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—¡Mark es tarde, apresúrate o llegaremos tarde al aeropuerto! —La señora Singh gritó desde el piso a su hijo, ese día la familia tomaría un vuelo con destino a Australia.

Era una tradición para la familia Singh hacer ese viaje todas las vacaciones de verano, por supuesto que  este año no sería la excepción.

—Hasta que te dignas a bajar —Le reprochó al verlo bajar las escaleras.

—Lo siento, no encontraba mis audífonos —Se encogió de hombros mientras le mostraba el cable blanco.

—No importa, sube al auto, tu padre espera.

—Mamá...  —La llamó en un hilo de voz— ¿De verdad tenemos que ir este año?, sabes que no tengo amigos en ese lugar, además las personas son muy diferentes...

Mark era un chico amable, alegre responsable e inteligente. Desde pequeño fue criado cuidadosamente por sus padres haciendo que esté llegará a ser tímido con las personas que no conocía, pero fuera de eso todos lo veían como un chico increíble pero su brillo se opacaba ligeramente cuando visitaba Australia.

—¿De nuevo voy a tener que hablar de esto contigo? Sabes que tenemos que visitar a tus tías, a tu padre y a mí nos pone muy feliz la idea, vas a ver qué conocerás y tendrás amigos.

—Pero mamá, todos los chicos de mi edad son raros, son serios pero también son escandalosos a más no poder, simplemente no lo entiendo —El rubio hizo una mueca.

—Como te lo digo todos los años, si no intentas algo no lo vas a lograr, ahora ha vámonos.
Resignado el chico soltó un suspiro, sin tener más remedio salió de la casa para subir al auto donde su padre lo esperaba. El camino al aeropuerto fue tranquilo si dejamos de lado las miradas que debes en cuando la madre de Mark le lanzaba a través del retrovisor.

Ya en el aeropuerto todo paso rápidamente; el protocolo y todo lo que tienes que hacer para poder subir a el avión.

Mark llegó a su asiento y solo pasaron unos minutos para que el avión despegara. En los aires el canadiense recargo su cabeza sobre su brazo mientras miraba por la ventana, inevitablemente los recuerdos llegaron hasta su cabeza.

Dejo escapar un suspiro recordando cuál era la razón por la cual no le gustaba viajar a Australia.

Flasback //
Mark era tan solo un pequeño de siete años cuando fue su primer viaje a dicho país, le encantaba la idea, ya que nunca había estado ahí. Tenía muchas planes de lo que haría pero principalmente le ilusionaba tener amigos nuevos.

Al llegar a Australia conoció a un chico que vivía a un par de casas a la de su tía, él era más bajo de estatura solo por unos cuantos centímetros,  su piel era un color canela y tenía una sonrisa hermosa esa fue la primera impresión que tuvo había el pequeño.

Mark intento hacerse su amigo, pero el pequeño era muy frío con él y parecía no tener interés en tan solo dirigirle la palabra, el canadiense de siete años no entendía el por qué así que desde ese entonces se hizo a la idea que todas las personas en ese país eran fríos y no les interesaba los sentimientos de los otros, Mark jamás volvió a ver al menor, su tía le explicó que el pequeño se había cambiado de casa.

Por alguna razón se sentía extraño, ya que a pesar de ser tratado así por aquel niño sentía un horrible sentimiento de jamás volverlo a ver, además nunca supo el nombre de ese pequeño que tenía esa hermosa sonrisa, a pesar de que Mark le repitió su nombre para que lo recordara.

Fin del flashback //

Después de algunas horas el avión aterrizó en su destino, en el aeropuerto sus tías se encontraban con carteles para darle la bienvenida a la familia.

Llegaron a la casa de la tía de Mark, pero el joven sentía como si alguien lo estuviera observando, volteó a todos lados pero no encontró a nadie en particular, no fue hasta que su mirada se dirigió a la casa de enfrente donde se encontró con un chico que cerro sus cortinas casi a la velocidad de la luz cuando se dió cuenta de que había sido descubierto.

El canadiense no pudo evitar reír ante tal hecho, se apresuró a entrar a la casa sin antes volver a voltear y encontrarse con aquel chico de nuevo, está vez los dos hicieron contacto visual pero Mark se sintió incomodo, así que decidió voltearse para entrar a la casa rápidamente.

Al instalarse en su habitación (la cual obviamente era provisional) no pudo dejar de pensar en aquel chico que lo había observado.

—¡Ahhh! ¿Por qué estoy pensando en eso? —Se dijo así mismo mientras se revolvía el cabello.
Al poco tiempo se escuchó como su madre le hablaban desde el piso de abajo.

—¿Podrías ir por pasta, Mark? La que hay aquí no alcanzará.

A pesar de estar cansado no pudo negarse porque sabía que no tiene caso hacerlo, así que bajo para después salir e ir en busca de lo que le habían pedido a una tienda de conveniencia que estaba cerca, tomó lo que necesitaba y se dirigió a  pagarlo.

Cuando llegó su turno la cajera le pidió dinero para pagar lo que se disponía a comprar, lo que menos se imaginaba ocurrió, recordó que su madre no le había dado dinero, buscó en todos sus bolsillos pero el resultado fue el mismo, ¿Cómo era tan tonto como para olvidar el efectivo? Ahora tendría que regresar.

—Disculpe... Yo pagaré por eso.

Al escuchar esa voz el rubio volteó encontrándose con aquel chico con el que tuvo contacto visual esa mañana. Cuando el problema fue resuelto los dos jóvenes salieron de la tienda comenzando a caminar de regreso a sus hogares.

—Supongo que esto es tuyo —El castaño le estiro la pasta.

Mark asintió algo avergonzado.
—Gracias... No te preocupes, te pagaré esto, solo entró por el dinero y...

—No es necesario que lo hagas ahora —Le interrumpió— ¿No es gracioso que alguien se le olvide el dinero? Lo siento pero debió de reírme —Soltó una risita sin intención de burlarse del rubio a su lado.

Inconscientemente los labios de Mark se curvaron hacía arriba. Cuando estuvieron enfrente de sus casas el canadiense no sabía que hacer o como despedirse sin que fuera algo incómodo.

—Yo... — Soltó casi murmurando.

—Te lo dije, no es necesario que lo pagues en este momento —La sonrisa en el castaño seguía sin borrarse.

—Gracias, uhm...

—Soy Daniel pero puedes decirme Dani.

—Gracias Daniel —Le sonrió tímido— Prometo que te pasaré.

El castaño no dijo nada más, de ese modo se dio la media vuelta para entrar a su casa, el rubio hizo lo mismo sin evitar sonreír de una forma que jamás lo había hecho.

¿Quién era ese chico y por que había sido tan amable con él? Se suponía que las personas en aquel lugar no eran así.

Nao
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