Solo suyo.

Fuckin Gerard. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora