Siena Borrador

Capítulo 2 El Beso Fránces

Canción: Far Away. Nickelback.

Capítulo dedicado a ti, mi Kikis, besos hasta Costa Rica

—Esas medias de Betty Boop lucen encantadoras en tus pies.

Escucho su dulce voz dentro de mi leve somnolencia, he pasado una noche terrible luego de mi odiado ataque de ansiedad, pero gracias a mamá conseguí reponerme antes de caer a lo más hondo, me siento agotada, con un dolor espantoso de cabeza como si tuviera tiempo sin dormir,  y es lo que más hago desde que él no está, aun así mi cuerpo se encuentra cansado, adolorido, estropeado o más bien roto y la pieza principal, la más importante y faltante: mi corazón, porque este ya no existe, solo hay un hueco en mi pecho, uno muy negro, feo, derrotado e inconsolable.

Las manos de ella tocan mi pies por sobre las medias, cuenta los dedos de uno en uno, y a cada uno de los diez dedos les ha puesto un nombre chistoso y se inventa una historia tan graciosa que comienzo a reír con los ojos aun cerrados. Ella es mi tía, Rose.

Tía Rose es monja desde hace cinco años. Cuando era pequeña, recuerdo a una tía Rose joven con una preciosa biblia blanca la cual la envolvía una cinta dorada a su alrededor, y esta formaba un bonito lazo, esa biblia formaba parte de ella, tanto, que resultaba bien raro cuando no la traía consigo. Ella me llamaba al jardín pequeño que se encuentra en el balcón principal de nuestro departamento, nos sentábamos en el columpio de doble puesto y tía Rose abría la biblia para narrarme las historias dentro de esta, evoco de igual forma que la biblia me llamaba mucho la atención por la variedad de dibujos muy coloridos que representaban cada historia contada. Tía Rose es el ángel de la familia, no nos extrañó cuando decidió entregarse por completo al servicio de Dios, posee un corazón bondadoso y me visita cada que puede desde que estoy hecha una piltrafa, me reconforta tenerla cerca la verdad, puedo decir que me calma un poquito. Aunque debo reconocer que es una monja algo peculiar porque es muy bromista y no para de cantar nunca.

—Hola, tía —abro los ojos lentamente, sonriéndole y ella me guiña un ojo. Se a que ha venido. Su plan es que vuelva a ser "yo". Con ella es la única persona que no me quejo, o protesto o digo alguna palabrota, últimamente se me escapan muchas. Ella es mi mejor amiga, por decirlo así, es joven, diez años de edad es lo que nos diferencia, tal vez por ese motivo congeniamos a las mil maravillas.

—Hola, Mona Lisa —comenzó a llamarme de esa manera desde hace dos años, cuando me encontraba en una visita guiada al Museo de Louvre, confieso que he perdido la cuenta de las veces que he visitado el famoso Museo, es como mi segundo hogar, pasear por sus anchos, enormes y largos pasillo con paredes de lujo que muestran orgullosamente infinidad de colecciones de cuadros majestuosos y cuánta obra se puedan imaginar es la perfección, maravillada los he visto de uno en uno, viendo a detalle cada imagen, paisaje, escultura perdiéndome en ellos de tal manera que no me percato de las horas que pasan cuando estoy dentro del museo, por otro lado, Leonardo Da Vinci es una especie de mentor para mí, y aunque en casa papá compró un cuadro —imitación, vale resaltar— de la famosa Mona Lisa, destetaba esa pintura, es que la "señora miedo" como le solía decir, no dejaba de mirarme mientras me encontraba en la sala y juro que a donde me desplazara, ella no paraba de observarme fijamente, hasta que un día cuando era suficientemente grande, (nueve años) busqué en una de las gavetas de la cocina la tijera con la que mi madre suele cortar algunas carnes, sin titubear la tomé con mano firme y fuerte y decidida fui al comedor, arrastré una de las sillas de este y la coloqué frente al cuadro, trepé con cuidado puesto que llevaba un objeto cortante en una de mis manos y entonces al quedar a la altura de la pintura las puntas de la tijera las usé como una crayola y repasé repetidamente sobre los ojos de la "señora miedo" dejándola totalmente sin ojos. Sonreí absorta por mi labor cuando escuché a mamá gritar como si hubiese visto una cucaracha (las odia)