Hacía como tres meses que no sabíamos nada de Harry. A veces se me aparecía en sueños, más bien pesadillas. Las mismas en las que antes aparecía mi madre.
Se suponía que mis notas debían haber mejorado, pero es que detrás de una muerte hay una desaparición y despés de eso sabe dios que más. Si ya me costaba concentrarme con lo de mi madre esto me mata por completo, sin contar las visiones y pesadillas que tengo incluso despierta. ¿qué me esta pasado? ¿me estaré volviendo loca?
- África, hoy iremos todas a casa de Laura. Ya hace tres mes, y no lo están llevando muy bien. ¿te vienes?- me dijo Mónica.
- Lo intentaré.- le respondí.
- Vale.- hizo una pausa para mirarme y continuó hablando- ¿Qué tal estas en ese orfanato?
- Es mejor que vivir en la calle.- le contesté.
- Oye no hace falta que vengas. Tú también lo estas pasando mal y puede que esto te haga pensar en cosas que no quieres recordar. Los Herrerías lo entenderán.
- No, no es eso.- dije más calmada.- Lo siento, lo estoy pagando con vosotras y no os lo merecéis. Ahora debemos pensar en Laura y Harry. Te prometo que intentaré ir, ¿vale?
- Vale.- me abrazó.- Eres la mejor, y que no se te olvide nunca que no estas sola en esto. Nos tienes a nosotras en todo lo que necesites.
No le respondí, simplemente me limité a sonreír.
Mónica tenía razón. Las tenía a ellas. Ahora ellas eran mi familia. Ahora vivía en un orfanato con más gente como yo, sin padres, y que probablemente ellos si que no tengan a nadie. Tal vez ya era la hora de integrarme de nuevo en el mundo real.
* * *
Iba de camino al orfanato. Aquello no estaba tan mal. Tenía mi propia habitación, me lavaban la ropa, me daban de comer y me dejaban salir hasta las doce de la noche. Había más gente como yo, pero no solían hablar mucho entre ellos (o por lo menos no conmigo). El director era un tanto raro pero parecía majo, no como la supervisora de los pasillos. Esa mujer supervisaba todo: si llegabas a la hora correcta, si habías dejado tu ropa sucia en el cesto,… Si no cumplías algo te hacía una advertencia, y la tercera tenía consecuencias. No se que tipo de consecuencias porque soy nueva y de momento no he viso ninguna.
Estaba caminando ha tres manzanas del orfanato cuando vi a alguien en las ruinas de lo que antes fue una guardería. Yo estaba en la otra cera y desde ahí no veía muy bien. Estuve a punto de sacar mis gafas, cuando de repente, lo vi con claridad. Era Harry. Me estaba diciendo que le ayudara, que fuera a buscarlo. No sabía como lo podía escuchar desde allí pero, lo escuchaba. Fui corriendo sin pensármelo dos veces pero, un coche se paró justo delante de mi cuando fui a cruzar.
- ¡Mira antes de cruzar, niñata!- dijo el conductor.
- lo siento mucho- le respondí muy asustada.
Volví a la cera y el coche se marchó corriendo. Cuando volví a mirar en el lugar donde estaba Harry, ya no había nadie.
* * *
Cuando llegué al orfanato la señora Silvestre me estaba esperando en la puerta. Con la misma cara de siempre, neutra. Sin ningún síntoma de amor, ni de odio, ni de tristeza… Nada. Me detuve a pocos pasos enfrente suya. Ella dio un paso para acercarse a mi.
- Es la segunda vez que deja su habitación desordenada y su ropa no esta en el lugar adecuado. La próxima vez que vea eso tendrá una sanción y ya sabe lo que pasa a la tercera de estas.- me dijo como si fuera un robot.
Antes de que pudiera decir nada, dio media vuelta y se marchó.
Que cotillearan en mi habitación todos los días no me hacia mucha gracia, pero si no cumplía con lo que me decían no tendría donde vivir.
* * *
El ambiente que había en la casa de Laura me deprimía y me hacia pensar en cosas que no quería pensar y creo que mis amigas lo notaron porque Mónica me dijo:
- No tienes que quedarte más si no quieres, Laura y su familia lo entenderán.
- No, estoy bien es solo que todo esto me hace pensar…
- …en tu madre- continuo la frase Natalia por mi- lo sabemos y no queremos que te tortures, anda vamos al orfanato. Mónica y yo te acompañaremos.
- No, de verdad, prefiero estar con gente que sola. A demás Laura nos necesita.- le dije.
- Laura ya tiene a toda su familia y a demás Ali también se queda aquí.- me respondió Natalia.
- África, iros. Estaré bien.- me dijo Laura.
Sin decir nada más, me levanté del sofá y fui a despedirme de Laura y su familia.
Cuando estábamos de camino del orfanato criticando a Anabel, una chica insoportable del instituto que tenia un escuadrón de zorras detrás de ella que le hacían sombra y que fue una de las novias de Harry, decidí que tal vez podríamos parar a mirar aquel edificio donde creí verle a él. Justo cuando llegamos al lugar me detuve, pero Mónica y Natalia siguieron el camino hasta darse cuenta de que ya no las seguía.
- ¿Qué mierdas haces?- me preguntó Natalia.
- Quiero entrar un momento aquí.- le respondí.
- Si claro, y yo quiero un tío tan bueno como Antonio, el del instituto y no lo tengo.- me contestó Mónica.- Anda vamos que aun nos atracaran, que por estas calles nunca se sabe.- susurró asustada mientras Natalia se reía de su cara y la llamaba pava.
- Solo serán unos segundos, a demás no tenéis porque venir conmigo si no queréis. Y por cierto Antonio es mío.- le dije intentando sonreír aunque era un poco difícil en aquella situación.
- Y perderme la fiesta, no gracias. A demás luego no sabrías salir, me necesitas.- me dijo Natalia.
- Si, pues yo no me pienso quedar sola en medio de esta maldita calle, así que no me toca otra que ir.- nos dijo Mónica.
Era un edificio en ruinas cualquiera podía entrar. Estaba bastante oscuro, así que Natalia encendió la linterna de su teléfono. Mónica se agarró lo más fuerte posible a mi brazo y yo intentaba ser valiente pero reconozco que ese sitio no era nada acogedor. Cada vez nos adentrábamos más y seguía sin ver nada. Oímos un ruido y Mónica empezó a chillar.
- Bueno, creo que la expedición se ha acabado ya. Será mejor que volvamos antes de que Mónica se mee en sus braguitas de Hello Kitty.- dijo Natalia.
Estuve apunto de decirle que si, de rendirme, hasta que lo vi. Era Harry. Se encontraba en lo que antes debió ser una piscina de bolas. Me miraba con una cara fría sin expresión, algo nada típico en él.
- Harry…- dije casi susurrando.
- ¿Cómo? ¿Qué coño dices?- me preguntó Natalia- Áfri esto ya me esta empezando a dar miedo, vámonos. Ya.
- ¡Es Harry!- dije con una sonrisa en la cara y eché a correr hacia él.
Oía a mis amigas gritar, pero me dio igual. Harry estaba ahí. Justo delante mío. Su expresión me dio miedo, y cuando me acerque a él vi su piel de un tono muy apagado, sus labios estaban casi morados y su pelo no tenía gomina (cosa muy rara en él). Todo eso hizo que me detuviera delante suyo, sin ganas de darle un abrazo.
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El Símbolo
Teen FictionNo puedo contar a nadie mi secreto porque si no, corren el riesgo de morir a manos de él. Pero mi mayor problema, y por tanto mi temor, es que no sé de que secreto estamos hablando. Hay algo de aquella noche que todavía no recuerdo. No se si eso es...