Epílogo.

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Anzel Morris.

—Debes saber algo, Andrew —insisto una vez mas mientras paso las manos desesperado por el cabello.

Han pasado seis meses desde aquella rara cita nocturna.
Seis meses en donde cuatro he estado como desesperado buscando como un loco a la mujer de mi vida. Se que es un poco cursi y todo lo que quieran, pero yo lo sentí, en esas pocas horas que compartí con ella sentí como ella era esa parte vital que le faltaba a mi vida.

En un principio intente hacer lo que ella sugirió, juro que lo intenté. Pero cuando vi que no podía olvidarla, decidí buscarla, pero ¿Como encontrar a alguien del que ni siquiera me se su apellido? En serio que me estaba volviendo loco sin saber nada de ella. Pero como si el mismo cielo lo hubiese mandado, Andrew apareció en mi puerta y en ese mismo momento recordé que la conocí gracias a él, así que el debía saber algo.

Pero fue todo lo contrario, el muy cabrón no sabia nada de ella, lo único que sabia era que su apellido es Ericksen.

—Que no, no se nada de ella ni de su hermana...

— ¿Hermana?

—Si, tiene una hermana.

— ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —reclamo y le doy un golpe en la parte baja de la cabeza haciendo que se queje —. Puedo buscarla y...

—Y nada, ella también desapareció. La ultima vez que la vi, fue en julio y estaba pidiendo un permiso porque un familiar enfermó, o algo así.

— ¿Y no has sabido mas nada de ella?

—No, Dominic me dijo que la transfirieron a New York después de la muerte de...

— ¿De quién? —pregunto desesperado.

— ¡No me acuerdo! Creo que su abuelo.

Caigo derrotado en el sillón. No quiero darme por vencido, pero ya estoy perdiendo todas las esperanzas de poder encontrarla. Pero es imposible olvidarme de ella cuando la llevo presente todos los días, a cada hora, y en cada momento.
No me puedo olvidar de ella, no olvido su hermoso y corto cabello rubio, ni sus mejillas sonrojadas. Tampoco olvido lo que se sintió tener sus labios entre los mios.
Siento tanta impotencia, no me sentía así desde la adolescencia, pero es que simplemente me cuesta creer que la tierra se la tragó. Que nadie sabe de ella.

—Superalo Anzel, si ella no aparece es porque quizás no quiere que la encuentres. Llevas meses tratando de encontrarla y no has obtenido resultado alguno, creo que deberías enfocarte en otras cosas, dejarla a un lado, así sea por un tiempo.
Nos estas preocupando, es como si te hubieras obsesionado con la idea de ella, ¿Estas seguro que esa noche si pasó?

—No vengas a dartela de graciosito, Andrew —mascullo mal humorado sintiendo el inicio de un fuerte dolor de cabeza.

—De acuerdo —levanta las manos en señal de derrota —. Pero es en serio lo que te estoy diciendo, quizás y debas seguir su consejo y seguir adelante con tu vida, sal con chicas, ten buen sexo, ¡desahogate! Y si no quieres hacer ninguna de esas cosas, entonces ve a tu estudio y pierdete en todos esos controles que tanto te vuelven loco, pero has algo hombre.

—Es que tu no entiendes, tuve una noche maravillosa con una mujer especial que se metió en mi organismo en tan solo segundos. La vidente tenia razón, esa mujer me iba a tener con solo mirarme. Y cuando lo hizo, juro que nunca en mi vida había visto unos ojos verdes tan hermosos como los de ella. Simplemente me tuvo, y ya no puedo hacer mas nada.
Es por eso que me estoy volviendo loco por encontrarla, la necesito en mi vida. No puedo solo seguir sin mirar atrás, cuando ella es tan difícil de encontrar.

Sin mirar atrásWhere stories live. Discover now