IV

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Al salir de la casa de los Singh entro a la suya, cerrando la puerta muy fuerte subió corriendo a su habitación ignorando la presencia de su mamá.

—¿Qué te pasa Daniel? ¿Acaso estas loco? ¿Qué tal si piensa que te gusta tocar la cara de la gente? —Se preguntó así mismo mientras se dejaba caer a la cama.

Daniel no soportaba el hecho de ver a Mark así por su culpa, él sabía que ese canadiense recordó a su yo de de seis años, simplemente no lo toleraba. Debía de admitir que tener al canadiense así de cerca fue inefable, esos ojos que absorbían a cualquiera.

—Ahh... Daniel deja de pensar en eso, es como si Mark te gustara —Se abrazo así mismo en posición fetal— Eso es imposible... A mí no me gusta, ¿O sí?

—¿Estás bien? —Cuando menos se dio cuenta su mamá entró a la habitación.

—¿A qué hora llegaste? Y respondiendo a tu pregunta, sí, estoy bien ¿Por qué?

—Siempre tan distraído, estoy en casa desde que llegaste corriendo y te pregunto porque desde allá abajo escucho como estás hablando solo.

—Perdón, no me fijé que estabas aquí —La miró nervioso.

—Bueno la comida estará lista pronto, baja para que me ayudes —Su madre se acercó para revolverle su cabello para después salir de la habitación.

Mientras tanto en la casa de enfrente Mark se encontraba recostado en su cama pensando en aquel momento, no sabía por qué se sentía así, una sensación extraña lleno su estómago.
Pasado un rato seguía absorto en sus pensamientos hasta que Isaac entro a la habitación.

—Mark dice mi mamá que bajes a cenar.
—Lo que viste hace un rato no es lo que tú crees... —El canadiense se apresuró a darle aquella “explicación”.

—No sé a que te refieres, más bien, ¿Tú qué piensas que yo pienso? —Isaac le lanzó una mirada sugerente.

—B-bueno por si mal pensaste algo, es solo que tenía una basura en la cara así que le pedí a Daniel que lo limpiara —Mark internamente se preguntaba por qué le mentía.

—¿Y por qué te sonrojas?

—Yo no me estoy sonrojando —Llevó sus manos hasta su rostro de forma inconsciente—. ¿Mis padres lo vieron? No quiero que lo malinterpreten.

—No te preocupes Mark, nadie vio tu momento —Dejo escapar una sonrisa— Bueno, apúrate a bajar.

El canadiense se sentó sobre su cama, preguntándose por qué le había mentido a su primo pero por sobre todo, ¿Por que sintió esas ganas de llorar al recordar a ese chico? ¿Por que no se podía sacar a Daniel de la cabeza?

*******

Otro día más paso, era el primer sábado de Mark en Australia ahora solo le quedaba una semana en la casa de su tía.

Habían pasado cuatro días desde que no se podía sacar a Daniel de la cabeza y preguntándose qué era esa sensación que tenía en el estómago cada vez que lo recordaba. No había tenido contacto con el castaño desde ese día en el que lo había tenido tan cerca, de solo recordar ese hecho le era inevitable no sonrojarse.

—¿Quieres acompañarme a el supermercado? —Le preguntó su primo.

El menor solo le asintió en respuesta, salieron de la casa y ahora se encontraban caminando juntos hacia su destino, el menor sabía que le podía preguntar a su primo acerca de lo que había estado sintiendo estos últimos días, después de todo le tenía la confianza.

—Oye Isaac... —Su voz salió casi en un hilo.
El nombrado volteó a verlo interrogante esperando a que el otro siguiera.

—Supongamos que no me puedo sacar a alguien de la cabeza qu...—Mark no termino de decir la frase cuando su primo lo interrumpió.

—Así que no te puedes sacar a el vecino de la cabeza, eh.

—¿Cómo lo supiste? Digo, este... —Abrió ligeramente su boca en asombro ante lo rápido que fue su primo.

—No lo niegues, es obvio y si te preguntas el “por qué” puede que sea por... —Mantuvo el suspenso mientras era mirado expectante.

—¿Por qué? —Preguntó curioso.

—Debes de tener algo pendiente con esa persona o tal vez...

—¿Tal vez?...—Mark se estaba poniendo aún más nervioso.

—Tal vez porque te gusta y por eso no lo puedes sacar de tu cabeza —A Isaac le encantaba mirar a el menor confuso y nervioso, realmente era divertido.

—Eso es ridículo, ¿Cómo podría gustarme? —Mark en lugar de estárselo negando al mayor parecía que se lo estuviera negando a él mismo— Tal vez... Si, ya sé, debe ser la pasta.

—¿Pasta?

—Mmm... Sí, lo que pasa es que el pago por mi una vez que se me olvidó el dinero.

—Tal vez eso quieres pensar tu Mark, no has pensado en la posibilidad en que ¿Te guste? —El semblante de Isaac paso a ser uno más serio dejando las bromas de lado.

—Como crees, yo apenas lo conozco, además es un hombre, yo no soy gay... —Añadió Mark.

—Nunca se sabe, no importa si es un hombre o mujer si no los sentimientos que te transmite esa persona son especiales para ti, yo decía lo mismo que tú.

—Estas diciendo que tú... ¿Tienes novio? —Le preguntó sorprendido, tratando de desviarse del tema para no hablar más de sus propios sentimientos.

—Digamos que sí, no te preocupes, yo decía lo mismo que tú y mírame ahora estoy perdidamente enamorado de ese chico.

Al llegar al supermercado compraron todo lo que necesitaban, pagaron y salieron casi en un día por tres para regresar a su hogar, todo era tranquilo hasta que vieron a Daniel afuera de su casa.

Isaac se percató de esto y lanzó una mirada sugerente a Mark cosa que le daba miedo al canadiense así que le dio un codazo. Daniel por su parte lo miró, así que inmediatamente se acercó hasta los primos.

—¡Mark! —Lo llamó.

—Hola Daniel —Al tenerlo de frente las palabras de que su primo le había dicho con anterioridad hace un rato resonaron en su cabeza. Mentalmente se dijo que se tranquilizara.

—Yo quería saber si te gustaría ir a mi casa a hablar un momento —Preguntó tímidamente el castaño.

—Me gustaría, pero debo ir a preguntarle a mi mamá.

—No te preocupes, yo le digo a tus padres —Isaac intervino entro los dos— Hasta luego —Su primo se fue mientras le guiño un ojo a Mark.
Los dos jóvenes se encontraban en frente de la casa del más bajo, quería arreglar las cosas con Mark, no quería que lo malinterpretara su encuentro de la vez pasada.

—Adelante —El castaño abrió la puerta de su casa dejando que el otro pasará primero.
Mark no podía negar que estaba nervioso  y ahora mucho más después de lo que le dijo Isaac, a él no le podía gustar Daniel, odiaba ese sentimiento de duda, ese nudo en el estómago.

—M-mark ¿Estas bien? —Preguntó preocupado el castaño.

—Claro, perdón es que estaba pensando en algo —Entró quedándose en la entrada.

—Bueno, yo... Quería decirte que por favor no malinterpretaras lo de la vez pasada, no sé por que lo hice, solo fue un ¿Reflejo?

—No te preocupes —En ese momento Mark se preguntaba que había hecho para poder conocer a un chico tan amable como lo era Daniel, definitivamente no se parecía en nada a ese niño que lo trato mal cuando tenía seis años. Al mismo tiempo seguía confundido consigo mismo por seguir relacionando a los dos.

—Muchas gracias —El castaño no lo pensó dos veces, de está forma cuando menos se dio cuenta ya estaba abrazando a Mark.

Sus mejillas ardieron levemente ante el contacto, esa sensación rara en el estómago crecía y crecía en ambos. Al pasar un minuto Mark fue quien terminó con el abrazo para poder hablar.

—Yo también quiero aprovechar para pagarte lo de la pasta —Mark lo mencionó mientras sacaba dinero de su bolsillo.

—No hay ningún problema, no tienes que hacerlo.

—Claro que si, si no te lo pago no podré sacarte de mi cabeza —El canadiense tardo en darse cuenta de lo que había dicho y lo comprometedor que había sonado.

—Hagamos una promesa, cuando regreses de nuevo a Australia me vas a pagar el dinero de la pasta, es una promesa para que nos volvamos a ver —Dijo aquello reuniendo el valor para mirarlo a los ojos en todo momento.

Ambos entrelazaron sus dedos meñiques para sellar aquella promesa con sonrisas en sus rostros.

Minutos antes de que sucediera eso en la casa del castaño Thomas y Nick caminaban para darle una sorpresa a su mejor amigo.

—¿En verdad es buena idea ir sin avisarle a Daniel? —Nick lo miró curioso.

—Por supuesto, además que otra cosa podría estar haciendo nuestro buen amigo —Le aseguro el de cabellos azabache.

—Tu solo vienes por que quieres que te acompañe a ver a Isabella.

—Claro que no, eso es una completa tontería.

—¿Y por qué te estás poniendo rojo?

—Yo solo vengo por Daniel, para que pasemos más tiempo juntos antes de regresar a la escuela.

Al llegar hasta su destino como hables era costumbre entraron sin previo aviso.

—¡Ya llegamos, Dani! —Thomas anuncio su llegada gritando.

Mark y Daniel estaban sorprendidos, separando sus manos rápido al notar la presencia de los recién llegados.

Daniel no sabía que esa tarde cambiaría la relación que tenía con Mark, bueno si a eso se le podía llamar relación.

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Nao

¿Coincidencia O Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora