2. Sweet Dreams

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Esa noche tuve un sueño, que es tan vivido que parece un recuerdo de algo real, soñé con una niña que abrazaba fuertemente a un niño algo mayor que ella. Ambos estaban acostados en una camita sencilla, dormidos en un cuarto rosado lleno de mariposas. Eso es lo único que recuerdo pero desperté tranquila y cinco minutos antes de que sonara mi despertador, como siempre. Lucca aún estaba dormido en su camita. Tenía tiempo de pensar un poco acerca del día que me esperaba en la escuela. Tenía examen de español y de inglés, laboratorio de biología y clase de matemáticas. No era un lunes tan malo, los había tenido peores. Sonó el despertador y Lucca brincó como resorte fuera de su camita, se sacudió y vino hacia mí, con siempre, a darme mi beso de buenos días. Es imposible no estar de buen humor el resto del día después de que un cachorro de rotweiler te lama la cara.

Me levanté, directo al baño interno de mi cuarto, pequeña ventaja de ser la mayor de 4 hermanos, lista para darme una ducha y quitarme los restos del maquillaje que no salió hace unas 3 horas cuando llegué a casa de la fiesta de las Lilys, con suerte mis papás no sabrán que llegue a esa hora. Me coloque mi uniforme y mis zapatos, sequé mi cabello mojado por la ducha, lo desenredé y me recogí con un ganchito para que no me cayera en la cara. No me maquillo para ir a la escuela como hacen la mayoría de mis compañeras, pero eso ya lo sabes. Somos las únicas lo bastante bonitas como para no maquillarnos. No voy a mentirte, la escuela ha sido difícil para mí sin ti. He tenido que pretender que me caen bien todos y que todo en mi vida es perfecto, aunque no lo es. Han pasado unos dos años desde que te fuiste y las cosas solo están por ponerse peor.

Desayunar con mi familia siempre es un caos total. Mi mamá, Mariana, intenta darle de comer a Isaac, mi hermanito menor de 2 años, mientras come. Mi papá, Friedrich, ve las noticias de las 7 en el televisor de la sala, desde el comedor. Mis hermanas, Brigitte y Charlotte, las mellizas, siempre están hablando de algún chisme de su salón y yo, me dedico a comer mi cereal con malvaviscos y a tomarme mi mocaccino. Lupita, la cocinera siempre me lo prepara con crema chantillí, mi mamá dice que es demasiado dulce para comer por la mañana, pero es lo único que tolero a esa hora.

Papá siempre nos lleva a la escuela a mis hermanas y a mí. Todas estudiamos en el mismo colegio femenino y religioso, Hermanas de la Caridad, yo voy en 9 y ellas en 7, ¿puedes creer lo mucho que han crecido? Ya no les parecen repulsivos los muchachos, lo cual es realmente gracioso.

Cuando llegué a mi salón de clases, todo estaba aparentemente normal, la mayoría hablaba sobre la fiesta de las Lilys pero ellas no habían llegado aún, seguramente ni siquiera asistieron. Yo me senté en la segunda fila, lo usual, y en seguida llegó Isis.

-Hey Sophy. ¿Qué tal estas hoy?

-Bien, como siempre, ¿y tú?

-Intrigada. ¿Quieres contarme quien era ese?

-¿Ese quién?

-Con el que bailaste toda la noche

-No tengo idea de quien me hablas- claro que sabía- baile con casi todos los muchachos.

-¡Ay no te hagas! Dime ya quien era el buenote con el que estabas bailando.

-Isis ya te dije que no sé. Descríbelo.

-Bueno, era alto, atlético, cabello negro, no sé de qué color eran sus ojos porque estaba oscuro en la sala cuando los vi bailando pero apuesto a que son claros, tiene un auto genial. Oh, ¡te llevó a tu casa!

-Ah, él. Se llama Dank y es todo lo que se sobre él. Tendrás que preguntarle a las Lilys al respecto, lo conocí allá.

-Bueno chicas, organícense para los 15 minutos de oración diaria- Dijo el maestro Larry al entrar en el salón- Isis ya que eres la única que está aún de pie, espero que hayas traído algo preparado para nosotros.

In my dreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora