Capítulo III

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No iba a entrar en el jueguito de la coordinadora. Me guardé las palabras esta vez y por suerte tuve recompensa.

—O tal vez mejor ni cruzarnos —se corrigió antes de irse indiferente.

No sé si era el día o que ya estabamos en pleno Bariloche pero también me resigné a preocuparme por su actitud. Después de todo era una simple desconocida que no hacía más que pelearme cada vez que la cruzaba por ahí.

Cerré la puerta para volver al ambiente en el que estaba con mis amigas.

Lo primero que vi fue que Dinah se había tirado encima de Normani y ya estaba acomodada para dormir en su pecho. Ally permanecía tirada en su cama con su mirada fija al techo.

—Te quiero —me formuló Mani en silencio luego de que le guiñara el ojo al ver la situación.

La realidad era que este viaje era la gran oportunidad para Mani de concretar lo que dudaba; hace un par de años se había confundido con Dinah pero nunca había querido aceptar ni tampoco expresar lo que le pasaba.

Resulta que en una tarde de plenos trabajos prácticos la vi a Mani más decaida de lo normal y, después de largos minutos de preguntar sin recibir respuesta, me confesó que había visto a Dinah coquetear con un chico en una plaza. Ahí fue el momento en donde me confesó lo que sentía.

Lo que Normani tampoco sabía era que hace unos años Dinah también se había confudido con ella; habíamos hablado poco tiempo sobre el tema pero la realidad era que a Jane no le incomodaba su sentir. Después de unos meses dejé de preguntarle y, para la instancia del viaje, quizás seguía sintiendo lo mismo.

Para ese entonces mi plan era disfrutar al máximo de cada cosa que tenía Bariloche. Lo primero que hice antes de tirarme de cabeza a la cama fue abrir aún más las cortinas, quería reflexionar y perderme en la maravillosa vista que teníamos al lago.

Podía jurar que había visitado playas y lugares turísticos de Estados Unidos pero nada se comparaba al ecosistema que tenía justo en frente de mis ojos.
     Hice mi deber como buena turista: me paré en un lugar adecuado, enfoqué la cámara del celular, capturé el paisaje y publiqué en mi Instagram la foto, acompañada de una dedicación muy a lo Lauren.

     Hice mi deber como buena turista: me paré en un lugar adecuado, enfoqué la cámara del celular, capturé el paisaje y publiqué en mi Instagram la foto, acompañada de una dedicación muy a lo Lauren

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Terminé el deber y por fin me tiré de cabeza a la cama. Ya estaba ignorando las risas de mis amigas y ni siquiera estaba al tanto de lo que estaban hablando, sólo apoyé mi cabeza en la comodísima almohada y el resto lo dejé en manos de mi cansancio.

Parecía que iba a ser costumbre despertarme de golpe en ese viaje. Esa vez pegué un salto ante los cánticos eufóricos de mis compañeras de habitación.

Las miré con confusión para luego frotar mis ojos mientras ellas habían comenzado a reírse a carcajadas. Tomé mi celular y la hora marcaba las ocho de la noche.

—Vamos, Lauren —se acercó Mani para comenzar a pegarme palmadas en la pierna —hace un rato nos vinieron a avisar que ya está el servicio habilitado para que podamos ir a cenar —

La Coordinadora | camren⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora