ACTO CUATRO

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El ambiente estaba tenso, la gente susurraba y los soldados se ponían más nerviosos. No se veía ningún movimiento en el campanario hasta que una roca calló al suelo haciendo que la gente gritara asustada. Los soldados observaban aquella parte del edificio algo esperanzados.

Crujidos comenzaron a escucharse, los soldados no apartaban la mirada de aquel lugar, su esperanza era que la mujer saliera de entre las rocas como toda una diosa y así fue como ocurrió, una roca se partió y Diana salió. Se veía reluciente e impecable, las personas comenzaron a aplaudir y a alabar a la chica, ella de un salto calló en frente de las personas y de los soldados, estos también le aplaudían y le agradecían su ayuda.

Diana se sentía orgullosa de sí misma, pero a la vez algo decepcionada por la muerte del niño, la madre aún se encontraba allí, sentada en un escalón, su mirada estaba perdida en el suelo y sus manos sujetaban su cabeza. Diana se acercó y se arrodilló ante ella.

-Lo siento de verdad, yo debí protegerle- se disculpó Diana, la mujer levantó la mirada y observó a la chica.
-No se preocupe, no fue su culpa, usted ha hecho lo mejor que ha podido- Diana sonrió débilmente.
-Le juro que vengaré la muerte de su hijo y la de todas las personas inocentes que han muerto- Diana se levantó y miró detrás suya, ahí se encontraba el soldado de ojos azules.
-Gracias, de verdad- dijo él.
-Es mi deber- soltó ella.
-¡Vamos a celebrarlo!- gritó un soldado, la gente gritó emocionada y comenzaron a adentrarse a un bar.

La música se escuchaba y la gente bebía y bailaba, Diana estaba sentada en una fuente, ella observaba cómo la gente se balanceaba bastante pegados hasta que una voz llamó su atención.

-¿Tienes frío?- ella miró y se encontró con el hombre de ojos azules.
-La verdad es que sí- ella sonrió y el chico le puso una manta en su espalda, ella la agarró y se acurrucó. El chico cogió asiento al lado de ella.
-Gracias, en serio- soltó él, Diana lo observó.
-No hace falta que me lo agradezcas...- dijo Diana y por un momento paró al pensar que aún no sabía su nombre.
-Steve, Steve Trevor.
-Pues Steve, no hace falta que me agradezcas lo que he hecho, era y es mi deber.
-Tu has conseguido esto- dijo Steve señalando a las personas que bailaban y bebían animadamente.
-Los dos- dijo Diana con una sonrisa en su rostro, el chico sonrió de igual manera.
-Bailáis en...¿como se llamaba tu ciudad?
-Temyscira- respondió Diana.
-Si eso, ¿bailáis en Temyscira?- preguntó Steve.
-¿Qué si bailamos?, sí claro, pero eso sólo es balancearse- dijo Diana refiriéndose a la gente.
-Mira si a partir de ahora vas a enfrentarte a soldados, más vale que te enseñe a bailar- Steve se levantó- pobrecita- añadió casi en un susurro- mejor desarmado- se quitó las armas y le extendió la mano a Diana, ella frunció el ceño-¿me concede este baile?
-¿Vale?- respondió sonriendo Diana, se levantó y agarró la fuerte mano del chico, este la posicionó en frente de él.
-Dame la mano- Steve agarró la mano de Diana y la subió hacia arriba- ahora te voy a rodear con mi brazo- Steve metió la mano por la manta y rodeó la cintura de la chica sintiendo el frío metal de su traje.
-Estás muy cerca- dijo Diana mientras miraba al chico a los ojos.
-De eso se trata- dijo Steve con un tono nervioso, su mirada bajó a los labios de la chica.
-Ya veo- Diana bajó la mirada algo incomoda y la levantó al sentir una bola blanca caer delante de ella.
-Son copos de nieve- dijo Steve -toca uno- le dijo, Diana soltó la mano del chico y tocó un copo, este estaba frío y al tacto se deshizo.
-Es mágico- dijo Diana mientras sonreía mostrando sus blancos dientes.
-¿A que sí?, sí que lo es.
-¿Esto es lo que hace la gente cuando no hay guerras que librar?- le preguntó Diana al rubio.

-Sí, esto y otras cosas- respondió el chico dejando intrigada a Diana.
-¿Qué cosas?
-Desayunan, les encanta desayunar, también van a trabajar- dijo Steve mientras reía, Diana rió junto a él.
-¿Sólo eso?
-También se casan y tienen hijos- añadió algo nervioso Steve.
-¿Y cómo es?
-No tengo ni idea- respondió Steve mirando a la chica, Diana bajó la mirada y sonrió.
-¿Nunca has estado con una mujer?- preguntó Diana, Steve abrió los ojos por la pregunta.
-Bueno sí, he estado con alguna mujer- respondió algo nervioso.
-Mo lo imaginaba- soltó Diana llamando la atención al rubio de ojos azules.
-¿Y eso?
-Pues no sé, eres un hombre muy caballeroso y bastante atractivo- las mejillas de Diana se enrojecieron.
-Tu también eres muy atractiva, seguramente también hayas conocido a otros hombres.
-En mi Isla no hay hombres, somos todas mujeres- explicó Diana.
-Wow- soltó Steve- ¿y cómo es que tienen hijos?
-No tienen hijos, yo fui un regalo de Zeus a mi madre, estoy hecha de arcilla- Steve quedó algo confundido y rió.
-¿Eres una diosa?- Diana sonrió y no respondió.
-Estoy cansada, ¿vamos a dormir?- preguntó Diana separándose del chico.
-Sí, te llevaré hasta una habitación.

Los dos comenzaron a andar y entraron a una edificio, este tenía algo de luz gracias a las velas que habían colgadas en las paredes.
Entraron a una habitación donde había una cama y algunos muebles.

-Puedes quedarte aquí, yo estaré arriba, cualquier cosa me avisas- dijo el chico y Diana entró a la habitación.
-De acuerdo, buenas noches- ella sonrió y el chico cerró la puerta dejando a Diana sola.

Ella no podía parar de pensar en los ojos azules de Steve, en su rubio cabello y en sus fuertes brazos.

Ella sabía que no podía enamorarse ya que el amor hacia débil a cualquiera.

Nos conocimos en tiempos de guerra - Wonder Woman & Steve TrevorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora