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Después de aquel encuentro en la casa del padre de Tom, pasaron varios días en los que Nina y él no hacían más que estar juntos, ya fuera en la universidad o en paseos por el parque, entre risas, anécdotas y bromas. Nada parecía poder separarlos, especialmente después de que Tom le pidiera al rector que lo inscribiera en las clases de filosofía y español, no porque le interesaran, sino porque ahí estaba Nina. La mayoría de las veces se distraían con cosas tontas o se daban besos rápidos, cuidando que los profesores no los vieran. Como aquella vez en la que Nina, aprovechando que estaba junto a él, deslizó su mano hacia su entrepierna, jugando con su bulto y cobrando lo que Tom le había hecho días atrás. Esas y otras cosas sucedían cuando nadie los observaba.

Parecían la pareja explosiva del momento. Pero ahora, algo estaba raro. Nina había faltado cuatro días seguidos a clases, lo que preocupó tanto a sus amigas como al propio Tom. Y sí, ya sé lo que están pensando: ¿en serio estaba preocupado o era otra mentira más? Aunque no lo crean, a Tom esto sí le preocupó. No era normal que ella faltara sin avisar. Al salir de la universidad, decidió ir directamente a su casa. La madre de Nina, Clara, le abrió la puerta, y Tom notó en su rostro una expresión apagada que trataba de ocultar. Él la saludó con un "buenas noches" —la salida de la universidad era tarde— y Clara lo dejó pasar.

Una vez dentro, Tom preguntó por Nina. Clara suspiró, lo invitó a sentarse y finalmente le respondió:

—Nina no está muy bien. No es una enfermedad ni nada de eso, es solo que su padre sufrió un accidente. —Su voz se quebró ligeramente, y tuvo que carraspear para recomponerse—. Por eso no ha ido a clases esta semana.

Tom frunció el ceño, pero su preocupación se profundizó con las palabras de Clara. Había algo en su tono que le dejó un mal sabor de boca.

—No sabía eso, señora Clara. Lo lamento mucho. No tenía idea. Pero... ¿qué sucedió?

Clara suspiró de nuevo antes de responder:

—En resumidas cuentas, Nina discutía con su padre mientras la llevaba de la universidad a casa. Por un momento, desvió la mirada del camino para regañarla por su actitud y, en menos de un segundo, terminaron fuera de la carretera.

Tom sintió un nudo en el estómago. El miedo lo invadió. No había visto a Nina en días, y ahora que sabía lo que había pasado, su mente no podía dejar de preocuparse.

—¿Y Nina? —preguntó, con temor en la voz.

Clara se apresuró a tranquilizarlo.

—Nina está bien, no sufrió heridas graves. Pero mi marido... él está entre estable y no estable. —Clara limpió las lágrimas que se deslizaban por su rostro—. Ella se culpa rotundamente por lo ocurrido, aunque no tiene la culpa. Incluso su padre se lo ha dicho, pero no escucha.

Tom bajó la mirada, mordiéndose el labio mientras murmuraba en voz baja:

—Debe estar destrozada, mi princesa...

Clara lo miró con ternura al escuchar esas palabras. Después de un momento de silencio, preguntó:

—¿La amas, verdad?

La pregunta tomó a Tom por sorpresa, y su rostro lo dejó en evidencia. Clara continuó:

—Te lo pregunto porque siempre estás para ella. La tratas como una reina. Estás aquí ahora, preocupado, diciendo esas cosas tan hermosas sobre ella.

Tom guardó silencio durante varios segundos antes de responder:

—Es que Nina... es una reina. —Sonrió con un aire melancólico—. Una ruda y hermosa reina. —Ambos rieron suavemente antes de que él añadiera—: Sí, sí, la amo, señora Clara.

En lo más profundo de sus pensamientos, algo resonó: bien. Ahora, depende de ustedes decidir si esas palabras son sinceras o no. ¿Pueden confiar en Tom? ¿Pueden creerle?

 ¿Pueden confiar en Tom? ¿Pueden creerle?

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Cama De Rosas (Tom Holland)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora